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Un equipo de científicos mexicanos y holandeses ha documentado por primera vez la entrada de microplásticos en la cadena alimentaria terrestre, gracias a un estudio de campo desarrollado en la reserva de la biosfera de Los Petenes.
Si bien desde hace años existen estudios sobre la entrada del plástico en la cadena trófica marina, este sería el primero en documentar el fenómeno en el entorno terrestre, según explicó hoy a Efe la científica mexicana Esperanza Huerta.
Huerta, del centro de investigación El Colegio de la Frontera Sur, en Campeche, presentó hoy en Viena en la reunión de la Unión Europea de Geociencias el resultado del estudio desarrollado junto a la Universidad de Wageningen, de Holanda.
La investigadora expuso que debido a la falta de recogida y gestión de los plásticos, los habitantes de la zona de Los Petenes los queman y entierran en el suelo de sus huertos, lo que aumenta el riesgo de microfragmentación.
Para evaluar la situación, los investigadores analizaron el pasado septiembre el suelo, las lombrices de tierra, así como las heces y las mollejas de gallinas domésticas de 10 huertos en esa reserva mexicana.
Así, se pudo documentar la presencia de plásticos de diminuto tamaño en la tierra, dentro de las lombrices y en las heces y mollejas de las gallinas analizadas, lo que podría suponer un riesgo para la salud humana.
"Este es el primer trabajo hecho en sistemas terrestres que muestra cómo el plástico entra en la cadena trófica", explicó Huerta.
"No sé por qué no se hizo antes, creo que quizá no hubo la conciencia para hacerlo", agregó la investigadora, quien consideró que al no verse el plástico enterrado en el suelo la gente no advierte su potencial peligro.
Huerta indicó que las lombrices, al digerir el plástico, ayudan también a fraccionarlo y esa sustancia después pasa a las gallinas que se alimentan de ellas.
Las gallinas también se contaminan directamente porque picotean plásticos que llevan adheridos restos de comida, según expuso.
Huerta aseguró que, dado que Los Petenes es una reserva de la biosfera y sus habitantes reciben educación ambiental, es posible que en otros entornos la situación sea incluso peor.
El gran problema para la investigadora es la costumbre de quemar los plásticos, lo que agrava la contaminación.
"Piensan que al quemarlo resolvieron el problema. Pero la situación es que entonces es accesible a los invertebrados del suelo y si es accesible para ellos lo es también para el resto de la cadena trófica. Para las gallinas, por ejemplo. Y la gente come gallinas", resumió.
Huerta indicó que en las mollejas de gallina analizada encontraron concentraciones de microplásticos y que ese órgano se utiliza en diferentes platos mexicanos.
La investigadora señaló que la mayor parte de la gente con la que habló su equipo confesó que no limpiaban las mollejas por dentro, sino que sólo las lavaban por fuera y después las cocían, una práctica que resulta preocupante.
Sobre el posible efecto en la salud humana del consumo del plástico que entró en la cadena trófica, la investigadora indicó que son necesarios más estudios al respecto, pero lo consideró un "gran riesgo".
Huerta, que es especialista en el estudio de lombrices, expuso que, dependiendo de la concentración y del tiempo de exposición al plástico, la mortalidad en esos invertebrados aumenta de forma clara y su fertilidad se reduce.
La investigadora concluyó subrayando que, aunque el acceso al plástico ha mejorado la vida de las personas, su escasa degradación es un gran problema y debería haber algún tipo de regulación internacional para evitar males mayores.
jpe