Los trastornos relacionados con el miedo afectan aproximadamente a una de cada 14 personas y colocan una presión considerable sobre los servicios de salud mental. En la actualidad, un enfoque común es que los pacientes experimentan alguna forma de terapia de aversión, en el que enfrentan su miedo al ser expuestos ante él con la esperanza de que el paciente vea que su miedo no es perjudicial después de todo.
Sin embargo, esta terapia es desagradable, y muchos optan por no seguir adelante con ella. Ahora, un equipo de neurocientíficos de Reino Unido, Japón y de los Estados Unidos, ha encontrado una manera de eliminar inconscientemente el miedo del cerebro, informó a través de un comunicado la Universidad de Cambridge.
El equipo desarrolló un método para "leer" e identificar un miedo en la memoria, utilizando una nueva técnica llamada "Neurofeedback Decoded". La técnica conociste en monitorear el cerebro e identificar patrones complejos de la actividad que se asemejen al recuerdo de un miedo específico.
Para llegar a este descubrimiento, los científicos experimentaron con 17 voluntarios, a los que les crearon un recuerdo de un miedo mediante la administración de una breve descarga eléctrica mientras veían un imagen determinada. Después, los investigadores en lugar de exponer a los voluntarios a la imagen asociada al calambre, buscaron el patrón cerebral de ese recuerdo, y lo cambiaron por otro agradable al dar a sus voluntarios experimentales una recompensa, en lugar de una descarga eléctrica.
El doctor Ben Seymour, de la Universidad de Cambridge, fue uno de los autores del estudio y explica el proceso:
"La forma en que la información está representada en el cerebro es muy complicada, pero el uso de la Inteligencia Artificial (AI) de reconocimiento de imagen nos permite identificar aspectos del contenido de dicha información. Cuando se indujo la memoria del miedo leve en el cerebro, fuimos capaces de desarrollar un método rápido y preciso de la lectura mediante el uso de algoritmos de IA. entonces, el desafío era encontrar una manera de reducir o eliminar la memoria del miedo, sin exponer al sujeto a sus temores de forma conscientemente".
Además aseguró que se dieron cuenta de que "incluso cuando los voluntarios estaban simplemente descansando, pudimos ver que durante breves momentos que el patrón de actividad cerebral fluctuante tenía características parciales de la memoria del miedo específico que les habíamos inducido, a pesar de que los voluntarios no eran conscientes de ello. Como podíamos descifrar los patrones cerebrales de forma rápida, decidimos darles una recompensa, una pequeña cantidad de dinero, cada vez que detectamos ese patrón de miedo en sus cerebros".
El equipo repitió el procedimiento durante tres días. A los voluntarios se les dijo que la recompensa monetaria que ganarían dependía de su actividad cerebral, pero no se les especificó más. Mediante la conexión entre los distintos patrones sutiles de la actividad cerebral vinculada a la descarga eléctrica con una pequeña recompensa, los científicos esperaban anular poco a poco e inconscientemente la memoria del miedo.
El doctor Ai Koizumi, del Instituto de Investigación Avanzada en Telecomunicaciones, de Kyoto y director de la investigación comentó que "las características de la memoria que se sintonizaron previamente para predecir el choque doloroso, ahora estaban siendo reprogramadas para predecir algo positivo en su lugar".
Posteriormente, el equipo probó lo que sucedió cuando le presentaron a los voluntarios las imágenes previamente asociados con los choques.
"Sorprendentemente, ya no podíamos ver la respuesta de sudoración típica del miedo que se muestra en la piel. Tampoco podíamos identificar una mayor actividad en la amígdala, que es el centro del miedo del cerebro. Esto significaba que habíamos sido capaces de reducir el miedo sin que los voluntarios experimenten de forma conscientemente el temor", aclara Koizumi.
Aunque el tamaño de la muestra en este estudio inicial era relativamente pequeño, el equipo espera que la técnica puede ser convertido en un tratamiento clínico para los pacientes con trastorno de estrés postraumático o fobias.
Esta investigación será publicada en el primer número de Nature Human Behaviour.
jpe