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La misión espacial Rosetta terminaría de manera abrupta en septiembre de 2016, ya que los científicos planean repetir la hazaña de la sonda Philae y llevar la nave espacial hasta la superficie del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko.
El equipo de investigadores de la Agencia Espacial Europea (ESA) pretenden que la nave Rosetta aterrice lo más suavemente posible en el congelado astro y aprovechar sus instrumentos para obtener una visión más cercana de la superficie y la atmósfera.
La nave espacial fue lanzada en 2004, pero su financiamiento terminará justo en septiembre de 2016, cuando el 67P estará dirigiéndose nuevamente hacia el espacio profundo y Rosetta recibirá muy poca luz solar como para seguir funcionando.
Esa situación llevó a los científicos a plantearse qué hacer con Rosetta y decidieron aprovechar los últimos momentos de vida de sus baterías. “Un aterrizaje forzoso nos dará el mejor final científico de la misión”, afirma Matt Taylor, líder de la misión.
Sin embargo, el dramático acto traerá consigo un abrupto final, pues Rosetta podría estrellarse debido al campo gravitacional irregular del cometa, y perder la oportunidad de utilizar sus instrumentos antes de que se quede sin energía.
“La colisión será emocionante para los científicos, algunos de ellos han trabajado en la misión desde su creación en 1993. Habrá muchas lágrimas”, admite Taylor.
Rosetta alcanzó al cometa 67P en noviembre de 2014, cuando la helada roca viajaba desde lo profundo del espacio hacia el Sol, y dejó caer a la sonda Philae que se posó sobre la superficie pero a la sombra de un acantilado, por lo que no recibió energía solar y se apagó.
Meses después, Philae se comunicó brevemente con Rosetta, pero los científicos nada saben de la sonda desde julio pasado y desconocen si volverán a tener alguna señal de ella.
En el caso de Rosetta, ésta quedó orbitando al astro para estudiarlo y sus operaciones están en su apogeo, incluso apenas la semana pasada sus instrumentos detectaron oxígeno molecular en la cubierta nebulosa del 67P, el primer hallazgo de este tipo en un cometa.
A pesar de los ricos descubrimientos científicos, la nave espacial no puede mantener este trabajo por tiempo indefinido y los científicos estiman que idealmente Rosetta hibernaría mientras el cometa permanece lejos del Sol y luego resucitaría cuando se acerque en 4 o 5 años.
Sin embargo, el frío del espacio profundo probablemente dañaría la nave, o bien el combustible y otros recursos se agotarían, admite la directora de vuelo de Roisetta, Andrea Accomazzo.
El aterrizaje forzoso de la nave surgió como la opción preferida y ahora los navegantes y operadores de Rosetta analizan la manera de hacerlo, mientras esperan que ésta se acerque a una distancia de ocho kilómetros de la superficie para llevarlo acabo.
Los científicos prevén que el acercamiento tendrá lugar en agosto del próximo año, cuando habrán de enfilar a la nave para su descenso -que será mucho más lento que el de Philae- durante el cual sus sensores e instrumentos podrán reunir más y mejores datos del cometa.
Se espera que una vez que llegue a cuatro kilómetros, por ejemplo, Rosetta deberá ser capaz de distinguir entre los gases que salen de cada uno de los dos lóbulos del cometa para determinar si las regiones varían en su composición.
Cámaras de Rosetta capturarán con mejor resolución la superficie del cometa cuando el orbitador se encuentre a 500 metros de la superficie, lo que permitirá mirar sus propiedades y vincular éstos a la actividad del cometa.
El punto en el descenso hasta el cual Rosetta será capaz de enviar datos al control de la misión en Tierra dependerá de si los ingenieros pueden diseñar la trayectoria final de tal manera que eviten en lo posible los accidentes de la superficie.
El jefe de operaciones de la nave espacial, Sylvain Lodiot, confía que el orbitador transmitirá hasta el final, aunque cuando Rosetta esté en la superficie ya no podrá apuntar su antena para comunicarse con la Tierra, ni redirigir sus paneles solares, por lo que perderá energía.
“Una vez que toquemos, golpeemos o nos estrellemos (en la superficie), como quieran llamarlo, se acabó el juego”, puntualizó Lodiot en un artículo publicado en la revista especializada Nature.
kal