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En Nanacamilpa la noche se ilumina gracias al poder de la bioluminiscencia. Esta reacción bioquímica se produce en la parte inferior del abdomen de las luciérnagas, donde una sustancia conocida como luciferina se oxida por el efecto de la enzima luciferasa. El resultado es el espectacular brillo con el que especies como la Macrolampis palaciosi evidencia su presencia en los bosques de pino y oyamel de este municipio en Tlaxcala, sobre todo en su época de reproducción, durante el verano. Este lampírido es sólo un ejemplo de las numerosas especies micro endémicas que habitan nuestro territorio y de las que se busca mayor presencia en los listados de conservación natural.
Pequeños grandes tesoros
El listado de la Alianza para la Extinción Cero (AZE) se concentra precisamente en este tipo de especies que habitan una región geográfica de limitada extensión y cuya permanencia en el planeta depende primordialmente de la conservación de su pequeña área de supervivencia. La AZE es una iniciativa internacional para el cuidado de la biodiversidad que se encarga de identificar y buscar estrategias de protección para especies que están en peligro de todo el mundo.
La doctora María Esther Quintero, coordinadora de Especies Prioritarias de la Dirección General de Análisis y Prioridades de la Conabio, recuerda que en sus comienzos esta iniciativa conservacionista se enfocaba únicamente a proteger áreas con especies endémicas de aves, pero posteriormente se empezó a preocupar por la biodiversidad en general.
La última revisión registrada para especies en nuestro país fue hecha en 2010. Desde 2015, la Conabio, mediante la Coordinación de Especies Prioritarias y con el apoyo de expertos del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (IB-UNAM), está a cargo de este proceso en el país. Existían 150 especies en la lista y en un nuevo listado preliminar se han sumado 110 para un total de 260.
La experta explica que la AZE en un principio se basaba únicamente en las especies evaluadas por la Unión Internacional para la Naturaleza (UICN), la forma más global y estandarizada de ver a las especies amenazadas. “Lo que se hacía era revisar las categorías críticas de esta lista y
de allí se basaban para ver cuáles organismos estaban en áreas pequeñas y se escogían como especies AZE”.
Sin embargo, Quintero explica que los expertos se dieron cuenta que era necesario ampliar los parámetros, pues en nuestro país hay muchas especies microendémicas que no han sido evaluadas ni están consideradas en los listados de la UICN o de la Norma Oficial Mexicana que protege especies nativas de flora y fauna (NOM-059-SEMARNAT-2010) y que se deben considerar.
Los invertebrados son el grupo principal del nuevo listado. “Hay muchos más invertebrados que vertebrados en el mundo, pero por alguna razón histórica están muy poco representados en las listas de riesgo y conservación”. Quintero señala que se están considerando por primera vez especies de insectos como luciérnagas, tarántulas y libélulas que son organismos muy importantes en los ecosistema nacionales. Explica que muchos de los invertebrados considerados son endémicos de cuevas, lugares a los que se les suele prestar poca atención por la dificultad de acceso a estos lugares, y consecuentemente de estudio y protección para las especies que los habitan. Diversas investigaciones en espeolología calculan que al menos una cuarta parte del territorio mexicano son cavernas. Se tiene un registro de alrededor de siete mil cuevas en el país, pero la compleja red de ancestrales formaciones subterráneas podría multiplicar este cálculo hasta por cinco. Es así que la vida que las habita es fundamental para entender el legado natural de nuestro país.
Cuevas, lagunas y otros escondites
“Por primera vez vamos a tener organismos de cuevas protegidos en la lista. También los peces de agua dulce entran por primera vez en el listado propuesto”, señala la especialista de Conabio y acota que las especies de agua dulce suelen estar poco representadas en las lista de riesgo a pesar de que también existen muchos endemismos en el país. “Son organismos muy amenazados pero que se estudian muy poco. A cada rato se pierden cuerpos de agua y resulta que eran el único reservorio de estos organismos y sólo quedan los recuentos históricos”.
