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El pez más grande del mundo, el tiburón ballena, constituye un importante recurso ecológico, turístico y económico para las penínsulas de Baja California y Yucatán. Sin embargo, desde este mes, el emblemático animal ya es parte de la lista roja de las especies en peligro de extinción, publicada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
La pricncipal amenaza para este enorme animal es la pérdida de hábitat, la destrucción de manglar —ecosistema donde se generan los nutrientes para su alimentación— y la pesca indiscriminada.
En México, la caza directa no es un gran problema, y gracias al potencial turístico de las actividades de observación y nado con tiburón ballena, se ha generalizado la concepción de que vale más un ejemplar vivo que uno muerto. Incluso, algunas comunidades en el Caribe y en Baja California subsisten de esta especie, comentó la doctora en ciencias Dení Ramírez Macías a la Agencia Informativa Conacyt.
Pero las actividades turísticas mal manejadas también pueden afectar a este enorme pez. Las propelas de las embarcaciones de observación y nado pueden ocasionar graves lesiones a estos animales e incluso perturbarlos tanto que pueden modificar su comportamiento.
Por ello, el proyecto Tiburón Ballena México, dirigido por Dení Ramírez e impulsado por la organización sin fines de lucro ConCiencia México, busca analizar el comportamiento del tiburón ballena ante la presencia de embarcaciones turísticas y nadadores. Los avances de la investigación fueron presentados en la Aldea Digital 2016 en la Ciudad de México.
Conservación del gran pez
El tiburón ballena, a pesar de poseer hasta 300 hileras de dientes, se alimenta de plancton, huevos de peces y peces muy pequeños. Los sitios donde este pez encuentra alimento son zonas tan ricas en nutrientes que muchas especies convergen en la misma región. Por esta razón, al conservar el hábitat del tiburón ballena se estará conservando también el hogar de mantas gigantes, tortugas, delfines y otras especies, explicó la investigadora.
Además de traer beneficios ecológicos, conservar esta especie constituye una oportunidad de aprovechar económicamente un recurso natural. Por ejemplo, tan solo para el año pasado se calculó una derrama económica de 23 millones 300 mil pesos para la ciudad de La Paz por actividades turísticas relacionadas con este pez.
Sin embargo, los datos del proyecto Tiburón Ballena México arrojaron que de los 126 ejemplares que llegaron al Golfo de California ese mismo año, 56% fueron lastimados por embarcaciones, que les ocasionaron roces y cortes profundos con las propelas.
Para armonizar el aprovechamiento económico con la conservación, la organización WWF (del inglés World Wildlife Fund) intenta divulgar la importancia de las buenas prácticas turísticas para el cuidado del gran pez y apoya el proyecto dirigido por Dení Ramírez para investigar otra consecuencia menos observable: el cambio en el comportamiento del tiburón ballena por la presencia del turismo.
Drones y camarógrafos submarinos para descifrar el misterio
"Lo que buscábamos con este proyecto era obtener datos no invasivos del comportamiento del tiburón, para ello utilizamos cámaras en las aletas dorsales del animal y drones para filmar desde el aire", explica la investigadora.
La bióloga en conservación narra que colocar las cámaras a los tiburones fue todo un reto. Se hicieron ensayos con distintas pinzas para enganchar el equipo de filmación, pero los tiburones reaccionaban girando bruscamente y tirando la pinza. Fue necesaria la construcción y prueba de tres prototipos hasta encontrar el que no generara una respuesta adversa en los animales.
“Cuando logramos colocar las cámaras correctamente, los tiburones se convirtieron en camarógrafos. Y aunque el trabajo para lograr el prototipo adecuado duró toda la temporada, ahora tenemos la herramienta apropiada para en la siguiente migración observar cómo el tiburón interactúa con otras especies, con los turistas y obtener otros datos sobre su ecología”.
El análisis con drones estuvo basado en el etograma de comportamiento. Es decir, se registra el comportamiento del tiburón solo y se compara con el comportamiento del tiburón con embarcaciones y nadadores. Lo que se busca es registrar si el tiburón deja de comer, bucea, cambia de dirección o nada más rápido debido a la presencia de turistas.
jpe