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Gráfico. El desarrollo cerebral y los efectos de la marihuana
Son células especializadas en la recepción y conducción de los impulsos nerviosos. Las neuronas, esos organismos inmortalizados en los diagramas escolares como pequeñas ramas de árboles (principalmente por la morfología de sus dendritas) conforman uno de los menús principales de los estudios científicos de las últimas décadas.
“Actualmente hay mucha más información sobre cómo funciona y se desarrolla el cerebro. Las cada vez más detalladas imágenes cerebrales, producto de la tecnología contemporánea, nos permiten observar prácticamente neurona por neurona. En gran parte, esto ha podido determinar, qué tipo de modificaciones ocurren mediante el uso continuo de marihuana y otras drogas. Estos cambios son más evidentes y producen mayor impacto entre más joven sea la persona”, señala el doctor Hugo González Cantú, coordinador de la Clínica de Trastornos Adictivos del Instituto Nacional de Psiquiatría.
El especialista señala que el tema de la legalización de la marihuana para su uso recreativo es un fenómeno mundial concebido para adultos mayores de 21 años, una edad en donde ya se pasó un periodo crítico del desarrollo cerebral; sin embargo frente al flujo de información, es importante aclarar algunos términos para que las poblaciones más jóvenes y vulnerables no corran riesgos innecesarios ante la creencia de que su consumo es inocuo.
Según el "Informe sobre el Uso de Drogas en las Américas 2015" de la Organización de Estados Americanos (OEA), uno de los grupos que más ha incrementado su consumo en toda Latinoamérica, a excepción de Perú, es el que se sitúa entre los 12 y 18 años.
En nuestro país según el estudio “Panorama actual del consumo de sustancia en Estudiantes de la Ciudad de México 2014”, dado a conocer recientemente por el instituto Nacional de Psiquiatría, la SEP y el Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones, el consumo entre estudiante de secundaria y bachillerato se incrementó en un 3.7%.
“Hay mayor prevalencia en el consumo de lo que parecería. Es un tema muy complejo, por lo que es importante entender cómo se obtiene la información que hay al respecto en todo el mundo”.
El especialista señala que más allá de las cifras, poder entender el verdadero impacto de este consumo es posible gracias a estudios que se realizan en países con un estricto control en los registros de salud de sus poblaciones, lo que les facilita hacer un seguimiento en diferentes etapas de sus vidas.
“Hay estudios que les llaman de cohortes donde seleccionan a un grupo, por ejemplo desde su infancia, para estudiarlos a lo largo de varios años e ir detectando las eventualidades en su salud sobre determinado factor de exposición. Este tipo de investigaciones no se hacen en México, se realizan en países donde conocen desde las primeras vacunas que les aplicaron hasta las diferentes afecciones que van desarrollando. Son comunes en los Países Nórdicos, Australia, Nueva Zelanda, y otros países donde hay esa facilidad para crear y obtener expedientes muy completos”.
González señala que a través de este tipo de investigaciones se ha encontrado que las personas que empezaron a consumir marihuana antes de la edad adulta, tienen mayores posibilidades de desarrollar de forma más temprana esquizofrenia. El especialista explica que se trata de individuos que finalmente iban a desarrollar la enfermedad, vulnerables ante el factor genético; pero mediante el uso recurrente de la cannabis y sus derivados, el inicio de esta enfermedad psiquiátrica parece adelantarse.
En la actualidad muchas personas están usando marihuana con dosis más altas de THC, además de que cada vez es más popular consumirla en productos comestibles. En esta última forma se retardan más los efectos con la digestión, por lo que se aumenta la ingesta.
La esquizofrenia se caracteriza por una serie de trastornos mentales crónicos relacionados con alteraciones en la percepción de la realidad. “Al adelantarse la enfermedad, es más fuerte el deterioro en los jóvenes. Cuando empieza en edades más tardías tiene menos impacto en la vida del individuo, pues es probable que ya haya concluido una formación académica y aunque tenga esquizofrenia tiene menos limitantes, pero cuando empieza antes provoca más condicionantes negativas para el desarrollo en su vida futura”, comenta el psiquiatra, subrayando que un dato muy claro descrito en los diferentes estudios de cohorte es que también entre más temprano empieza hay un peor pronóstico para su tratamiento.
