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Para hacer realidad el sueño de volar tuvimos que encarar inmensas dificultades y afrontar la pérdida, a lo largo de la historia, de un gran número de vidas humanas.
Cuando lo conseguimos, gracias al vuelo de los hermanos Wright en 1903 en un avión controlado, quisimos entonces seguir desafiando las leyes que nos mantienen ‘pegados’ a la superficie terrestre y conquistar el espacio.
Subir más y más en la atmósfera terrestre no era sencillo. Esa dura batalla contra las leyes de la naturaleza fue librada durante la carrera espacial y sigue siendo un desafío para la especie humana.Escapar del campo de atracción gravitacional del planeta exige viajar a 40 mil 320 km/h, lo cual hasta el momento solo se logra con ingentes cantidades de combustible. En el despegue, un cohete puede consumir unas mil toneladas en apenas dos minutos.
Pese a que se ha ganado mucha experiencia, la cantidad de detalles que componen una misión al espacio trae siempre riesgos asociados.
Muestra de ello han sido tragedias inolvidables como las vividas en 1986, con la explosión en vuelo del transbordador Challenger, 73 segundos después de su lanzamiento, y, más recientemente, la del Columbia, que esta semana cumplió 13 años.
El primero de febrero del 2003, el transbordador se desintegró en el aire al reingresar a la Tierra después de una misión de dos semanas. 14 tripulantes –siete en cada misión– fallecieron y se sumaron a una lista de tres decenas de valientes astronautas.
Aunque pudiera parecer que el camino es desalentador, en realidad, una vez superada la barrera de nuestra atmósfera, hemos podido sobrellevar favorablemente las condiciones en el espacio exterior. Únicamente tres seres humanos han muerto en el espacio, es decir a distancias por encima de los 100 kilómetros sobre la superficie terrestre.
Esto ocurrió en 1971 en circunstancias que se hubieran podido evitar. Los rusos Vólkov, Dobrovolski y Patsayev eran los encargados de la misión que, por primera vez, pondría al hombre a bordo de una estación espacial, la Salyut 1.
Fueron designados a última hora como remplazo de la tripulación original, en la que había sospechas de tuberculosis en uno de sus cosmonautas, entre quienes estaba Alekséi Leonov, el primer ser humano en el espacio exterior y una leyenda viviente de la exploración espacial a sus 81 años.
Después de casi un mes en el que enfrentaron varios inconvenientes, y tras batir el récord de permanencia en el espacio, eran ansiosamente esperados en la Tierra. La ansiedad fue remplazada por el terror cuando al abrir la cápsula se encontraban los tres cuerpos sin vida.
Una falla técnica generó una descompresión de la cápsula y cobró la vida de los viajeros espaciales. Eran víctimas también de la intensa carrera espacial que había obligado a los soviéticos a asumir riesgos, como prescindir del traje espacial para poder acomodar más tripulantes en las naves.
Tres asteroides y tres cráteres de la Luna que llevan sus nombres nos recuerdan hoy a estos exploradores que abrieron el camino, que en un futuro nos llevará a levantar bases permanentes de exploración lejos de la Tierra.
kal