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Las propiedades químicas y farmacológicas de moléculas halladas en plantas ayudarían a combatir los trastornos mentales, asegura un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM).
La investigadora del Instituto, Rosa Estrada Reyes, indicó que el estudio busca encontrar en las plantas usadas por la medicina tradicional mexicana moléculas que tengan efecto en el sistema nervioso y que ayuden en los tratamientos de trastornos mentales.
La especialista indicó que contrario a los humanos, las plantas sintetizan sus propios alimentos, además, a partir del dióxido de carbono (CO2), agua y luz solar pueden crear azúcares, aminoácidos, hormonas, así como los metabolitos secundarios.
Dichos metabolitos secundarios desempeñan funciones específicas en las plantas, tales como la protección ante depredadores o una forma de comunicarse con otros organismos.
En una entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Estrada Reyes mencionó que gracias a la fitoquímica se puede saber las estructuras de los metabolitos secundarios.
La científica explicó que su investigación inició con la recolección de la planta, luego se llevó a un botánico para su certificación y después se extrajeron los componentes mediante métodos de maceración vegetal.
“Secamos la planta al sol, la molemos y la ponemos a macerar en disolventes de diferente polaridad. A esto le sigue un proceso de destilación en el que eliminamos todo el disolvente, para después poder aislar el principio activo”, detalló.
Uno de los procesos más difíciles para los investigadores es el análisis químico de extracciones con agua, pues se asemeja a las preparaciones de la medicina tradicional en donde las infusiones o “tecitos” son una práctica común.
Al concluir los procesos de extracción y eliminación de los disolventes se forma una mezcla compleja de todos los componentes de la planta, a lo que los investigadores llaman extracto.
“Una vez que tenemos ese extracto, que en ocasiones contiene más de 100 compuestos, debemos separar los compuestos para poder encontrar o seleccionar los que tienen alguna actividad farmacológica”, indicó la investigadora.
“Los separamos mediante técnicas cromatográficas. Dependiendo de la cantidad de material usamos cromatografía en columna preparativa, cuando hablamos de kilos de planta; o técnicas de alta resolución como HPLC o UHPLC, cuando hablamos de miligramos de planta”, agregó.
Los científicos verifican después la pureza del extracto mediante el análisis de sus propiedades físicas, como su punto de fusión y perfil en cromatografía en capa fina.
Luego, el extracto se envía al Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) o a la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Xochimilco, para obtener sus espectros de resonancia magnética nuclear (RMN) y espectrometría de masas (EM).
“La interpretación de sus características en RMN y EM, principalmente, nos lleva a obtener la identidad estructural del compuesto”, expuso Estrada Reyes.
“Es una especie de juego muy interesante, es una de las partes que más me gusta de la investigación, porque es como armar un rompecabezas. Nosotros llegamos a la estructura, no compramos los productos, los obtenemos e identificamos”, resaltó.
Para saber cuáles son las moléculas que pueden funcionar como medicamento, los especialistas realizan pruebas de laboratorio en animales de conducta, además, analizan la actividad biológica de los compuestos en sus extractos.
“Apostamos por dos abordajes diferentes: probar un compuesto específico aislado cuando sospechamos que es el responsable de la respuesta farmacológica; o cuando no conocemos la molécula activa, por lo que probamos las mezclas de compuestos y las simplificamos hasta llegar a las moléculas de interés”, explicó.
La científica mencionó que no puede describir un protocolo de cómo llegar a obtener una molécula líder, es decir, un extracto activo.
“Es otra de las cosas que me parece tan interesante del trabajo, los resultados que vemos en las pruebas farmacológicas nos van dictando cómo debemos llevar la estrategia de separación química”, expuso la científica.
Estrada Reyes dijo que la separación de las moléculas dentro de las plantas es importante, ya que cuando se consume en su totalidad, esta gasta las decenas de compuestos químicos que tiene. Además, aumenta la probabilidad que tenga compuestos tóxicos.
“Otra de las razones es que, en la planta, los metabolitos están compartimentados, es decir, son diferentes a los metabolitos que producen las hojas, las raíces, el tallo o las flores”, afirmó.
La especialista ejemplificó que existen plantas que producen compuestos tóxicos, pero sólo en las raíces o en sus semillas, pues tienen la función de ayudar a la supervivencia de la planta y su estirpe.
“En cambio, en las hojas pueden producir compuestos como los flavonoides con toxicidad mínima y que podrían tener un efecto tranquilizante benéfico”, afirmó.
“Por ejemplo, la amapola, los sabrosos panes con semilla de amapola son inocuos, no tienen efecto sobre el sistema nervioso central, pero la goma o el aislamiento de sus alcaloides tiene un impacto muy fuerte sobre el organismo”, añadió.
jpe