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Un grupo de investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizan una investigación para desarrollar aplicaciones en el cultivo de microalgas, a fin de producir biodiesel, biogás y bioturbosina.
Una gran parte de los combustibles fósiles tiene su origen en las algas, y debido a que acumulan proteínas, aceites y carbohidratos podrían usarse para crear biocombustibles, aseguró el investigador Alfredo Martínez Jiménez.
El proyecto lo realizan investigadores del Departamento de Ingeniería Celular y Biocatálisis del Instituto de Biotecnología de la UNAM, quienes proponen domesticar el cultivo de microalgas para obtener aceites o almidón, procesarlos y crear biocombustibles.
“Como todos los seres biológicos, las microalgas acumulan proteínas, carbohidratos y los aceites o las grasas. A lo largo del tiempo, estos elementos cambiaron su estructura y se convirtieron en lo que hoy conocemos como petróleo”, refirió Martínez Jiménez.
“Para producir biocombustible a partir de estos materiales tenemos que imitar esto que hizo la naturaleza, pero en otra escala de tiempo, no podemos esperar millones de años”, agregó el científico.
En una entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Martínez Jiménez mencionó que las microalgas no se ven a simple vista y se encuentran en mantos acuíferos de agua dulce, salada y aguas residuales.
“Tienen una característica muy importante: pueden reproducirse en un estanque y, al igual que una planta, estas realizan la fotosíntesis, fijan el dióxido de carbono y generan biomasa”, detalló el científico.
El investigador indicó que con procesos químicos y biotecnológicos se puede desarrollar biogás, biodiesel o bioturbosina, equivalente al que se usa para los aviones.
Para el desarrollo de la investigación, los científicos utilizan las microalgas oleaginosas debido a que acumulan mucho aceite, tal y como lo hacen las planta de soya o la palma de aceite.
Los investigadores buscan trabajar con las microalgas adaptadas al ambiente donde se desarrollará el biocombustible, pues en todo México existen variaciones de temperatura y condiciones del tipo de agua.
El fototrófico es el cultivo de algas más conocido, el cual se puede realizar en fotobiorreactores, unos estanques tipo pistas de carrera que tienen una profundidad de 15 y 20 centímetros, puntualizó el investigador.
“A través de estos circuitos hacemos circular las microalgas para que tengan una buena incidencia de luz. Las microalgas son fijadoras de dióxido de carbono, pues tienen una tasa fotosintética muy elevada”, explicó Martínez Jiménez.
“De tal manera que pueden fijar esta molécula a una velocidad relativamente alta en comparación con las plantas, a partir de la fotosíntesis podemos producir biomasa”, subrayó.
El proceso para obtener el biodiesel dentro del laboratorio es sencillo, sin embargo, el problema radica en la producción masiva, cultivar y concentrar las microalgas de forma eficiente y a bajo costo para la extracción del aceite.
El investigador señaló que las microalgas tienen otros compuestos que se pueden utilizar para la generación de otros productos a partir de su biomasa.
“La idea es dar viabilidad técnica y económica a los proyectos, es decir, realizar un uso integral del cultivo para diferentes productos como pasa con el petróleo”, dijo el especialista.
“El 95 por ciento de este (petróleo), que se genera para la producción de combustible, tiene el mismo valor económico que el cinco por ciento que se destina para otras aplicaciones, por ejemplo, la generación de biopolímeros o bioplásticos” resaltó.
Uno de los problemas que enfrentan este tipo de tecnologías es el uso de grandes cantidades de agua, sin embargo, el investigador mencionó que con los avances tecnológicos en la actualidad la producción a nivel comercial se lograría de cinco a 10 años.
rqm