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Más del 30% del millón y medio de muertes ocasionadas anualmente por las hepatitis virales en todo el mundo están relacionadas específicamente con la hepatitis C.
Su devastador impacto ha sido el motor principal para impulsar el desarrollo científico de fármacos que hoy posibilitan su curación con hasta un 100% de eficacia en un tratamiento de 12 semanas.
Hace un año fue aprobado en nuestro país el primer antiviral directo de segunda generación, Simeprevir, pero en ese momento aún era incierto su camino para ser incluido en el cuadro básico de medicamentos de la Secretaría de Salud. El pasado 23 de julio finalmente se anunció en el Diario Oficial de la Federación su inclusión para el tratamiento de la hepatitis C crónica como parte de los nuevos fármacos del grupo de las enfermedades infecciosas.
Esto ocurrió también unos días antes del Día Mundial Contra la Hepatitis, celebrado el 28 de julio con la intención de mantener la difusión de tres mensajes básicos en torno a la prevención de las hepatitis: conocimiento de riesgos, detección oportuna y tratamientos eficaces.
La OMS busca subrayar la difusión de los tópicos relacionados con la hepatitis C por el impacto de la enfermedad. Para el doctor Enrique Wolpert, Presidente del Comité Científico de la Fundación Mexicana para la Salud Hepática (FundHepa), la inclusión del Simeprevir en el cuadro básico es un cambio importante.
“Este medicamento es el único de segunda generación que ya existe en el mercado en nuestro país, pero también fue aprobado otro medicamento de tres antivirales que vienen juntos en una sola presentación y está a punto de salir a la venta, de esta forma se tendrían dos. El Sofosbuvir fue el primero en salir al mercado en el mundo, así que si también se pudiera obtener en México también sería una gran ventaja porque combinado con Simeprevir, Ribavirina e Interferón produce resultados con una eficacia muy alta”.
El virus de la hepatitis afecta el hígado, causando una infección que no es eliminada por el organismo en más del 75% de los casos. Sus efectos crónicos llevan al paciente a desarrollar cirrosis y posteriormente cáncer. Se transmite a través de la sangre y las causas de infección más comunes son las prácticas de inyección poco seguras, la esterilización inapropiada de equipo médico, así como la utilización de sangre y productos sanguíneos (plasma, plaquetas , crioprecipitados, albúmina ) sin analizar.
Hasta 1994 se empezaron a hacer pruebas a toda la sangre que se donaba para rechazar la que estuviera contaminada con el virus, por lo que haber recibido una transfusión o un producto sanguíneo antes de esa fecha es un factor de riesgo. Actualmente, las prácticas de contagio más comunes son por el uso de jeringas contaminadas y realización de tatuajes o perforaciones sin las medidas sanitarias necesarias.
Cifrasy campañas
La prevalencia nacional se considera del 1.4% con una incidencia calculada en 29 mil 300 nuevos casos al año.
“Las cifras aumentan en el norte del país. Los estudios que se han hecho son en jóvenes que usan drogas de aplicación endovenosa. En México siguen surgiendo casos de pacientes que fueron transfundidos antes del 1995, pero hoy la primera causa en el registro de nuevos casos, como en muchos otros países alrededor del mundo, tiene que ver con el uso de agujas contaminadas durante el consumo de estupefacientes. A los dos años de aplicación de drogas por esta vía, las probabilidades de contraer el virus se son del 100%, independientemente de otro virus que pueda ser adquirido, como VIH o hepatitis B”.
La diferencia con la hepatitis B es que hay una vacuna que protege contra la enfermedad. El doctor Wolpert subraya que se sigue insistiendo en la vacunación porque es una enfermedad de transmisión sexual.
“Todos los jóvenes y adultos jóvenes deberían tener la vacuna de hepatitis B. Es una vacuna en el mercado desde 1987 y una de las primeras en haber sido incluida en la cartilla de vacunación hace dos décadas, es muy eficaz y parece algo difícil de creer que aun así sigamos viendo enfermos con hepatitis B que no fueron vacunados”, apunta.
El camino para una vacuna contra la hepatitis C aún es muy largo, pero con los avances de la medicación, el reto ahora se concentra en el desarrollo de campañas más efectivas.
“En el marco del día mundial contra la hepatitis C, varias organizaciones de pacientes en nuestro país se unieron para hablar más de la enfermedad e insistir sobre su atención ante las autoridades de salud y el poder legislativo. Desde el año pasado, hemos expuesto en las comisiones de salud, tanto de la Cámara de Diputados como de Senadores, el problema de salud pública que representa”.
“Lo que buscamos es que apoyen campañas de detección. Al tratarse de una enfermedad silenciosa, cientos de miles de pacientes en México no saben que la tienen”, señala el entrevistado y agrega que ante el desconocimiento, sobrevienen dos problemas fundamentales: El paciente se agrava y no protege a los que están a su alrededor de un posible contagio.
En México las campañas para la detección de la hepatitis C se han dirigido a los grupos de riesgo, así como en coinfectados, como pacientes con VIH y enfermos con insuficiencia renal crónica en hemodiálisis. Wolpert señala que hay países donde se han realizado estudios más específicos para poder detectar más casos en diferentes porciones de la sociedad.
“En Estados Unidos encontraron que 80% de los casos se ubican en la población nacida entre 1945 y 1965. Así hicieron grandes campañas dirigidas específicamente a llamar la atención de este sector, pero no es igual en todos los países, los grupos afectados muestran diversas variantes”, señala.
El precio de la salud
Egipto es el país con la más alta tasa de infecciones por este virus que afecta a prácticamente a todas sus familias, según declaraciones del doctor Henk Bekedam, representante de la OMS en ese país. Según datos de la OMS la hepatitis C provoca en éste país la muerte de más de 40 mil personas al año.
La epidemia comenzó hace varias décadas cuando no se esterilizaron correctamente las jeringas de cristal después de cada uso durante una campaña de vacunación. De esta forma, se mantuvo un reservorio de infección que rápidamente se propagó entre la población.
Egipto logró recientemente un acuerdo con un laboratorio para reducir 99% el costo de sus medicamentos y poder controlar el impacto de la
hepatitis C convertida en epidemia en su territorio.
En nuestro país, la hepatitis C es tratada en el Seguro Popular mediante el Fondo contra Gastos Catastróficos, aunque no con los antivirales de segunda generación, sino con el tratamiento tradicional con Interferón y Ribavirina.
“El problema es que esta medicación sólo es administrada a personas menores de 50 años. Después de revisar varios estudios hechos en México, puedo decir que más del 80% de los casos en nuestro país ocurren en personas que tienen alrededor de los 65 años. Es por esto que buscamos que se amplié la edad en que los individuos pueden ser atendidos de manera gratuita en el Seguro Popular”, señala el especialista y acota que una de las campañas nuevas de detección podría estar precisamente enfocada a este sector de la población.
Wolpert señala que Escocia es uno de los países con campañas de salud más afectivas para diagnosticar enfermos y proveerlos de medicamento.
“Ese es el ideal porque una vez que los encuentras tienes que darles tratamiento. En diversos países de Europa y Asía han hecho un trabajo muy fuerte de conciliación entre las autoridades sanitarias y la industria farmacéutica para bajar costos. Muchos países han adoptado la forma de proporcionar a la población los tratamientos y queda la tarea de las campañas de detección para encontrar más enfermos e incluso ahorrarle al estado en tratamientos más costosos y prolongados. Finalmente la prueba es muy sencilla y barata, no hay razón para no hacer la prueba ante la sospecha de que el paciente tenga hepatitis C”, concluye.
kal