Contar con agua líquida en Marte, como lo plantean los resultados de una investigación difundida este lunes por la NASA, no solo abre las posibilidades de hallar algún tipo de vida en el planeta rojo, sino que ayudaría a solucionar uno de los mayores desafíos para las misiones tripuladas que esperan posarse sobre suelo marciano: el abastecimiento del líquido vital.

Si bien el proceso que hace líquida al agua en el cuarto planeta más cercano al Sol requiere de percloratos (sales con compuestos químicos muy contaminantes) que impiden que esta sea apta para el consumo humano, tratarla sería mucho más sencillo que llevarla desde la Tierra en grandes cantidades.

Una misión no tripulada al planeta rojo puede tardar cerca de ocho meses, con la tecnología actual. Enviar al hombre tomaría cerca de 500 días, según estiman los expertos. Un largo camino en el que se deben asegurar las garantías para que los viajeros lleguen a salvo, permanezcan con suministros y vuelvan a la Tierra.

Resolver esos detalles, así como preparar la nave y costear los gastos hacen parte de una larga lista de pendientes para pensar en cumplir el sueño de pisar Marte.

Con la mira en el 2030

En entrevista, el administrador de la NASA, Charles Bolden, habló, primero, de volver a la Luna en gran parte en la década del 2020. Luego, hacia el 2030, el reto es llevar humanos a Marte.

Pero fecha fija no hay para la NASA ni para alguna otra agencia espacial. Es un plazo tentativo, que depende de tecnología, éxito en las pruebas y financiación. Y el recorte de presupuesto que ha sufrido la NASA aparece como un obstáculo.

“Mientras que durante el esplendor de la carrera espacial, cuando el hombre se posó por primera vez en la Luna, la Nasa contaba con un 4 por ciento del presupuesto federal, hoy escasamente cuenta con un 0,5 por ciento”, indicó el astrofísico Santiago Vargas.

Pese a esto, el plan de la agencia espacial estadounidense de poner al hombre en el planeta rojo aparece como el más sólido. El viernes 5 de diciembre del 2014, la nave Orión, que sustituyó a los trasbordadores espaciales –jubilados en el 2011–, tuvo un exitoso primer vuelo.

Aunque fue no tripulada, superó las pruebas al efectuar dos órbitas a la Tierra, a una altura similar a la de la Estación Espacial Internacional (EEI), unos 380 kilómetros, y otra a una distancia 15 veces mayor, para luego amerizar en el océano Pacífico 4 horas y 24 minutos después de su lanzamiento. “Este es el principio de la era de Marte”, dijo Bolden tras el éxito del vuelo.

Los planes de ESA y Roscosmos

La Agencia Espacial Europea (ESA, por su sigla en inglés) y la agencia espacial rusa, Roscosmos, trabajan en conjunto en el programa ExoMars, que contempla el lanzamiento de dos misiones hacia el planeta rojo (2016 y 2018).

La primera enviará un módulo para buscar evidencia de metano y otros gases atmosféricos que pueden dar señales de actividad biológica o procesos biológicos. En el 2018, la misión llevará un rover para investigar sobre la superficie de Marte las señales de vida del pasado y de hoy. Ninguna contempla el envío de tripulación.

Sin embargo, Alexéi Krasnov, director de programas tripulados de Roscomos, ha dicho que en el objetivo de Rusia por llegar a Marte podría tener antes un paso por la Luna. Incluso, se contempla la posibilidad de crear una base orbital en el satélite natural.

En lo que coinciden los expertos es que, cualquiera que sea la misión que quiera llegar a Marte, debe haber cooperación entre varios países.

Agencias como la ESA ya han hecho experimentos como Mars 500, que aisló durante 520 días a seis personas en un ambiente que simuló las condiciones de un viaje al planeta rojo.

Otras pruebas se han hecho en glaciares alpinos de Austria y en pasajes desolados de Hawái.

También han aparecido proyectos comerciales, como Mars One, que pretenden llevar personas a Marte, pero sin asegurar su retorno. Esa iniciativa, que busca establecer una colonia humana permanente en el planeta rojo en el 2024, se financia con aportes privados y con los derechos de un 'reality show' para elegir a los participantes. La falta de un plan concreto y realista para la misión ha salpicado de críticas el proyecto.

Por ahora, y a la espera de consolidar los proyectos en marcha, la década del 2030 apunta a ser la destinada para que la humanidad cumpla uno de los desafíos más grandes que se ha trazado: pisar suelo marciano.

kal

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