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La doctora en ciencias biológico agropecuarias Delia Domínguez Ojeda, adscrita al Departamento Ambiental de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), descubrió que las hembras de dos especies de caracoles de tinta se masculinizan y se hace imposible su reproducción, como consecuencia de su exposición directa a contaminantes como el cloruro de tributilestaño (TBTCl), una sustancia presente en la pintura de embarcaciones, estructuras portuarias y artefactos de acuicultura.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Domínguez Ojeda explicó que desde los años ochenta ha estudiado en campo, laboratorio y bioensayos dos especies de caracol de tinta: Plicopurpura pansa y Plicopurpura columellaris, y recientemente encontró anormalidades en el aparato reproductor de las hembras.
“Se realizaron observaciones morfológicas, anatómicas, histológicas y a nivel genético para saber cómo es que se daba el proceso de imposex en esta especie en particular; este fenómeno es causado por efectos tóxicos de algunos contaminantes que ocasionan daño al sistema endocrino y se ha registrado para otras 269 especies de gasterópodos en el mundo. Durante la investigación, en laboratorio se encontró una hembra con dos penes, fenómeno que se conoce como difalia y que se ha reportado solo en otras dos especies de gasterópodos en vida silvestre”, explicó.
Según la investigadora, los contaminantes que afectan a estos animales son compuestos organoestañosos, utilizados en las pinturas de las embarcaciones, estructuras de zonas portuarias o artefactos de la acuicultura, que se liberan en el agua y depositan en el sedimento.
En México, dijo, solamente existen dos trabajos de investigación reportados sobre este tema, que es estudiado en Europa, Estados Unidos y algunos países de Latinoamérica.
Usos y abusos de los caracoles de tinta
Habitantes de comunidades indígenas localizadas en la costa del Océano Pacífico obtienen una tinta morada, producida en la glándula hipobranquial de las dos especies de caracoles, para teñir textiles de algodón.
La experta explicó que un caracol de tres centímetros de talla puede producir aproximadamente un mililitro de tinta. En Oaxaca, por ejemplo, grupos de empresarios explotaron en el pasado grandes extensiones de la zona intermareal rocosa —hábitat de estos organismos— para extraerlos y teñir textiles o comercializar la tinta, terminando con la población de estas especies, sin respetar las épocas reproductivas y la forma de extracción.
En Nayarit, los indígenas huicholes dejaron de usar esta tinta y la sustituyeron por el uso de productos artificiales. Se tiene reporte de que en sitios como Oaxaca y Guerrero también utilizan este tipo de caracoles como productos gastronómicos.
Prohibir los compuestos organoestañosos
La doctora Domínguez Ojeda estableció que el TBTCl es un producto que no solamente daña los caracoles, también puede incidir negativamente en invertebrados como las abejas y algunos crustáceos, y vertebrados como ranas y peces, incluso delfines. En los humanos no se ha encontrado alguna afectación por consumir alguno de los animales expuestos a estos compuestos.
Con los resultados de esta investigación, señaló la especialista, se espera que en México se prohíba definitivamente el uso de productos organoestañosos, además de que se refuerce la investigación sobre otro tipo de impactos, sobre todo en humanos.
“Desde 2008 a la fecha, están prohibidos los compuestos organoestañosos en varios países europeos, y México apenas está incursionando porque se sigue utilizando este tipo de pinturas, y hay que tomar en cuenta que la sustancia activa permanece en el ambiente, en el agua se mantiene por 30 días, moviéndose en las corrientes, pero en los sedimentos puede durar décadas”, subrayó.
Finalmente, declaró que se tendrá que reglamentar el uso de pinturas para las embarcaciones o infraestructura, regular la explotación de las especies, ya que aunado con la masculinización de las hembras, podría propiciarse su extinción, al verse imposibilitada su reproducción.
jpe