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El telégrafo fue la primera tecnología que se implantó de manera intensa económica y políticamente en el territorio nacional.
Además es un claro ejemplo de cómo un país cambia a un nuevo orden espacial y abandona otro, recordó Héctor Mendoza Vargas, del Instituto de Geografía de la UNAM.
A 166 años de la introducción de este sistema, el investigador destacó que conforme fue creciendo la red telegráfica, se definieron los espacios económicos más importantes y se reafirmó la centralidad de la Ciudad de México, como espacio de concentración del poder político y económico.
Todo esto empezó en octubre de 1850 cuando quedaron instalados los alambres conductores del telégrafo eléctrico en postes de las calles del hoy llamado Centro Histórico de la capital mexicana.
Fue en una sesión pública, en donde los capitalinos admiraron la transmisión de los primeros mensajes entre el Palacio Nacional y el Colegio de Minería.
Consolidando la centralidad
Juan de la Granja introdujo esta tecnología a nuestro país, la cual se reservó en sus inicios únicamente para negocios particulares.
Fue hasta 1867 que el gobierno liberal obtuvo el control de la red telegráfica. Esto impulsó un crecimiento de la red, pero también un bajo rendimiento de la misma, la cual no se reorganizaría sino hasta 1891, con la creación de la Dirección General de Telégrafos y la Escuela de Telegrafía, encargada de mejorar el servicio.
El telégrafo fue estratégico durante la época porfiriana, pues como nunca antes fue utilizado con fines de control y vigilancia social. Así para finales del siglo XIX, ya existía una red que cubría regiones recónditas del país y que consolidaría la centralidad de la Ciudad de México, comentó el universitario.
Mendoza Vargas resaltó que esta tecnología transformó la comunicación, ya que aceleró la transmisión de información y la vida social de los mexicanos de aquel entonces, permitió una modernización del Estado y favoreció el incremento de la actividad económica y política.
El telégrafo revolucionó las telecomunicaciones y la manera de pensar el territorio y de cómo trabajar en él, concluyó el geógrafo.
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM