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Las auroras boreales son uno de los fenómenos celestes más espectaculares, y también una pista para los científicos que estudian los campos magnéticos planetarios.
Las luces del norte que se ven en estas fotos fueron captadas a finales del pasado mes de enero en Kiruna (Suecia), donde se reunieron los grupos de trabajo de ciencia y operaciones de Mars Express. El propósito de esa reunión era compartir los últimos resultados obtenidos por los investigadores principales de los instrumentos, y tuvo lugar en Kiruna porque allí se encuentra la sede del Instituto Sueco de Física Espacial, que tiene embarcado en el orbitador un instrumento que mide, precisamente, el campo magnético de Marte.
Las auroras boreales se generan a través de la interacción del viento solar con el campo magnético y la atmósfera de la Tierra. Manuel Castillo, del segmento terreno de ciencia de Mars Express, resume que “las auroras se producen cuando las partículas que atrapa el campo magnético chocan con el aire de la atmósfera”. Esas partículas cargadas, provenientes del Sol, excitan los átomos de los gases presentes en la atmósfera, que emiten los colores que se aprecian en las imágenes. Pero lo que en la Tierra es un bonito espectáculo, y una muestra de la protección que el campo magnético planetario frente a la radiación solar, en Marte es muy diferente.
Para empezar, y como señala Manuel Castillo, “en Marte el campo magnético es muy tenue . Por lo tanto, no puede haber demasiadas auroras”. En la reunión en Kiruna participó un invitado de la misión MAVEN, de la NASA, que “estuvo explicando que debido a la debilidad del campo magnético de Marte, el choque del viento solar contra él produce una especie de auroras muy débiles ”. Castillo añade que los procesos que generan esas auroras marcianas son los mismos que en la Tierra y que “se producen los mismos fenómenos, pero debido a la escasez de aire, no se llegan a producir el mismo tipo de auroras que en la Tierra. Ni siquiera creo que puedan ser visibles”.
La atmósfera de Marte es demasiado tenue y su campo magnético, demasiado débil no sólo para que se produzcan esas auroras, sino también para proteger su superficie de la radiación del Sol. El estudio de esas luces ayuda a los científicos en sus comparaciones de las características de los planetas del Sistema Solar. Castillo apunta que las auroras terrestres ayudan a entender “por qué tenemos la atmósfera que tenemos, y es porque la Tierra sigue muy activa y tenemos un campo geomagnético. Venus y Marte lo tienen muy débil”. Añade, además, que “el campo magnético terrestre ha protegido la atmósfera de la Tierra del viento solar. Si no, el viento solar erosiona la atmósfera, que es un poco lo que ha pasado en Marte”.
De los planetas rocosos del sistema, sólo el nuestro tiene auroras. Los científicos han descubierto estos fenómenos en gigantes gaseosos como Saturno y Júpiter, pero no en Marte y Venus, cuyos campos magnéticos son muy tenues. De este modo, pueden aprender nuevos aspectos de estos planetas, y hasta trazar su evolución a lo largo de su historia. Las auroras son más que impresionantes espectáculos de luces en el cielo.
jpe