En este sentido se han considerado varias especies que viven en las lagunas, como por ejemplo el caso de la laguna de Chichancanab. En el caso de las lagunas, las especies invasoras se vuelven más peligrosas, pues son cuerpos de agua limitados. En la lista se proponen hasta el momento cuatro zonas que incluyen una o más especies en peligro. En el caso de la mencionada laguna, ubicada al noroeste de Quintana Roo y con una longitud aproximada de 30 kilómetros, existen diferentes leyendas sobre los seres que la habitan desde sirenas hasta serpientes prehistóricas gigantes, pero más allá de los mitos, los seres que nadan en sus profundidades y que la AZE contempla, son diversas especies del género Cyprinodon o “cachorritos”, peces de agua dulce muy amenazados en el país.
En el texto Los peces de México: una riqueza amenazada, publicado por los departamentos de Hidrobiología y Biología de la UAM Iztapalapa se destaca que la ictiofauna (conjunto de peces de una zona determinada) de México es reconocida mundialmente por su gran número de endemismos, sin embargo una gran proporción, básicamente de especies dulceacuícolas, se considera en riesgo. En este sentido, una de los familias que ha generado más extinciones es precisamente la Cyprinodontidae. La perturbación de los hábitats por factores antropogénicos y la llegada de especies exóticas han determinado el proceso.
Otra de las lagunas propuestas es La Preciosa, en Puebla, que forma parte de un conjunto de cuerpos de agua de origen volcánico. En este caso la especie endémica que se busca proteger es la Poblana letholepis, conocido popularmente como charal de La Preciosa. La Isla Clarión en Colima y el Sistema de dunas de Chihuhua son los otros dos sitios contemplados.
“El sistema de dunas es muy importante porque es un tipo de lugar donde normalmente la gente piensa que no hay nada relevante, pero en realidad hay una gran cantidad de plantas y reptiles endémicos que son únicos y mantienen adaptaciones evolutivas muy importantes, como por ejemplo aguantar la alta salinidad de esos ecosistemas”, opina Quintero.
Es así que con la lista preliminar presentada en un evento paralelo en la pasada Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (CoP13) en Cancún, las nuevas especies aumentarán significativamente la lista actual de especies de la Alianza, pero los expertos siguen trabajando y se espera que a mitad de año se tenga la publicación final donde se sumen aun más resultados.
Pero, ¿qué pasa después de que el nombre de una especie se suma a esta lista? La especialista señala que se tienen que establecer diferentes estrategias de protección según los casos específicos. “Estamos trabajando en paralelo con la Comisión Natural de Áreas Naturales (CONAA) para analizar junto con ellos qué tipo de protección se brinda”. Quintero explica que hay muchas áreas donde habitan plantas y animales que están fuera de predios federales. Se ubican dentro de terrenos de particulares donde se tiene que llegar a establecer acuerdos para la protección conjunta. Un ejemplo es el área de Nanacamilpa, famosa por el espectáculo natural que ofrecen las luciérnagas. “Afortunadamente en ese caso los comuneros fueron los primeros en dar aviso del fenómeno y se encargan de la conservación del lugar, pero se tiene que trabajar en general con la gente que
posee estos predios de propiedad privada o tierras comunales”.
La especialista señala que en el tema de gobernanza juegan un papel muy importante las ONG´s. Un ejemplo activo de este tipo de organizaciones que menciona Quintero es Pronatura Noreste, que por cierto obtuvo el Premio al Mérito Ecológico 2016. Explica que esta organización está trabajando con comuneros en el norte del país que son ganaderos. Lo que se busca es lograr es que las zonas AZE sean manejadas de cierta manera, como en este caso mantener al ganado en sistemas naturales cuya estructura ayude a defender también a otras especies que habitan allí.
Es así que después de la propuesta del nuevo listado, el trabajo de protección directa de las especies tiene que involucrar a las autoridades y a la sociedad civil para lograr en conjunto la sustentabilidad, pues finalmente se trata de recursos comunes, tesoros naturales de los que dependemos todos.