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Descubrir planetas similares a la Tierra se ha convertido en uno de los objetivos fundamentales de las investigaciones espaciales y a finales del 2017 será lanzada una misión que promete abrir nuevas fronteras en este campo. La misión TESS (Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito) consiste en buscar planetas fuera de nuestro Sistema Solar, utilizando el método de tránsito. Este consiste, a grosso modo, en estudiar los pequeños cambios en la intensidad de la luz que se produce en las estrellas, pues cuando un planeta está orbitando eclipsa la línea de visión, por lo que la caída en el brillo estelar, corresponde a la masa del planeta bloqueando esa fuente de luz.
Hasta ahora la Misión Kepler, un proyecto con base en el Centro de Investigación Ames de la NASA, había sido el principal “cazador” de exoplanetas. Hasta el momento se han detectado más de cuatro mil candidatos a planetas y confirmado la presencia de 3 mil 439. A mediados del 2015 se encontró el primer planeta con características similares a la Tierra, lo que ha despertado el interés por continuar con esta búsqueda principalmente en la “zona habitable” de un Sistema Solar, esta área es considerada por la NASA como la franja en la que la temperatura permitiría la existencia de agua en estado líquido. La mayoría de los planetas que se han encontrado son gigantes de hielo o gas, similares a Júpiter más que a la Tierra, pero sus satélites podrían constituir una morada más factible para albergar vida.
Durante este año se esperan obtener también nuevas pistas de la historia lunar mediante material recolectado por la misión Chang'e-5 de China. La última vez que se recolectó material de este tipo y fue traído a la Tierra, fue durante la década de los setenta. Los especialistas calculan que si la misión es exitosa, podrían llegar a nuestro planeta dos kilos de muestras de roca y suelos lunares. Todas las misiones Chang'e de la Administración Espacial Nacional China (CNSA) han concentrado sus esfuerzos en la exploración robótica de la superficie lunar ya que este país planea lanzar una misión con tripulación humana en ocho años.
Otro suceso de gran relevancia en la historia espacial ocurrirá este 2017. Después de casi 20 años de duración, la misión Cassini llegará a su final y la NASA tiene la fecha exacta de lo que denomina “El gran final”: 15 de septiembre de 2017.
Pero mientras la misión Cassini llega a su final, el estudio de las ondas gravitacionales, el gran suceso científico del 2016, apenas inicia una nueva etapa de descubrimientos. Se prevé que para este año LIGO y VIRGO, dos de los principales detectores de ondas gravitacionales, tendrán resultados sobre el origen de estas ondas en galaxias particulares, lo que supondrá, según científicos de LIGO, un gran paso en la exploración de dos de los grandes cuestionamientos de la astronomía contemporánea: ¿Cómo se forman los agujeros negros y cómo se comporta la materia bajo condiciones extremas?
Este 2017 también se comenzarán a comercializar células solares a bajo costo. Desde hace varios años, la perovskita se convirtió en una alternativa para potenciar el trabajo de las celdas solares, pero los investigadores habían batallado para neutralizar su toxicidad y conseguir aumentar significativamente su funcionalidad en relación al silicio. La perovskita es un mineral del grupo de los óxidos relativamente raro en la corteza terrestre, pero puede combinarse fácilmente con otros materiales para crear a bajo costo láminas muy delgadas y flexibles para fabricar revestimientos y paneles solares ligeros. Finalmente el cometido ha sido logrado, lo que supone también una nueva etapa en los nuevos sistemas de generación de energía solar.
