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En la pantalla de la computadora aparece una gráfica con una serie de puntos que parecen obscurecer todo el plano. Bien podría ser la imagen del pulmón de un fumador, pero aunque no se trata propiamente de la radiografía de un ser humano, sí se trata de la evidencia de una ciudad enferma. El doctor Omar Amador Muñoz, del departamento de Mutagénesis Ambiental del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM señala que se trata de un muestreo de 24 horas de las finas partículas PM2.5 en la zona de Tlalnepantla.
Las manchas que se forman en el monitor por la aglomeración de puntos, representan una muestra de lo que se respira al norte del Valle de México, más de 500 nuevos compuestos orgánicos formados en la fase particulada del aerosol atmosférico con diámetro menor a 2.5 micrometros. Aún no se sabe exactamente qué son y cuáles son sus efectos en el organismo, pero este es sólo un ejemplo del inagotable tema de la contaminación atmósferica en México y cuya factura parece ser cobrada por la naturaleza a un precio cada vez más alto.
“La definición de contaminación es materia o energía contenida en la atmósfera en concentraciones no naturales que provocan alteraciones en su composición. Esta puede ser natural, pero generalmente se deriva de las actividades humanas. El contaminante puede ser primario, que es el que se emite; pero también puede ser secundario, el que se forma. En este sentido, los que más nos aquejan son el ozono ambiental y las partículas”, señala el especialista.
El ozono ambiental se crea a través de reacciones foto químicas entre hidróxidos de nitrógeno (NOx) y compuestos orgánicos volátiles (COV) derivados de fuentes como la quema de combustible, mientras las partículas tienen muchos componentes y pueden ser tanto contaminantes primarios como secundarios. “El ozono es un accidente foto químico que se forma en el Valle y los vientos dominantes lo transportan de norte a sur, es así que generalmente en el sur de la ciudad hay más ozono y las personas que viven en la parte norte están más afectadas por partículas”.
Las partículas PM2.5, son las más peligrosas, las que se internan en los alveolos pulmonares. El Doctor Omar Amador Muñoz explica que a diferencia del ozono que es un oxidante que irrita, las partículas tiene efectos adversos mucho más fuertes, pues están compuestas de cientos a miles de contaminantes orgánicos e inorgánicos. “Algunos pueden ser inocuos, pero la mayoría no lo son. Un ejemplo son las partículas en zonas rurales, compuestas primordialmente de silicatos y carbonatos, provenientes de la tierra y cortezas. Pueden estar en niveles fuera de norma, pero es un material más inocuo y más fácilmente excretable por el organismo; pero en zonas urbanas con muchos vehículos, 90% de los tóxicos emitidos y formados se encuentran en partículas menores a las PM2.5, que son las que no pesan”.
“Es así que nunca vamos a estar fuera de norma porque ésta se restringe a la masa, pero no se toma en cuenta la composición”, señala el experto añadiendo que también es necesario evaluar las partículas de esta forma para garantizar la seguridad de todos los organismos vivos y la salud del planeta en general, pues éstas también definen el efecto radioactivo de la atmósfera: “Dependiendo de la composición de las partículas puede haber un calentamiento o enfriamiento. Es así que, por ejemplo, puede inhibir o exacerbar las gotas de lluvia alterarando la formación de nubes”.
Peligrosa “olla de vapor”
El experto señala que en el valle en que vivimos se convierte en una especie de “olla de vapor” para los contaminantes, pues generalmente hay poca velocidad de viento y frente a las emisiones constantes de alrededor de cinco millones de vehículos en la zona metropolitana, el problema crece paulatinamente. De hecho, en un informe reciente del Centro Mario Molina se reportó que en la última década la flota de vehículos ha crecido a una tasa promedio anual de 3.8%.
Según este documento titulado “Mejorar la calidad del aire en el Valle de México es urgente y un gran reto para la sociedad”, la fuente que más contribuye a la contaminación en la zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) es el transporte, donde los vehículos de transporte pesado a diesel y los coches particulares ocupan el primer y segundo lugar, respectivamente, en la emisión de partículas finas.
