"En tiempos de recortes en Europa, estoy luchando como loco por el ideal europeo, por un lado, y para convencer de que en tiempos de crisis financiera hay que invertir en el futuro porque si no se pierde todo. Especialmente en tiempos difíciles hay que invertir el dinero en ciencia, tecnología e investigación", asegura el alemán Johann-Dietrich "Jan" Woerner, director general desde el pasado 1 de julio de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Tras cuatro décadas desde de su fundación, en 1975, se preparan para diseñar el futuro próximo con los objetivos, nada desdeñables, de colocar un robot en Marte, sobrevolar las lunas heladas de Júpiter, dar paso a la siguiente generación de telescopios astronómicos, estudiar la materia oscura del universo y también de consolidarse como la agencia líder en misiones de observación de la Tierra.
ERA 4.0 DE LA EXPLORACIÓN ESPACIAL
Ingeniero civil de 60 años y al frente de la agencia espacial germana DLR desde 2007 hasta su reciente nombramiento para un mandato de 4 años al frente de la ESA, Woerner cree que ha llegado el momento de que todos los ciudadanos de Europa se impliquen en la investigación de los misterios del universo. Lo llama "la era 4.0" de la exploración espacial.
"Hay diferentes formas de hacer música. Tienes un compositor, un director y una orquesta. Pero hace 50 años se produjo un cambio y llegaron las 'sesiones de improvisación colectiva' o 'jam sessions'. Me gustaría que personas con diferentes competencias en distintas áreas y profesiones nos den su opinión", resume el sucesor al frente de la ESA del exastronauta francés Jean-Jacques Dordain.
Los nuevos tiempos de mayor participación ciudadana en la vida institucional, a través de las tecnologías de la información, suceden a los remotos orígenes de la astrología y la astronomía (la era 1.0), a las misiones Apolo a la Luna y a la carrera espacial en plena Guerra Fría (2.0) y a la era de la cooperación global, con la Estación Espacial Internacional como máximo exponente (3.0). Ahora, según Woerner, "ha llegado la era 4.0".
"Toda la sociedad debería ser parte de lo que hacemos en el espacio. No solo como institución receptora, sino también como una organización que lleve el timón. No solo la industria o las agencias, sino también los ciudadanos deberían decidir lo que hacemos", insiste Woerner.
La ESA cuenta con un presupuesto anual de 4 mil 900 millones de dólares notablemente inferior a los 15 mil 480 millones de dólares anuales de la NASA o a los 9 mil 730 millones de dólares de la rusa Roscosmos, al que contribuyen 22 estados miembros, junto con países asociados o colaboradores, además de la Unión Europea.
Entre los proyectos inmediatos, la Agencia pretende continuar desarrollando el Galileo, una constelación de 30 satélites que conformará un sistema de navegación más preciso que el GPS estadounidense y el único en el mundo, según indican, de uso exclusivamente civil y no militar.
"CADA LANZAMIENTO ES UN PASO ADELANTE"
Tras notables retrasos y algunos fallos técnicos en los primeros ingenios colocados en órbita, la Comisión Europea asegura que el sistema en el que invertirá un total de 14 mil 369 millones de dólares ha recuperado el rumbo.
"Los beneficios ya están ahí. Empezaron cuando Europa decidió establecer Galileo (en 1998). Entonces se pensaba que el GPS sería de pago y la decisión de Europa hizo que EU cambiara de opinión. Con el Galileo, el GPS ya es más preciso. Ya tenemos ocho satélites y cada lanzamiento es un paso adelante", asegura el director general de la ESA.
Más allá del despliegue completo del Galileo, cuya señal ya utilizan los dispositivos de navegación satelital de última generación en coches o teléfonos, la ESA tiene en la agenda inmediata construir un nuevo cohete que le permita reemplazar al exitoso Ariane 5.
Esa nave, capaz de transportar 20 toneladas de carga a órbita baja y algo más de 10 en geoestacionaria, fue diseñada para poner en órbita dos satélites en un solo lanzamiento.
Tras varios fallos iniciales durante su puesta en funcionamiento en 1996, el Ariane 5 ha resultado intachable en su rendimiento. Pero el incremento del peso y el tamaño de los satélites, así como la aparición de nuevos competidores privados más baratos, como Space X, han obligado al sector a preparar un nuevo cohete para mantener el liderazgo en los lanzamientos espaciales: el Ariane 6.
Woerner confía en tener "un exitoso vuelo de prueba de un nuevo lanzador europeo eficiente en términos de coste y fiable para 2020", pero asume que el Ariane 6 no supondrá una revolución tecnológica mayor en el sector aeroespacial, "al menos en lo que a propulsión se refiere", pues heredará sistemas ya existentes de propulsión química.
"Tampoco apostaremos por la propulsión eléctrica, barata pero lenta", ni se atreverá con la energía nuclear, según sus palabras, "eficiente pero peligrosa".
"No creo que la energía nuclear sea una solución para el futuro, pero no pienso que la propulsión que utilizamos ahora sea la última tecnología. Quemamos mucho combustible para poner en órbita una carga relativamente pequeña. Necesitaremos ideas rompedoras para los cohetes que volarán en 15 o 20 años", dice Woerner.
LABORATORIO PERMANENTE EN LA LUNA
Parte del crédito del que actualmente goza la ESA proviene del capital de entusiasmo generado por la misión Rosetta que, tras un viaje interplanetario de 10 años en estado de hibernación, despertó para posarse en un cometa el pasado mes de noviembre. Todo un hito en la historia de la conquista espacial y uno de los mayores éxitos de la ciencia europea.
"Rosseta es un ejemplo perfecto de que algunos se equivocaban pensando que a los ciudadanos de a pie solo les interesa el retorno directo de la inversión financiera. La gente está mucho más interesada en ciencia y en la exploración espacial”, agrega el máximo responsable de la ESA.
"Ahora, científicos y ciudadanos ajenos al sector espacial se interesan por los desafíos tecnológicos en curso, como la misión Exomars, que se lanzará en 2016 y colocará un vehículo robotizado en la superficie del planeta rojo en 2019. Será el quinto aparato autónomo que navegue por la superficie de Marte y el primero europeo. Servirá además para alimentar el sueño de un primer viaje interplanetario", indica Woerner.
"Estoy seguro de que los humanos iremos a Marte. Pero no puedo decir cuándo. No es como ir a la Luna, donde si hay un problema en dos días estás de vuelta. Si vas a Marte se tarda dos años en volver con los sistemas de propulsión utilizados ahora. Puede ser un problema técnico, pero también de salud. Dos años es mucho tiempo... No se cuándo, pero el ser humano irá porque siempre ha ido a sitios en los que no ha estado antes, desde América a las profundidades marinas", razona Woerner.
El experto de la ESA también sueña con instalar en la Luna un laboratorio permanente "en el que trabajen astronautas y robots y que sirva como centro de explotación minera, como complejo turístico o de base para esas eventuales misiones a Marte".
kal