Nuevos tratamientos
Apenas el año pasado se presentó ante la Asociación Estadounidense para al Avance de la Ciencia, (AAAS), una prometedora terapia contra el cáncer. Conocida como Car-T (Antígeno quimérico del Receptor-T) esta investigación, impulsada por el Centro Fred Hutchinson de Investigaciones sobre el Cáncer en Seattle, reprograma las células T mediante ingeniería genética. Este tipo de células son las encargadas de coordinar la respuesta inmune en el organismo y mediante su manipulación se busca que sean capaces de localizar y destruir las células cancerosas. En los estudios clínicos de este tratamiento se detectaron algunos problemas de toxicidad que incluso causaron la muerte de algunos pacientes; sin embargo, según reportes de la revista Nature, grandes empresas farmacéuticas como Novartis ya luchan por obtener la aprobación para lanzarla al mercado este año, pues es vislumbrada como una nueva alternativa, que al igual que la quimioterapia y la radioterapia, no será una terapia para todos los casos, sino para ciertos tipos de cáncer, como la leucemia linfoblástica aguda.
En otras cuestiones relacionadas con investigaciones médicas, más estudios sobre el microbioma humano prometen dar mucho de qué hablar durante este año. La interacción bioquímica entre nuestros virus, bacterias y células está revolucionando el estudio de diversas patologías. Actualmente se están realizando importantes investigaciones sobre los efectos del microbioma precisamente en el desarrollo del cáncer. Pero este año también el estudio de la microbiota humana podría dar nuevos datos sobre su influencia en los nacimientos prematuros y las enfermedades como la diabetes tipo 2. Lo que plantean investigadores de Harvard, como Anthony L. Komaroff, es que tanto genes humanos como genes microbianos, en relación directa con los alimentos que consumimos, crean relaciones que determinan las enfermedades de forma mucho más contundente de lo que se pensaba.
Una mirada al fondo del mar
Hace cuatro años un equipo de científicos del British Antarctic Survey (BAS) y la Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth (CSIRO) de la Agencia Nacional de Investigación Australiana, descubrieron cómo el carbono de la superficie del Océano Austral llegaba hasta aguas profundas, lo que hizo que los especialistas pudieran entender mejor los efectos del cambio climático mediante la absorción de carbono por parte del océano. Debido al tamaño y la ubicación remota del Océano Antártico, los científicos han logrado explorar en esta zona con la ayuda de pequeñas sondas robóticas. Después de varios años de recopilación de datos, estas mediciones podrían dar pistas más consistentes sobre el cambio climático en relación directa con el almacenamiento de carbono en las profundidades oceánicas por efectos antropogénicos.
También en relación con el legado marino de estas zonas del planeta, el Mar de Ross, una bahía profunda en el océano Glacial Antártico, precisamente al sur de Nueva Zelanda, es considerada la reserva marina más grande del mundo y un lugar de investigación científica por excelencia. A finales de este año inicia en este sitio uno de los grandes logros de los conservacionistas: la protección de una zona de mil 570 kilómetros cuadrados que estará libre de pesca y extracción de minerales durante 35 años.
A pesar de que esta bahía, más su plataforma y talud, representan sólo el 2% del océano Antártico, alberga importantes especies marinas: casi al 40% de la población mundial del llamado pingüino Adelaida y alrededor del 6% de las ballenas enanas de la Antártica; pero además la región es muy importante para el mundo marino en general porque de sus aguas profundas surgen nutrientes que viajan alrededor del mundo a través de las corrientes, como el caso del llamado krill, pequeño invertebrado marino parecido al camarón, que es un alimento fundamental de especies como ballenas y focas.
Los científicos también esperan obtener este año pruebas más consistentes sobre el blanqueamiento de corales. A inicios del año pasado, la revista Nature presentó un reportaje alertando sobre la severidad del fenómeno que había atacado la Gran Barrera de Coral australiana. Sin embargo, se registraban áreas que no parecían sufrir mayor afectación, por lo que los datos almacenados durante la última década servirán para establecer información más consistente sobre los factores que realmente provocan su deterioro.
Precisamente la NASA, mediante el magno proyecto CORAL (COral Reef Airborne Laboratory) tiene previsto lanzar este año un informe global sobre mediciones y datos recabados en todo el mundo y que hasta el momento marcan que 33 al 50% de estos tesoros naturales se han degradado significativamente o perdido. Esta información servirá para planear estrategias más focalizadas sobre el fenómeno que para especialistas de la NASA es uno de los termómetros claves sobre el estado de la vida natural en la Tierra.