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Alejados de los flashes del público, medio centenar de chimpancés convive en el "santuario" de Sorocaba, una ciudad brasileña que se ha convertido en un refugio para grandes primates que han sufrido "traumas" durante su paso por zoológicos y circos.
En lo alto de una torre de cemento, Dolores, una chimpancé de 20 años, da saltos de manera compulsiva, aplaude y grita incesantemente ante la indiferencia de algunos de sus compañeros. Son las secuelas de su vida circense, que la dejaron "completamente loca", según cuenta el cubano Pedro Ynterian, propietario de esta reserva situada en el interior de Sao Paulo.
La iniciativa surgió hace dos décadas y se profesionalizó en el año 2000, cuando decidió asociarse al Proyecto Protección a los Grandes Primates (GAP), un movimiento internacional que lucha por el derecho a la vida, la libertad y la "no tortura" de los chimpancés, gorilas, orangutanes y bonobos.
Al igual que en los zoológicos y circos, en el "templo sagrado" los animales están en cautiverio, pero las condiciones, resalta Ynterian, son distintas: no sufren el "estrés" del público, el tamaño de las instalaciones es superior y la alimentación es ilimitada.
Los chimpancés son los principales protagonistas de este "santuario" de medio millón de metros cuadrados, pero en él también conviven otro tipo de simios, aves, leones y osos "rescatados" por las autoridades regionales de circos y zoos, así como de redes de tráficos de animales.
"Ya no suelo recibir más animales. En el caso de los monos y las aves estoy a favor de que sean puestos en libertad. Con los chimpancés es diferente porque no tienen adonde ir. Son de África y los africanos nos los van a aceptar de vuelta", cuenta Ynterian, de 77 años, microbiologista y propietario de un laboratorio testes de embarazo.
Este refugio brasileño será probablemente el nuevo hogar de Cecilia, una chimpancé del zoológico argentino de Mendoza que fue cerrado al público el año pasado después de una seguidilla de muertes.
Tras un embrollo jurídico, un tribunal provincial hizo lugar a un habeas corpus y dispuso el traslado del chimpancé, que podría darse en los próximos meses.
"Para Cecilia esto será totalmente diferente. Si ella tiene salud para resistir todo ese proceso, ella va a tener una vida muy feliz", asegura el empresario.
En Sorocaba, los chimpancés viven en una especie de fortaleza construida con muros de cemento, dividida en diferentes compartimentos en los que habitan los ejemplares del mismo grupo.
En su interior hay césped, pero no árboles, ya que, según cuenta Ynterian, las ramas eran utilizadas por los animales como herramientas para saltar las paredes.
En el refugio, los primates tienen a su disposición todo tipo de comida, pero al igual que los humanos -con quienes comparten el 99.4% del ADN- tienen sus preferencias: pastel de pollo, refrescos y yogur de zanahoria, naranja y miel.
El doctor Ynterian llega al "santuario" a las 3 de la madrugada y prepara diariamente la comida de los chimpancés, a los que considera parte de su familia, especialmente a Guga, un macho dócil y juguetón de 16 años que ha crecido en el refugio.
Otros chimpancés son más nerviosos, como Alex o Bob, cuyos dientes fueron extraídos en el circo, antes de que las leyes regionales prohibieran el uso de animales en los espectáculos.
"Nuestro primer objetivo fueron los circos, era donde los animales más sufrían", señala Ynterian, quien asegura que la lucha ahora está centrada en el "lobby" de los zoológicos".
En 2009, la Unión Brasileña de Circos Itinerantes (Ubci) presentó una denuncia contra el "santuario" acusándolo de realizar experimentos contra el Sida, pero una investigación posterior descartó posibles irregularidades, según confirmó a Efe el Ministerio Público (MP) de Sao Paulo.
De acuerdo con el MP, en la época un equipo constató que la entidad cumplía todas las normas, trataba bien a los animales y contaba con una licencia del órgano proteccionista.
"Las denuncias fueron completamente infundadas, la venganza de algunas personas del circo debido a la presión que el GAP y otras ONG estaban haciendo para rescatar a los animales del circo", recalcó GAP en una nota enviada a Efe.
Con presencia en cinco países, el GAP ha lanzado una campaña para que los grandes simios -en peligro de extinción- sean Patrimonio Vivo de la Humanidad, lo que permitiría una mayor protección de las poblaciones en libertad, de su hábitat y de las comunidades locales e indígenas que habitan en zonas por las que campean estos animales.
jpe