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El mal de Alzheimer podría ser transmisible entre las personas, pero sólo en ciertas circunstancias como procedimientos quirúrgicos, de acuerdo con los resultados de una nueva investigación publicada este miércoles en una revista especializada.
Científicos hallaron la primera evidencia de transmisión de la patología amiloide, que se asocia al Alzheimer, en seres humanos, aunque aclaran que no significa que la enfermedad sea infecciosa y se contagie por contacto con otras personas con esa condición.
El equipo de investigadores estudió muestras obtenidas de los cerebros de ocho personas que fallecieron a causa de la Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ), rara pero mortal, que es una variante humana de las “vacas locas”.
De acuerdo con la investigación publicada en la revista Nature, esas personas habían contraído la enfermedad después de décadas de tratamiento -desde la infancia- con la hormona del crecimiento, extraída entonces de las glándulas pituitarias de cadáveres humanos.
En seis de los cerebros, además de los daños causados por ECJ, encontraron la patología amiloide, precursora de Alzheimer, “una evidencia potencialmente preocupante”, sostiene el neurocientífico molecular John Hardy, del Colegio Universitario de Londres.
Si se confirma, estos resultados publicados en la revista especializada Nature plantean el espectro de que miles de personas tratadas con la hormona del crecimiento humano (hGH) podrían estar en riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer.
Aunque no hay indicios de que el Alzheimer sea contraído a través del contacto normal con pacientes, se teme que pueda ser transmitido por otras vías como transfusiones de sangre o instrumentos quirúrgicos contaminados, igual que se transmite la ECJ.
La Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob es una de varias enfermedades neurodegenerativas causadas por una proteína infecciosa mal plegada, llamada PrP, y los científicos estiman que la enfermedad de Alzheimer también se podría accionar de manera similar.
El grupo de científicos hallaron en cuatro de los seis cerebros depósitos extendidos de estas proteínas amiloides, cambios que son raros en personas jóvenes, pues los pacientes tenían entre 36 y 51 años cuando murieron.
Ello hizo sospechar a los investigadores que estas proteínas pudieron ser transferidas a través de las inyecciones de hormonas de crecimiento, igual que como ocurrió con las que originaron la ECJ en los ocho pacientes.
La conclusión llegó después de corroborar que ninguna de esas personas portaba el gen que predispone a la enfermedad de Alzheimer, ni presentaron síntomas de la enfermedad, y que las proteínas amoliodes no pudieron haber viajado entre el cerebro y la glándula pituitaria.
“Creemos que la explicación más plausible para la aparición de la patología amiloide es que habría sido transmitida por determinados extractos de hGH contaminados”, dice el neurólogo John Collinge, co-autor del trabajo.
Los amiloides son más difíciles de desactivar que las bacterias y los virus, se adhieren firmemente a los metales y la descontaminación requiere condiciones de esterilización extremas, que pueden dañar los frágiles instrumentos médicos.
kal