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El bioquímico irlandés William Campbell, investigador emérito de la Universidad de Drew, y el microbiólogo japonés Satoshi Omura de la Universidad de Kitasato, quienes descubrieron la avermectina, un potente antihelmíntico usado para el tratamiento de gusanos parasitarios responsables de la elefantiasis y la ceguera de los ríos (oncocercosis), les valió el premio Nobel de Medicina compartido.
El descubrimiento de la avermectina se dio en la segunda mitad de la década de 1970. Omura trabajaba en el Instituto Kitasato como experto en el aislamiento de productos naturales. Su trabajo se enfocó en un grupo de bacterias del suelo conocidas como Streptomyces, cuya principal característica era la producción de una gran cantidad de sustancias con actividades antimicrobianas.
Aisló miles de cepas de Streptomyces de distintas partes de Japón. Las caracterizó y seleccionó a las que presentaban características antihelmínticas interesantes. En 1974 envió un grupo de 54 aislamientos a los laboratorios de investigación de Merck en Estados Unidos, con quienes tenían un convenio de colaboración desde el año anterior. El Dr. Campbell se encargó de hacer todas las pruebas en animales de laboratorio.
El inicio no fue auspicioso. Si bien el producto de fermentación extraído del cultivo codificado como OS-3153 era 25 veces más efectivo eliminando a los gusanos nemátodos y sus huevos que los tratamientos que habían en ese entonces, presentaba cierta toxicidad. Los ratones perdían mucho peso y varios no sobrevivían. El problema fue solucionado haciendo una serie de diluciones hasta llegar a una concentración ocho veces menor a la original. El misterioso compuesto que además mataba a otros parásitos fue nombrado originalmente como C-076 y la cepa fue llamada Streptomyces avermitilis.
Fue así como el trabajo colaborativo de Omura y Campbell llevó al descubrimiento de la avermectina y todos sus derivados con una extraordinaria eficacia contra distintos parásitos. Posteriormente, un derivado llamado ivermectina ha sido importante para el tratamiento de los nemátodos que causan de la elefantiasis y la ceguera de los ríos en animales y humanos.
El descubrimiento de la artemisina y avermectina ha permitido salvar la vida de cientos de millones de personas en el mundo, especialmente, de países pobres de África, Asia y Latinoamérica. “El impacto global de sus descubrimientos y el beneficio resultante de la humanidad son inconmensurables”, concluye el comunicado oficial del Premio Nobel.
rqm