Un equipo de científicos identificó una región particular de la corteza cerebral que influiría en la adicción de fumar, lo que sería una nueva herramienta a estudiar para ayudar a las personas a dejar los cigarrillos.
Los investigadores estudiaron a pacientes fumadores que sobrevivieron a accidentes cerebrovasculares con diferentes lesiones y encontraron que aquellos con daños en su corteza insular abandonaron más fácilmente el hábito de fumar.
En la actualidad, la mayoría de fumadores dejan los cigarrillos ayudados por productos que se encuentran en el mercado, los cuales bloquean las vías de recompensa del cerebro en respuesta a la nicotina.
Otros productos como los parches tienen como objetivo disminuir el antojo de un cigarrillo mediante el suministro de una dosis controlada de nicotina.
Los resultados de la nueva investigación sugieren que la corteza insular del cerebro estaría relacionada con la “necesidad” de fumar, ya que los pacientes con lesión en esa región reportaron menos síntomas de abstinencia que otros con daños en áreas distintas.
Este hallazgo podría ayudar a encontrar algún tratamiento que ayude a las personas a dejar de fumar, destacan los especialistas en un artículo publicado en la revista médica Addiction and Addictive Behaviors.
Investigaciones más profundas sobre esto contribuirían a la elaboración de terapias que apunten a la corteza insular y alteren su función en la adicción al tabaco, ya sea mediante nuevos fármacos o a través de técnicas de estimulación cerebral profunda, sostienen.
La corteza insular o ínsula es una estructura que se encuentra en lo profundo de la superficie lateral del cerebro humano, dentro del surco que separa las cortezas temporal y parietal inferior, por lo que no es visible.
Los científicos estudiaron a 156 pacientes, todos fumadores, que fueron hospitalizados después de sufrir un derrame cerebral, 38 de ellos sufrieron daños en la corteza insular y los otros 118 tuvieron lesiones en otras parte del cerebro.
A todos se les pidió dejar de fumar y fueron monitoreados durante tres meses para ver cuántos renunciaban a los cigarrillos y qué tan fácil o difícil les era el proceso.
La mayoría de los pacientes con lesiones en la corteza insular (70%) logró abstenerse de fumar por completo durante los tres meses, mientras que entre aquellos con otro tipo de daños algunos abandonaron la investigación y otros enfrentaron una tarea muy complicada.
Los primeros sufrieron menos síntomas de abstinencia como ansiedad, hambre, rabia, insomnio y ansiedad, precisaron los investigadores. “Es como si su cuerpo hubiera olvidado la necesidad de fumar”, añaden.
“Se necesita mucha más investigación para que entendamos mejor el mecanismo subyacente y la función específica de la corteza insular, pero está claro que algo pasa en esta parte del cerebro que está influyendo en la adicción”, señalan.
kal