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El famoso cuadro de la Mona Lisa, de Leonardo Da Vinci, símbolo universal del enigma emocional, parece definitivamente feliz y sólo en pocos casos su gesto facial es interpretado como de tristeza.
Investigadores de la Universidad de Friburgo (Alemania) manipularon la curvatura de la boca de la Mona Lisa como una fuente potencial de ambigüedad, y estudiaron cómo una serie de variantes más felices o tristes de la cara influyen en la percepción.
En dos experimentos, presentaron a una docena de participantes rangos de estímulos diferentes con diferentes tamaños de paso entre los estímulos a lo largo del eje feliz-triste de las expresiones emocionales de la cara.
Los estímulos se presentaron en orden aleatorio y los participantes indicaron la expresión facial emocional percibida (primera tarea) y la confianza de su respuesta (segunda tarea). La probabilidad de responder "feliz" a la Mona Lisa original fue cercana al 100%.
Además, en ambos supuestos, la felicidad percibida de las variantes de Mona Lisa describe funciones sigmoides, en forma de ese, de la curvatura de la boca. La confianza de los participantes fue más débil alrededor de los puntos sigmoidales de inflexión.
Sorprendentemente, las funciones sigmoides, así como los valores de confianza y los tiempos de reacción, difieren significativamente entre las condiciones experimentales.
Finalmente, los participantes respondieron generalmente más rápido a las caras felices que a las caras tristes. En general, la Mona Lisa original parece ser menos ambigua de lo esperado.
Sin embargo, la percepción y la reacción al contenido de la cara emocional es relativa y depende fuertemente del rango de estímulos utilizados, señala el estudio, publicado en Scientific Reports, y liderado por Jürgen Kornmeier, del Institute for Frontier Areas of Psychology and Mental Health.
jpe