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Desde hace muchos años la ciencia dejó de tener fronteras y nacionalidades, ahora es global y los grandes proyectos científicos cuentan con la participación y financiamiento de muchos países.
Por este motivo, diversos científicos mexicanos y funcionarios relacionados con las políticas públicas en materia de ciencia y tecnología de México confían en que los comentarios hechos por el presidente estadounidense Donald Trump de impulsar una política comercial proteccionista no alcancen a la ciencia y la tecnología.
No obstante, si lograran alcanzarlos, los especialistas lo ven como un momento de oportunidad para incrementar las colaboraciones científicas mexicanas con otras naciones que son líderes en ciertas áreas del conocimiento.
Una mirada a la colaboración científica entre México y Estados Unidos.
La colaboración científica y tecnológica entre México y Estados Unidos tiene más de 45 años de historia. En 1972, ambas naciones suscribieron el Acuerdo de Cooperación Científica y Técnica y a partir de entonces se ha fortalecido la cooperación en estas áreas.
En 1990 se creó la Comisión México-Estados Unidos para el Intercambio Educativo y Cultural (Comexus), la cual otorga las prestigiosas becas Fulbright-García Robles para que estudiantes mexicanos realicen un posgrado en Estados Unidos. De hecho, el principal destino de los estudiantes mexicanos que reciben una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para estudiar en el extranjero es precisamente Estados Unidos, seguido de Reino Unido.
Tan solo en 2016, el Conacyt otorgó mil 550 becas de maestría, doctorado, especialidad, posdoctorado, estancias sabáticas y becas mixtas al extranjero para ir a Estados Unidos, esto representa 24% de los apoyos al extranjero, de acuerdo con información de la Dirección Adjunta de Posgrados y Becas (Dapyb) del Conacyt.
Pero la relación no solo contempla el intercambio estudiantil, México también tiene convenios para que investigadores mexicanos aporten conocimiento a científicos estadounidenses y viceversa.
Asimismo, México y Estados Unidos son socios en grandes proyectos científicos como el Observatorio HAWC (High Altitude Water Cherenkov) y el Gran Telescopio Milimétrico, ambos ubicados en territorio nacional.
En 2013, los presidentes de ambas naciones impulsaron el Foro Bilateral sobre Educación Superior, Innovación e Investigación (Fobesii) y a través de este foro se han suscrito más de 80 acuerdos de cooperación entre instituciones de educación superior de México y Estados Unidos, según un reporte de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
La ciencia es global
Para el director de Cooperación Internacional del Conacyt, Jesús Arturo Borja Tamayo, será difícil que Estados Unidos traslade esta visión nacionalista que ha expresado en otros ámbitos hacia la ciencia, tecnología e innovación.
Hasta el momento, los funcionarios del Conacyt que viajaron la semana pasada a Estados Unidos no percibieron ninguna señal negativa por parte de las agencias del gobierno de los Estados Unidos que participan en la política de ciencia, tecnología e innovación o por parte de las universidades. “Para nosotros todo sigue normal”, manifestó.
Si el presidente Donald Trump intentara llevar esa visión nacionalista a la ciencia, “sería un gran error y tendría un impacto muy negativo para la capacidad de innovación de los Estados Unidos a largo plazo”.
Lazos casi inquebrantables
En este mismo tenor, el director del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), José Mustre de León, institución que tiene más de 50 convenios con instituciones de Estados Unidos, expresó que la relación entre estos dos países en materia científica es casi inquebrantable.
“En general, no se podrían romper los lazos de cooperación tan fácilmente porque las fuentes de financiamiento de las colaboraciones son diversas, se necesitaría que se restringieran todos los programas de colaboración”, indicó.
Además, añadió, la visión de la gente que dirige las universidades, laboratorios y centros de investigación es que la cooperación internacional es fundamental y seguramente se opondrán a cualquier medida que pudiera afectarla.
Señaló que el Cinvestav ya tuvo acercamientos con directivos de empresas estadounidenses, con las cuales tienen algún proyecto de ciencia o tecnología, y ellos expresaron que piensan seguir trabajando con México.
