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El baloncesto es un deporte vibrante, en el que muchos partidos tienden a resolverse en el último minuto, en una sucesión decisiones que puede parecer aleatoria, pero que una investigación sostiene que tiene mucho más que ver con las mismas leyes que rigen la evolución que con el azar.
Cuatro investigadores de las Universidades de Las Palmas de Gran Canaria y Playa Ancha (Valparaíso, Chile) acaban de publicar en la revista de la Asociación Internacional de Ingeniería y Tecnologías de la Información (IETA) los resultados que han extraído tras analizar 6 mil 130 partidos de cinco temporadas de la liga más competitiva del mundo, la NBA, y sus ritmos de anotación y juego.
Y su conclusión es clara: "El flujo y el diseño del juego en el baloncesto puede describirse igual que el de muchos sistemas naturales", de modo que los equipos de este deporte se pueden estudiar como si se tratasen de "sistemas autoorganizados".
Los autores de este estudio niegan que el desarrollo de los partidos de basquetbol y las secuencias de anotación sean completamente aleatorias, porque prefieren analizar el juego desde otra perspectiva: el viejo problema de las ciencias sociales y biológicas sobre cómo entender las condiciones que se requieren para poblaciones que evolucionan emerjan y consigan mantenerse.
"Se trata de cooperar sin esperar reciprocidad, sin egoísmo", argumentan. Y para explicarse, citan a una las grandes glorias de la NBA, el legendario entrenador de los Chicago Bulls y los Lakers, Phil Jackson: "El basquetbol es el yo al servicio del nosotros".
Este estudio combina la visión de tres físicos (Juan Martín González, Yves de Saa, Juan Manuel Díaz Manso, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria), y con la un profesor de Educación Física (Enrique Arriaza, de la Universidad de Playa Ancha) para analizar el baloncesto desde otra óptica: las leyes de potencia.
"La colaboración entre compañeros permite al equipo competir contra otros. Pero, al mismo tiempo, la confrontación entre equipos genera situaciones críticas, que propician una selección de jugadores. Parece simple, pero no lo es", argumentan.
Los datos que han recopilado de cinco temporadas de la NBA demuestran que el 63% de los partidos se resolvieron por diferencias menores a once puntos, muchos de ellos en 60 segundos finales en los que puede pasar de todo y en el que desempeñan un papel clave las faltas (representan el 94% de los puntos).
"El caso", argumentan el artículo, "es que en los momentos finales del partido, la incertidumbre puede ser la clave: los árbitros, la fatiga, las malas decisiones...", añaden.
Y en esos instantes, apuntan, los equipos de baloncesto se comportan como si fueran un ejemplo del "efecto Reina Roja", una hipótesis científica que toma el nombre del personaje del cuento de Alicia en el País de las Maravillas y que suele utilizarse en los estudios sobre la evolución natural y la extinción de las especies.
Así como los habitantes del mundo de fantasía ideado por Lewis Carroll deben correr lo más rápido que puedan solo para no moverse del sitio donde están, esta hipótesis sostiene que las especies se ven obligadas a mejorar continuamente solo para mantenerse.
En el baloncesto, las compañeros y rivales se influyen mutuamente con sus interacciones durante todo el partido y el propio juego permite que surjan comportamiento creativos, de modo que el que mejor se adapte, prevalece. Como en la propia naturaleza.
kal