“Hay que entender que los estudios científicos describen riesgos o probabilidades. No son afirmaciones rotundas, pero en esta gama está considerado no sólo el inicio precoz de ésta enfermedad. También se ha asociado el consumo de marihuana en edades más tempranas con otros trastornos psiquiátricos, como depresión, ansiedad y síntomas psicóticos simples (ideas de referencia, ideas sobrevaloradas, alucinaciones ). Todo esto puede tener un efecto sumatorio con otras situaciones sociales que vive el adolescente”.
El especialista señala que en los estudios de cohorte también se ha encontrado como consecuencia del consumo temprano de marihuana, un menor desarrollo del coeficiente intelectual y de otras funciones cognitivas, como la concentración, el calculo y la memoria.
Condicionantes de la dependencia
“Se supone que la maduración del cerebro termina en realidad hasta los 25 años, pero los periodos de más intensidad en su desarrollo son precisamente en la adolescencia. A esa edad, el cerebro todavía se desarrolla con una plasticidad considerable: hay formación de neuronas y maduración de zonas del cerebro que no se han completado. Si alguien empieza a fumar durante esta etapa de su vida, también se comienzan a afectar sus sistemas cerebrales de recompensa, los mismos que nos nos hacen sentir placer ante la gratificación de la comida o el sexo”.
Al ser estimulados por sustancias exógenas (provenientes del exterior), estos sistemas cerebrales de recompensa empiezan a adaptarse en el organismo con mayores posibilidades de desarrollar una dependencia severa a la sustancia y el especialista señala que por el contexto social del rezago, es que se puede asociar con el inicio en el consumo de otras drogas más fuertes. Sin embargo, González Cantú agrega que también la plasticidad del cerebro en estas edades, permite una recuperación de las funciones cerebrales, es decir que se pueden limitar los efectos tras la suspensión de un hábito que no llega a ser recurrente.
“Hay cifras presentadas en diversas publicaciones científicas que es importante subrayar: Las personas que empiezan a fumar marihuana en edad adulta, desarrollan la adicción sólo en un 10%; pero al iniciar antes de la edad de adulta, el porcentaje de adictos es del 16%. En el caso del tabaco hasta el 65% de los adultos se pueden volver adictos y es evidente que el riesgo también es mayor en menores de edad. Esto también demuestra que hay sustancias muy adictivas que son legales, sin embargo estos datos han servido como argumento para quienes defienden la legalización bajo la premisa comparativa de que la marihuana no es adictiva, pero no es así”.
El entrevistado explica que la adicción la determinan múltiples factores, pero es innegable que mientras más temprano inicie el hábito, hay más probabilidades de que esa persona la desarrolle.
“El consumir marihuana y cualquier otra sustancia de este tipo provoca que el cerebro de esta persona se adapte y la requiera en mayor cantidad y frecuencia, de manera más intensa que si lo hiciera como adulto”.
Cada sustancia infiere en el desarrollo de una adicción en diferentes formas y está condicionada por una serie de variables como los mencionados problemas psiquiátricos latentes o presentes. “Todo se mide al final en riesgos y probabilidades, donde influyen factores genéticos, biológicos y sociales. Si hay familiares con problemas de adicciones, independientemente que sea alcohol, tabaco u otras drogas, tendrá más riesgos de desarrollar una adicción”.
González Cantú dice que también la adicción está condicionada a la vulnerabilidad del ambiente, no necesariamente de pobreza, sino de presencia de consumidores.
“En psiquiatría se ven personas, no grupos; así es que la historia personal de cada individuo es la que va a marcar el riesgo para desarrollar o no el problema”, señala enfatizando que de cualquier forma hay efectos que deben también considerarse con estrategias de información y tratamientos integrales de salud, pues el debate mundial sobre la despenalización de la marihuana se centra en la no criminalización de los consumidores, pero también en un llamado a establecer redes de información claras sobre su efecto no inocuo sobre todo en grupos vulnerables, como los adolescentes.
kal