“El problema de los vehículos a diésel es que este combustible tiene azufre y su combustión es menos eficiente que en un motor a gasolina. Esto provoca la generación de partículas en mayor cantidad que en los vehículos a gasolina, principalmente partículas con carbono elemental. Otro problema es que si este tipo de vehículos no tienen catalizadores o filtros para la salida del material particulado, hay una emisión directa de las partículas y el material orgánico adherido a ellas. A esto se suman también los metales que por abrasión, se desprenden del sistema de escape”, apunta el doctor Omar Amador Muñoz para quien las normas se deben aplicar de igual forma para cualquier tipo de emisor. Muchos de los camiones que circulan indiscriminadamente en el Valle de México, tiene más de veinte años, vehículos con esta antigüedad, según datos del Centro Mario Molina, contaminan veinte veces más.
Para el especialista, el problema de la contaminación atmosférica está muy ligado a la corrupción, así como la falta de educación y conciencia ciudadana en nuestra población. “El no llevar a verificar los vehículos o querer engañar con una falsa verificación es un autodaño en el que se tira el dinero por el escape”, señala y agrega que en ejemplos históricos como la llamada “Gran Niebla” (Londres,1952), un periodo de grave contaminación ambiental por el crecimiento incontrolado de la quema de combustibles fósiles en la industria y en los transportes, no había suficiente conocimiento sobre los detonadores que causaron la muerte de miles de personas, sin embargo aunque hoy hay mucha información, la gente sigue sin asumirlo como un problema propio.
Según lo reportado en el documento del Centro Mario Molina, la reciente decisión de ajustar el Programa de Verificación Vehícular para otorgar los hologramas en función solamente de los niveles de emisión y no del año-modelo de los vehículos agravó el problema sumando más de 600 mil vehículos al tránsito diario desde hace alrededor de seis meses.
“A esta modificación al Programa, se suma el hecho de que en la ZMVM hay un gran número de vehículos emplacados en otras entidades. Ello obedece a diversas razones, incluidas la de evitar el pago de la tenencia y acceder a un holograma inclusive sin la necesidad de presentarse a un centro de verificación. En muchos casos, además se trata de vehículos que tienen altos niveles de emisiones y que lograron acceder al holograma cero aprovechando prácticas de corrupción y fallas evidentes en los sistemas de verificación”, se lee en el documento que también especifica que de acuerdo con un análisis propio, a partir de mediciones realizadas en 2015 con equipo de sensor remoto, cerca del 45% de los vehículos con holograma cero y más del 80% con holograma dos, rebasan los límites permitidos con la normatividad actual, sin embargo siguen circulando.
Soluciones urgentes
El documento concluye enumerando una serie de acciones urgentes de política pública para poder establecer un plan de soluciones al cada vez más grave problema de la contaminación atmosférica en el Valle de México. La primera es expandir la calidad y seguridad del transporte público, pero también implementar políticas que limiten el uso de transporte privado, como impuestos que realmente estén acordes con el impacto ambiental del uso del vehículo, tal como han sido aplicados con éxito en otras ciudades del mundo que comparten el problema de la contaminación atmosférica, como Tokio y Singapur. También se menciona como urgente la regulación del transporte de carga intra e inter urbano en lo que respecta a pesos y dimensiones permitidas, así como rutas y horarios de acceso y circulación. También son indispensables en estos vehículos la inspección físico-mecánica y la verificación de emisiones.
Por su parte, el especialista del Centro de Ciencias de la Atmósfera subraya la necesidad de hacer más eficiente el transporte público y apostarle principalmente al no contaminante. “Los planes del gobierno para mover masas contemplan también evitar el uso individual del vehículo. El asunto es bajar las emisiones por todos los medios”, señala Muñoz, para quien el problema como la contingencia vivida hace un par de semanas, y que fue noticia internacional por la cantidad de imecas reportados (casi el doble del promedio de la temporada), puede repetirse sobre todo en épocas de intensa radiación solar. “Sólo el viento y la lluvia pueden cambiar momentáneamente el problema. El agua de lluvia lo deposita y el viento se lo lleva, se hace un barrido; pero los contaminantes no desaparecen, simplemente se van a otro lado, no se destruyen”.
“Estamos en la temporada de radiación alta en donde la concentración del ozono va a ser muy fuerte. La naturaleza nos cobra el doble. Ahora con el ozono y agua se forman radicales hidroxilo (OH) y eso ataca al hidrocarburo emitido en presencia de luz solar y se forman nuevas partículas, las secundarias, que son compuestos orgánicos en forma particulada que contienen ácidos, diácidos, aldehídos y cetonas, entre muchos otros ”, señala el especialista en una larga lista de peligrosos componentes que amenazan con multiplicarse si la emisiones simplemente no bajan.