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En un pequeño matraz de laboratorio pueden convivir hasta mil millones de bacterias y sólo en una de ellas está la posibilidad de que surja la resistencia a un cierto antibiótico. Así ejemplifica el doctor Edmundo Calva el porcentaje en el que una bacteria puede desarrollar una mutación que la vuelva más resistente: una en mil millones. Sin embargo, el investigador del Instituto de Biotecnología (IBt)- UNAM explica que cuando se consumen indiscriminadamente los antibióticos, se mata a la mayoría de las bacterias, pero las más resistentes empiezan a proliferar en un proceso de selección natural. “Los organismos vivos siempre están evolucionando, pero los mecanismos de selección determinan quién sobrevive”.
Es así que el desarrollo de la resistencia a los antibióticos es un fenómeno natural en las bacterias, sin embargo algunas actividades humanas simplemente contribuyen en acelerar su aparición y propagación. La preocupación por este fenómeno se ha vuelto global. Recientemente los 197 países miembros de la ONU firmaron un acuerdo para elevar el nivel de atención necesario para frenar la propagación de infecciones que son resistentes a los medicamentos antimicrobianos. Para los dirigentes de esta organización es muy importante detener el mal uso de los fármacos, pues esto reduce la posibilidad de curar infecciones que se han recrudecido en varias partes del mundo por la falta de efectividad en la medicación, como el caso de las neumonías.
Farmacias, consultorios y muchas recetas
Se considera que el uso de antibióticos es inadecuado cuando existe una prescripción excesiva, es decir cuando su uso no está justificado. Por ejemplo, se suelen utilizar para infecciones virales que pueden remitirse en tres días sólo con consumo de líquidos y descanso. Estos hábitos se fortalecen en nuestro país mediante la automedicación y la falta de adherencia a las indicaciones del tratamiento, pues además se suele abandonar el fármaco a los primeros síntomas de mejoría, lo que contribuye a crear la resistencia de la bacteria.
En México, los antibióticos siguen teniendo los primeros lugares de ventas a pesar de que se considera que alrededor del 40% de su consumo es innecesario. La falta de un sistema de salud pública efectivo también contribuye, pues esto obliga a muchas personas a tratarse en los consultorios médicos de las mismas farmacias que expiden recetas a diestra y siniestra, pues lo importante es la venta del fármaco.
Para el Doctor Gerardo Aparicio, especialista en biomedicina molecular e investigador en la
Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN,
las alertas sobre el uso correcto de los antibióticos por parte de organizaciones de impacto mundial, como la OMS, son siempre prudentes. “Los
ciudadanos tienen que generar una conciencia al respecto. Esto no significa caer en el desuso de
los antibióticos, la idea es utilizarlos cuando sea justificado”.
“Este es un tema en el que todos participamos. Muchas veces ponemos un estigma sobre los médicos, pero en realidad todos tenemos que ver. Los químicos en esta área tenemos nuestra responsabilidad en el laboratorio para orientar bien a los comités de control y búsqueda de antibióticos, los ciudadanos tienen la responsabilidad de no buscar este tipo de medicamento a la menor molestia, mientras que los encargados de la producción de alimentos también tienen que limitar su uso. Esto lo hace un problema multifactorial y cada quien tiene que poner su granito de arena”.
Aparicio explica que por disposición oficial en los hospitales debe existir un comité de vigilancia y control de las infecciones intrahospitalarias. A su vez, se debe generar un subcomité para el uso de los antibióticos, así es que en cada hospital dependiendo de su orientación (su nivel y tipo de especialidades), se tienen que generar guías para el uso de antimicrobianos.
Sobre la relación entre antibióticos y producción de alimentos, el especialista explica que en muchas comunidades el uso de estas medicinas en animales de crianza, va mucho más allá de una medida para eliminar infecciones. “Se les da antibiótico a los animales porque se genera en ellos una condición que favorece que no tengan tantas bacterias en su biota normal y esto les ayuda a engordar, lo que significa ganancia en el peso del animal y una mejor venta en el mercado. Ese es un uso imprudente de los antibióticos porque significa que no se está generando una óptica de la consecuencia, pues al venderse el animal podemos adquirir, a través de él, bacterias con características de resistencia mayores”.
