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Actualmente se conocen varios efectos de los viajes espaciales en el cuerpo, incluyendo la pérdida de masa corporal o incluso de densidad de los huesos. Pero ahora se debe sumar otra consecuencia más: un aumento de la temperatura corporal que la Agencia Espacial Europea (ESA) bautizó como "fiebre espacial".
Tras años de escuchar comentarios de astronautas que decían que sentían calor en el espacio, la ESA realizó una investigación durante varios años donde estudió la temperatura de 11 astronautas en la Estación Espacial Internacional.
El trabajo requirió adaptarse a las condiciones de vida en la EEI, donde el uso de un termómetro en el recto (la medición más exacta disponible actualmente) no era posible ya que toma mucho tiempo e interrumpiría la jornada de trabajo. Por eso, Hanns-Christian Gunga, del Centro de Medicina Espacial y Ambientes Extremos en Berlín desarrolló un nuevo termómetro que hace una toma constante de la temperatura del cuerpo, haciendo mediciones en el pecho y la frente, generando un promedio certero del calor corporal.
La ventaja del equipo, bautizado como Thermolab, es que hace una medición a distancia, permitiendo que el sujeto siga con sus actividades comunes.
Las mediciones de la ESA se hicieron tres meses después de llegar a la EEI y poco antes de dejarla.
La conclusión es clara: en promedio, los astronautas experimentan un alza de temperatura corporal de 1°C en sus primeros dos meses en el espacio y sólo baja una vez que están de vuelta en la Tierra.
Si bien puede parecer que un grado de diferencia no es mucho, la agencia estima que este aumento hace que el cuerpo requiera de un 20% más energía para operar, lo que recae en un mayor consumo de comida. Por ello, el dato deberá ser considerado en la planificación de futuras misiones, especialmente si son largas.
Por otro lado, el avance de Gunga fue tan bien recibido que su método de medición de temperatura está siendo usado en cirugías en niños y su costo podría permitir una masificación a hospitales de todo el mundo.
kal