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La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) admitió hoy que faltan datos para saber si las pequeñas partículas de plástico que contaminan el mar y se introducen en alimentos como el pescado pueden afectar a la salud humana.
En un estudio realizado a petición del Instituto Federal Alemán para el análisis de riesgos, la agencia europea, con sede en Parma, Italia, destacó la necesidad de desarrollar y estandarizar los métodos para analizar la presencia de microplásticos y nanoplásticos en los alimentos y poder así evaluar sus efectos en la alimentación.
Además, instó a investigar más la toxicidad de esas diminutas partículas (de hasta 5 milímetros), su proceso de degradación y la posibilidad de que afecten al aparato gástrico humano después de su digestión.
Uno de los expertos que ha participado en el estudio, Peter Hollman, señaló en un comunicado que no encontraron información suficiente sobre la incidencia, la toxicidad y el destino de esos materiales para un análisis completo de los riesgos.
No existen datos sobre los nanoplásticos (de hasta 0.1 micras, según la definición de la EFSA) en los alimentos, pero sí algunos sobre los microplásticos (entre 0.1 y 5.000 micras), particularmente sobre el ambiente marino.
"El pescado muestra altas concentraciones, si bien esas sustancias están sobre todo presentes en el estómago y los intestinos, que normalmente son retirados, por lo que los consumidores no están expuestos a ellos", indicó Hollman.
Diferente es el caso de los crustáceos y los moluscos bivalvos como las ostras, cuyo aparato digestivo sí se consume, por lo que hay cierta exposición, apuntó el científico, que explicó que una porción de 225 gramos de mejillones podría contener 7 microgramos de microplástico, aunque su exposición total sería mínima.
También se han hallado restos en miel, cerveza y sal de mesa.
No obstante, el especialista consideró que "es demasiado pronto" para saber si dichas partículas pueden ser dañinas para los consumidores, aunque parece "improbable", al menos en el caso de los microplásticos.
Un posible motivo de preocupación es la alta concentración de compuestos químicos contaminantes que se pueden acumular en los microplásticos o aparecer como restos en los envases, mientras que algunas investigaciones sugieren que después de su consumo pueden llegar a los tejidos y órganos humanos, por lo que es importante estimar el promedio de la ingesta.
La EFSA insistió en que se necesitan más datos e investigaciones sobre un fenómeno originado a partir de las grandes cantidades de plásticos lanzadas al mar y que gradualmente se descomponen en fragmentos más pequeños.
Aunque no existe una legislación europea para microplásticos y nanoplásticos como contaminantes de los alimentos, la Unión Europea sí ha desarrollado leyes y políticas en relación con la basura marina.
jpe