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En México existen de 15 a 18 casos de esclerosis múltiple (EM) por cada 100 mil habitantes; es decir, hay más de 20 mil casos en todo el país. Si bien hace algunos años no se consideraba una enfermedad común, hoy, conforme ha mejorado la atención especializada, se ha visto un incremento en la incidencia, destacó Irene Treviño Frenk, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM.
La EM es un padecimiento del sistema nervioso central (SNC), en el cual se forman cicatrices por inflamación; esto es secundario a una respuesta anormal del sistema inmune, que ataca estructuras propias del organismo en lugar de combatir, por ejemplo, infecciones, como debe ser su función.
Dicha reacción deteriora no sólo la estructura, sino la función del SNC; entonces el paciente presenta síntomas variados, que dependerán de la zona donde se formen las placas, agregó la neuróloga.
En ocasión del Día Mundial de la Esclerosis Múltiple, que se celebra anualmente el último miércoles de mayo, indicó que aún no se sabe por qué el sistema inmune se comporta de esta forma en el SNC, pero sí se ha visto que es más frecuente en pacientes caucásicos (personas de origen europeo).
La EM se vincula con cuestiones genéticas, pero también con factores del ambiente, como una menor exposición a la radiación solar, deficiencia de vitamina D, tabaquismo, exceso en el consumo de sal, antecedentes de infecciones por virus, sobre todo mononucleosis infecciosa y otros del grupo herpes, refirió.
Hasta ahora no se ha determinado una causa aislada para la esclerosis múltiple, sino una combinación de elementos, por eso se dice que es una enfermedad multifactorial, resaltó la especialista.
A nivel mundial, este padecimiento es más común en mujeres, con una proporción de dos por cada tres casos; afecta a adultos de entre 20 y 40 años de edad, es crónica e incurable. La expectativa de vida se reduce en promedio siete años, “de ahí que haya adultos mayores con esclerosis múltiple que la adquirieron alrededor de los 20 años de edad”, precisó.
Además, tiene gran impacto porque afecta a población económicamente activa, y si no se controla a tiempo puede generar discapacidad.
A la EM se le ha llamado la enfermedad de las mil caras porque sus síntomas son diversos: dificultades para caminar y para enfocar la vista, visión doble, alteración de la sensibilidad en brazos o piernas (hormigueo, entumecimiento o calambres), complicaciones para controlar la orina o las evacuaciones, disfunción sexual y fatiga que se manifiesta como falta de energía que lleva a las personas a no poder levantarse de la cama o disminuir sus actividades, puntualizó.
Recientemente se ha visto que algunos pacientes presentan problemas de la función cerebral cognitiva, dificultad para concentrarse y en la velocidad con la que procesan la información.
“Esto es importante porque se trata de personas productivas, con trabajos demandantes, jefes de familia, y si tienen trabas para ejecutar sus funciones cerebrales pueden tener inconvenientes laborales, sociales y de pareja”, subrayó.
Al referirse a las alternativas de tratamiento, la universitaria refirió que algunos pacientes han establecido estrategias de ahorro de energía para realizar sus actividades cotidianas: “Llevan una agenda, organizan su tiempo, evitan estar en la calle cuando hace calor porque esto empeora los síntomas y procuran no deshidratarse”.
Además, deben estar al tanto de sus citas, de sus medicamentos y del surgimiento de nuevos síntomas; en suma, tener un autocuidado, además de mantenerse activos laboral y físicamente.
En el aspecto clínico, el tratamiento se divide en tres partes: “uno se utiliza cuando aparecen síntomas nuevos, nosotros les llamamos brotes, y se tratan con medicamentos que desinflaman rápidamente el cerebro. Otro es para controlar el sistema inmune con el fin de que no aparezcan tantas placas; a esto le llamamos terapia modificadora del curso de la enfermedad”.
Una tercera parte es el tratamiento de los síntomas y aquí se incluyen medicamentos que pueden ayudar a disminuir los problemas ocasionados por la EM, así como a mitigar la fatiga, angustia, calambres, ardores o piquetes. Todo esto va acompañado de rehabilitación.
El tratamiento en el cual se hace más énfasis es el modificador de la enfermedad, que busca mantenerla controlada; se inicia después de establecer el diagnóstico y lo ideal es mantenerlo en el curso de la afección, destacó.
Al referirse al Día Mundial de la Esclerosis Múltiple, dijo que es una iniciativa impulsada por quienes la padecen. En algunos países como México uno de los objetivos es hacer conciencia al respecto; además, se pretende favorecer la inclusión de los pacientes a la vida laboral cotidiana, que se mantengan activos, que conozcan su enfermedad y participen en equipo con su médico.
Existen muchos retos en relación a la EM. Se procura mayor acceso a los tratamientos y se apoya la investigación para seguir en la búsqueda de una cura, “pero esto todavía no es una realidad”, concluyó.
jpe