El plasmodium vivax, causante de 16 millones de casos de malaria al año en todo el mundo, lleva miles de años acomodándose a las circunstancias locales, una capacidad adaptativa que convierten a este parásito en un desafío para los científicos que buscan vacunas y fármacos para combatirlo.
Hay cuatro clases de plasmodium que transmiten la malaria a los humanos: el vivax, el malariae, el ovale y el falciparum (éste último es el más letal y prevalente en África), y entre los cuatro, cada año causan 400 millones de casos de malaria en el mundo.
El más extendido y el que mejor se ha adaptado a las circunstancias a lo largo de los siglos es el plasmodium vivax, según sendos estudios publicados hoy en Nature Genetics, que son el mayor esfuerzo investigador realizado hasta la fecha.
Estos estudios servirán para saber un poco más sobre esta enfermedad, sobre su origen y difusión mundial, pero, sobre todo, ayudarán a conocer cómo este parásito se está adaptando a los cambios y se está haciendo resistente a los medicamentos actuales.
El primer trabajo, financiado por el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de Estados Unidos, ha secuenciado el genoma completo de casi 195 cepas de plasmodium vivax de América Latina y Asia.
El segundo, dirigido por el investigador Dominic Kwiatkowski, del Wellcome Trust Sanger Institute (Hinxton, Reino Unido), ha analizado el genoma de otras 200 cepas de plasmodium vivax, de Asia y Pacífico.
"Históricamente el plasmodium vivax ha quedado en un segundo plano, por detrás del más letal, el plasmodium falciparum, pero esta cepa es una gran carga para la salud pública en muchos países", advierte el director del NIAID, Anthony S. Fauci.
El plasmodium vivax es el más extendido en el mundo, con presencia en América Latina, parte de África y Asia y Pacífico.
Gracias a la gran cantidad de información genómica proporcionada por estos estudios, "la primera conclusión que se extrae es la gran diversidad genética de este parásito, que es mucho más diverso que el falciparum", explica el investigador del ISGlobal y coautor del estudio, Ivo Mueller.
Probablemente, esta diversidad genética responde a las migraciones humanas a lo largo de la historia, y en cómo se distribuyó el parásito por el mundo.
Así, el estudio constata que los parásitos de América Latina son muy distintos de los de Asia, Madagascar e India y, probablemente, "muy cercanos" a los que había en España y Portugal en el siglo XVI -cuando todavía había muchísima malaria en Europa-, y que llegaron al nuevo continente con los conquistadores europeos.
"Creemos que los parásitos de América Latina son los descendientes de los europeos, y por eso son tan diferentes a los de Asia", afirma Mueller.
El estudio también constata que los parásitos de Madagascar e India son muy diversos, probablemente por ser áreas de tránsito dentro de la ruta de las especias.
Sin embargo, dentro de Asia, el gran movimiento de pueblos en los últimos 5.000 años, ha hecho que en este continente los parásitos sean más parecidos, mientras que los de lugares como Papúa Nueva Guinea, en el Pacífico, son cepas muy diferentes de las de Asia.
jpe