Por su parte, el doctor Calva, quien con su grupo de trabajo ha estudiado bacterias como la Salmonella enterica, señala que en el momento en que se sacrifican los animales las bacterias resistentes permanecen principalmente en el tracto gastrointestinal de los animales. “Hemos detectado salmonella resistente a antibióticos en carnes de rastro, como pollo, cerdo y res”. Explica que con el cocimiento de la carne las bacterias se mueren, pero pueden quedar latentes en otros sitios, como en los instrumentos para preparar la comida.
“Hemos detectado a nivel bioquímico, molecular, cepas de salmonella en humanos que son idénticas a las que vienen de animales. Este es un gran problema, porque en nuestra vida cotidiana podemos tener cierto control para la receta del medicamento, pero en este aspecto no es tan sencillo”, apunta Calva. En México no hay datos precisos sobre el uso de antibióticos en animales, pero en EU se considera que más de dos terceras partes del volumen de este tipo de fármacos se ocupan en la industria de la alimentación.
Superbacterias e investigación
El doctor Edmundo Calva señala que frente a la amenaza que pueda significar la resistencia a los antibióticos, afortunadamente hay mucha investigación en México y en el mundo sobre los mecanismos de la fisiología bacteriana que desencadenan la enfermedad. Lo que se hace es reconocer estos mecanismos como blancos para el desarrollo de nuevos antibióticos. “Es muy importante la investigación sobre bioquímica y biología molecular de las bacterias para entender la resistencia a los antibióticos. Así, se van produciendo fármacos de distintas generaciones. Actualmente estamos en la cuarta generación, esto quiere decir que se cambia un poco la estructura de un antibiótico que era efectivo para que la bacteria no lo reconozca y vuelva a funcionar”.
El desafío para los investigadores ahora lo encierran términos que pueden parecer intimidantes, como el caso de las superbacterias. “Las también llamadas bacterias MDR (multidrogoresistentes) resisten a muchos antibióticos. Las que se han referido más, son las resistentes a carbapenémicos, un tipo de antibiótico de última generación, sin embargo no sólo se considera superbacterias a las que son resistentes a los antibióticos de última generación, por ejemplo hemos tenido bacterias resistente a entre cinco y diez antibióticos y hasta que se encuentra uno efectivo es posible salvar a la persona. ”, señala el doctor Edmundo Calva y subraya que sin embargo aun no se ha encontrado una bacteria que sea resistente a todos los tipos de antibióticos.
Según cifras de la OMS, ochenta países han reportado la presencia de las llamadas superbacterias. “Cuando aparece un caso así es necesario hacer un tamizaje y buscar a qué es resistente. Por eso es muy importante que cuando un fármaco no funciona se hagan pruebas en heces fecales o en muestras de sangre para ver qué bacterias son las que se tienen que combatir”.
Para el investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM, otra cosa que es importante destacar sobre las superbacterias es que algunos investigadores que han estado en lugares remotos del planeta, sin presencia humana, han reportado en material colectado la presencia de bacterias muy resistentes. Esto hace pensar a los científicos que los antibióticos son usados por los microorganismos para comunicarse en la naturaleza mediante cepas resistentes contenidas en su información genética. Pero la comunidad científica ha encontrado nuevas formas de combatir a las bacterias más poderosas, como los bacteriófagos, virus que atacan a las bacterias. “Se ha visto que al principio las matan pero después hay una taza de selección muy alta, así que se piensa en fagoterapia, pero combinada con antibióticos específicos”, señala el científico.
Por lo pronto la concientización sobre el uso correcto de antibióticos también se mide en dólares. La OMS calcula que se requieren 100 mil millones de dólares en campañas. Para Calva también es fundamental dar a conocer que en el mundo hay vigilancia epidemiológica y que la comunidad científica tiene las herramientas para combatir los peligros de los microorganismos que han convivido con nosotros desde siempre.