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A nivel mundial, un tercio de la población se encuentra en una situación similar. Por eso, la Asociación Americana del Corazón (AHA, su sigla en inglés), tras revisar la evidencia disponible hasta el momento, hizo un llamado a no descuidar la presión arterial, sobre todo, entre los 45 y 60 años.
"La mayoría de los estudios observacionales sugiere que tratar la hipertensión puede reducir el impacto cognitivo asociado a una presión sanguínea elevada, especialmente sobre el daño cognitivo vascular ocasionado por un deterioro del flujo de sangre en el cerebro", explica el doctor Constantino Iadecola, director del grupo de trabajo encargado del informe, publicado en la revista Hypertension.
Uno de los objetivos, enfatiza el investigador, es evitar que la cifra de personas con demencia se triplique de aquí al año 2050 a nivel mundial, como consecuencia del envejecimiento poblacional.
Subdiagnóstico
Entre que se diagnostica la hipertensión y aparecen los problemas cognitivos pasan muchos años.
"La longevidad es cada vez mayor; eso hará que los casos de demencia senil y problemas cognitivos asociados sean más evidentes con los años", comenta el doctor Pablo Pedreros, cardiólogo de Clínica Santa María.
Y en eso, una presión arterial elevada juega un papel determinante. "Se ha visto una disminución de la función cognitiva más acelerada en la vejez en personas con hipertensión no controlada", explica el doctor Rafael Barra, bioquímico e investigador de la Escuela de Medicina de la U. de Santiago.
Un daño que estaría determinado porque "los vasos sanguíneos del cerebro son muy delicados, y cuando son sometidos a condiciones de presión elevada de manera crónica, por años, dejan de funcionar adecuadamente", agrega.
Eso va causando trastornos cognitivos y dificultades en el pensamiento y el aprendizaje.
Sobre lo que no existe suficiente evidencia es si esta dinámica puede aumentar la probabilidad de sufrir alzhéimer, enfatiza el doctor Pedreros. "Aunque hay varias teorías sobre las causas de esta enfermedad, no hay nada concreto".
De todas formas, el manejo de la hipertensión es relevante para minimizar o retrasar el deterioro cognitivo, concuerdan los especialistas.
Según datos de la Encuesta Nacional de Salud 2010, un tercio de la población chilena mayor de 15 años tiene su presión arterial elevada, y apenas el 40% de esas personas están diagnosticadas.
"Hay un subdiagnóstico y además se tienden a minimizar los efectos a largo plazo de tener una presión elevada en forma crónica -dice Barra-. La manifestación clínica es muy posterior al inicio del daño".
Por ello no basta con ofrecer tratamiento; lo importante es que se promuevan cambios de conducta para prevenir y reducir el problema, modificando hábitos alimenticios y de actividad física. En especial en el país, en donde los niveles de sobrepeso, obesidad y sedentarismo, así como el alto consumo de sal, desde la infancia, juegan en contra.
La hipertensión afecta cada vez más a niños, sobre todo con sobrepeso y obesidad. Y su efecto a nivel cognitivo también ya ha sido observado: un estudio de la U. de Michigan, publicado este mes, advierte que puede provocar una reducción en las habilidades infantiles relacionadas con la memoria, con su tiempo de atención y con la capacidad de organización de ideas.
jpe