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Unos anticuerpos naturales presentes en el sistema inmunológico de los demonios de Tasmania podrían combatir el cáncer facial que diezma a su población desde hace unas dos décadas, según una investigación divulgada este jueves.
El tumor que afecta a los demonios de Tasmania, que a menudo se contrae a través de heridas sufridas en peleas con ejemplares infectados, aparece en la boca del animal y aumenta de tamaño hasta causar unas deformaciones que le impiden comer para sobrevivir.
Los científicos liderados por Beata Ujvari, de la Universidad de Deakin, investigaron las diferentes moléculas presentes en el sistema inmunológico de los demonios de Tasmania (Sarcophilus harrisii) sanos comparándolos con aquellos afectados por el cáncer facial.
Así hallaron que "los demonios que no tenían esta enfermedad tienen una mayor proporción de estos anticuerpos", dijo Ujvari a la cadena local ABC.
Esto responde a que "probablemente algunos (demonios de Tasmania) tienen un mejor sistema inmunológico que otros como es el caso de los humanos, en que unos son más fuertes que otros", precisó.
Anteriores estudios científicos sobre humanos y animales ya han revelado que ciertos anticuerpos naturales son capaces de reconocer y matar a las células cancerígenas, por lo que la investigación se centraba en hallar la relación entre estas moléculas y el desarrollo del cáncer en los demonios de Tasmania, precisó Ujvari.
Los científicos creen que los resultados de la investigación, publicada en la revista científica Nature Scientific Reports, podría detener la expansión de esta enfermedad que ha devastado a la población de los demonios de Tasmania desde que fue detectada en 1996.
El siguiente paso es entender cómo funciona el mecanismo de los anticuerpos y probablemente desarrollar vacunas contra estos tumores faciales o tratamientos directos para reforzar la presencia de estos anticuerpos naturales.
"Pero esto es a largo plazo, dentro de unos cinco o diez años", remarcó Ujvari a la ABC.
Antiguamente el demonio de Tasmania pobló el territorio continental de Australia, pero ahora su hábitat se reduce a la isla de Tasmania, en donde este animal padece de tumores faciales y una baja diversidad genética.
Este carnívoro está incluido en el listado nacional de Australia de animales en peligro de extinción y también en la lista roja de Naciones Unidas por considerar que en un plazo de 25 a 35 años puede desaparecer si antes no se encuentra una cura al cáncer que está acabando con la especie.
kal