El asteroide 2014JO25, que a las 7:30 de esta mañana pasó astronómicamente cerca de la Tierra y estará en nuestra periferia los próximos cinco días, no representa ningún peligro de colisión con nuestro planeta. Se ubica a más de 1.8 millones de kilómetros de distancia, esto es, 4.57 veces la distancia de la Tierra a la Luna, señalaron académicos de la UNAM.

Su acercamiento representa para la ciencia una oportunidad única para estudiarlo, conocer más sobre estas formaciones rocosas e incluso estar mejor preparados ante un futuro evento, coincidieron Guadalupe Cordero Tercero, del Instituto de Geofísica (IGf), y Rafael Costero Gracia, del Instituto de Astronomía (IA) de esta casa de estudios.

Red Mexicana de Detección de Meteoros

Algunos estudiosos de estos fenómenos ya trabajan en la UNAM para detectarlos con infraestructura y especialistas mejor coordinados en el país.

El Instituto de Geofísica prepara la Red Mexicana de Detección de Meteoros. Guadalupe Cordero, adscrita al área de Ciencias Espaciales del IGf, tuvo la iniciativa para esta labor conjunta.

“Utilizaremos cámaras pequeñitas, que caben en la palma de la mano, pero necesitan una estructura resistente a los cambios de temperatura y presión, para que estén en zonas complicadas y sean portables, por ejemplo, a medio desierto

“Esperamos que esté lista a finales de año; tendrá muchas más implicaciones científicas, como estudios de nubes y de migración de aves”, adelantó.

El meteoro de hoy,  el 2014JO25, mide entre 650 metros y 1.4 kilómetros de diámetro y es el mayor que se ha acercado a la Tierra desde hace 13 años. En mayo de 2014 fue descubierto por científicos de la NASA y la Universidad de Arizona mediante el Mount Lemmon Survey, un servicio del laboratorio lunar y planetario Catalina Sky Survey, de la Universidad de Arizona, Estados Unidos.

En conferencia de medios, ofrecida en el auditorio Paris Pishmish del IA, Cordero señaló que varias toneladas de materiales provenientes de asteroides y cometas caen a la atmósfera terrestre diariamente. “Una estimación de cuánto material de este tipo ingresa a la atmósfera por día, sería semejante a la masa de tres tráileres”.

La investigadora explicó que los asteroides potencialmente peligrosos necesitan tener dos características: que sus dimensiones sean mayores a 140 metros y que su distancia mínima de acercamiento a la Tierra sea menor que 19.5 veces la distancia Tierra-Luna.

De este grupo de asteroides potencialmente peligrosos se han detectado a la fecha mil 798, y de ellos 156 son de más de un kilómetro. “A éstos no se les quita el ojo de encima, porque no importa en donde se estrellen contra el planeta, causarían un evento a nivel de extinción”, advirtió.

Ejemplificó con el llamado “bólido de Tunguska”, que en junio de 2008 explotó con alta potencia en Siberia, Rusia. Su detonación fue similar a la de un arma termonuclear de elevada potencia, pese a que su diámetro era de unos 80 metros.

Por su parte, Rafael Costero Gracia comentó que estos bólidos se observan con varios instrumentos, en particular con radares y grandes radiotelescopios que emiten una señal y escuchan el eco de esos objetos.

“Así se puede conocer, por ejemplo, de qué tamaño es, pues se analiza cuánta luz refleja. El objeto que nos visita ahora se calcula que mide entre 650 metros y 1.4 kilómetros. Refleja como el doble de luz que la Luna por unidad de área”, expuso.

Asimismo, detalló que este asteroide tiene una órbita muy elongada (estirada), que cruza la órbita de Mercurio, de Venus y de la Tierra. Es difícil saber el tamaño exacto, lo que se conoce sólo son estimaciones, por eso es importante estudiarlo ahora que está cerca. Es un objeto grande como para preocuparse, pero por su distancia se descarta el riesgo, afirmó.

Cuando empezaron los programas espaciales de búsqueda de objetos muy cercanos a la Tierra, se estimaba que había unos 300 asteroides más grandes de un kilómetro, pero la cifra se ha ido refinando. No obstante, el número de asteroides detectados (no sólo los mayores a un kilómetro) aumentó más o menos rápido con los programas, y se ha estabilizado en los recientes 10 años. “Esto significa que ya debemos conocer la mayoría de los objetos más grandes de un kilómetro que se pueden acercar mucho a la Tierra”, subrayó.

Aclaró que esto es importante porque si se sabe con suficiente antelación (de decenas de años) del acercamiento de un asteroide, se puede hacer algo para resolver el problema, como desviar la trayectoria con una nave espacial y sacarlo de la órbita de riesgo.

“Pero si viene uno de 100 metros, por ejemplo, a gran velocidad, no hay nada que hacer si cae en un lugar poblado”, advirtió. Por fortuna, la posibilidad de colisión con uno de ellos es muy baja, de uno cada varios millones de años.

jpe

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