Más Información
Otorgar suspensiones es obligación de los juzgadores: magistrado Torres Ángel; “no es delito para abrir una carpeta de investigación"
Da Cámara de Diputados casi 80 mil pesos a Pedro Haces para viaje a Suiza; 19 mil pesos de viáticos por día
Fernández Noroña retira petición a la Corte para que sobresea recursos contra reforma judicial; “no nos moveremos un milímetro”, advierte
En días pasados el equipo internacional de la Expedición 364, conformado por 31 científicos de 20 países que se propone develar los efectos posteriores al impacto del meteorito que cayó en Chicxulub, en el estado de Yucatán, se reunió en el Centro de Ciencias del Medio Marino (MARUM) en la Universidad de Bremen, Alemania, para analizar los núcleos de roca que se extrajeron en el sector marino del cráter a partir de los 506 metros y hasta los mil 335 metros de profundidad entre abril y mayo de 2016.
Se consideró que esta misión fue 99% exitosa al haber recuperado muestras de hace 66 millones de años y de 50 millones de años, de las cuales se conjuntaron 120 metros de sedimentos de piedra caliza, así como unos 120 metros de rocas fracturadas y derretidas enterradas en el anillo de picos que rodea al centro del cráter que permiten, junto con otras evidencias, proponer que existió un vigoroso sistema hidrotermal como consecuencia del impacto, las rocas fracturadas y fundidas, así como de los fluidos que corrían sobre estas, que terminaron cubriendo el anillo de picos.
“Mientras que el cráter es la evidencia del impacto, el equipo de investigadores también descubrieron que la vida microbiana encontró un punto de apoyo en el cráter aprovechando, probablemente, la química y naturaleza porosa de las rocas rotas y fundidas. El grupo también ha notado que los sedimentos que quedaron sepultados, recuperados por la Expedición 364, incluyen evidencias de intervalos de tiempo críticos de la vida marina cuando se hizo una recuperación en la zona cero, donde las condiciones del océano pueden haber sido tóxicas durante un periodo prolongado de tiempo después del impacto”.
En conferencia de prensa, el equipo internacional, del cual son integrantes los mexicanos Jaime Urrutia Fucugachi, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias e investigador del Instituto de Geofísica (IGF) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Ligia Pérez Cruz, investigadora del IGF y Mario Rebolledo, investigador del Centro de Investigaciones Científicas de Yucatán (CICY), informó que los núcleos seguirán siendo estudiados a mayor detalle para comprender los efectos del impacto en la Tierra, causante del 75% de la extinción de la biodiversidad que marcó el fin del periodo Cretácico, y como caso de estudio de impactos en otros planetas del Sistema Solar.
Los núcleos fueron escaneados por primera vez en Texas, Estados Unidos, usando tomografía computarizada (CT-imaging), que suele emplearse con fines médicos en los Laboratorios Weatherford en Houston y procesados por la compañía Enthougth, Inc. en Austin. Ahora se encuentran en el Repositorio de Núcleos del Programa Internacional de Descubrimiento Oceánico (IODP, por sus siglas en inglés) en el MARUM.
En ese repositorio, los núcleos fueron divididos por la mitad; el equipo científico de 31 personas, con el apoyo de técnicos y estudiantes, están llevando a cabo una serie de medidas estándar marcadas por el IODP en estas muestras. La otra mitad de los núcleos se conservará para futuros estudios que sean de interés para la comunidad científica y el público.
Los científicos destacaron que esta expedición fue organizada por el IODP, el Consorcio Europeo de Perforación Científica (ECORD, sus siglas en inglés), el Programa de Perforación Científica Internacional Continental (ICDP, sus siglas en inglés), el Programa Internacional de Perforaciones Continentales (ICDP, siglas en inglés), el gobierno de Yucatán, el Gobierno Federal mexicano, la UNAM y el CICY.
jpe