“Hablamos con directivos de Oracle en México y nos dijeron que los planes continuarán como hasta ahora sin importar las políticas públicas del nuevo presidente estadounidense. Resaltaron que es diferente la industria tecnológica al mercado de manufactura automotriz, porque la primera se desarrolla de manera muy dispersa, ellos tienen laboratorios en varias partes del mundo, ya que sus productos no se pueden desarrollar exclusivamente en Estados Unidos”.
Actualmente esta firma trabaja con más de mil ingenieros mexicanos y la perspectiva a corto plazo es contar con más de cuatro mil ingenieros mexicanos para 2020, señaló Mustre de León.
Destacó que la situación actual con el país vecino debe hacernos reflexionar respecto a las relaciones que México tiene con otros países y hacia dónde se podría mover el país en caso de que las colaboraciones con Estados Unidos se complicaran.
Momento de oportunidad
Para Gerardo Herrera Corral, científico y secretario académico del Cinvestav, si el gobierno estadounidense llegara a restringir la cooperación científica con México, como ya lo ha hecho con algunas industrias, habría que mirar nuevos horizontes, nuevas relaciones científicas con países que actualmente son líderes en una o varias áreas de conocimiento.
“Es la ocasión para ver que el mundo es ancho, es mucho más ancho de lo que pensamos y que hay programas de investigación en otras partes del mundo en los que, de hecho, Estados Unidos ha perdido liderazgo, como en física de partículas elementales, que es mi área”.
Recordó que Estados Unidos perdió el liderazgo en física de partículas desde hace más de 20 años, liderazgo que actualmente tiene Europa con el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés).
Un error para aprender
Como se mencionaba, la ciencia no tiene fronteras, no conoce de nacionalidades, y los grandes proyectos científicos que actualmente se realizan se hacen con la colaboración de recursos humanos y económicos de muchas naciones.
Herrera Corral relató que a finales de la década de los 80, cuando se planeaba construir el LHC en Europa, Estados Unidos tenía pensado construir el Superconducting Super Collider (SSC), un acelerador igual de ambicioso que el europeo.
Una de las principales diferencias entre ambos proyectos era la forma de financiamiento, uno propuso que su país sería la principal fuente de financiamiento, el otro planteó la idea de que todos los países hicieran aportaciones y el resultado fue que solo sobrevivió aquel que pensó en la internacionalización del proyecto.
Estar con los líderes
El mundo ya no es lo que era después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos prácticamente no tenía competencia, actualmente Europa y Asia tienen la batuta en muchas áreas del conocimiento, expresó Herrera Corral.
“El cambio se da de manera natural, por ejemplo en mi área, cuando se canceló el SSC, de manera natural el grupo mexicano se fue al LHC. Actualmente China tiene gran potencial en materia de ciencia y tecnología, y si ya no contamos con el apoyo o si ya no somos bien recibidos en Estados Unidos, hay otros lugares donde los científicos podemos colaborar”.
Hoy en día, China tiene proyectos científicos muy ambiciosos para los próximos años en los que México debe buscar participar y lo mejor es que China también muestra interés en que científicos mexicanos colaboren con ellos.
De hecho, en 2015, el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MOST, por sus siglas en inglés) de la República Popular China y el Conacyt lanzaron una convocatoria para empezar a trabajar en proyectos de investigación aeroespacial y tecnología informática geoespacial.
Aunque todavía son pocos los proyectos de ciencia y tecnología que tiene México con el gigante asiático, estos podrían crecer en los próximos años y fortalecer los lazos de cooperación.
El valor de la economía del conocimiento
Lo importante de esta situación por la cual atraviesa México es reflexionar sobre la relevancia de ampliar las redes de colaboración científica con quienes son líderes en las áreas de conocimiento prioritarias para México.
Así como la importancia de avanzar lo más rápido posible hacia una economía basada en el conocimiento, la ciencia, la tecnología y la innovación, porque estos trascienden fronteras y gobernantes.
***Con información de la Agencia Informativa Conacyt