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Al mirar la lista de las personas más ricas del mundo que lo han logrado por sus propios medios, es decir, que no heredaron sus fortunas sino que las trabajaron con el sudor de su frente, es posible encontrar a primera vista un rasgo en común: todos lo lograron al fundar su propia empresa o crearon su propio emporio después de invertir en la Bolsa.
Tanto Bill Gates (fundador de Microsoft), como Warren Buffet (inició comprando acciones y haciéndose luego de Berkshire Hathaway), Amancio Ortega (Inditex, dueña de Zara, Bershka, etcétera), Larry Elison (Oracle), Jeff Bezos (Amazon) o incluso Carlos Slim Helú, por mencionar sólo algunos, empezaron prácticamente de cero al construir sus imperios gracias a los negocios.
¿Por qué resaltar este rasgo? Porque es importante decir que ninguno se volvió rico trabajando para nadie más que para ellos mismos. El primer rasgo o hábito, el de emprender, según por donde se le mire, es el que hace, al menos a primera vista, diferente a la gente rica de la que no lo es.
Pero, ¿qué diferencia hay entre quienes son ricos y quienes no lo son? “La mayoría del tiempo no es debido a la suerte. No es debido a la familia en la que nacieron, ni tampoco es porque se ganaron la lotería. La gente rica simplemente hace las cosas diferente. Ellos piensan diferente, actúan diferente y tienen diferentes hábitos”, señalan Tom Corley y Michael Yardney en el libro Rich habits, poor habits.
Entonces, ¿con cambiar ciertos hábitos nos volveremos ricos? Es necesario hacer una aclaración antes de continuar. En México no es posible hablar a la ligera. Sí, la gente rica tiene ciertos hábitos que los llevaron ahí, pero decir que con sólo seguir estos hábitos nos volveremos ricos sería simplificar y desvirtuar la realidad. El país es uno de los más desiguales del mundo, en el que ganar el salario mínimo es prácticamente el sinónimo de tener hambre (un salario mínimo no alcanza ni para comprar la canasta básica). Es decir, el piso no es parejo para todos. No todos tienen las mismas oportunidades, lo cual, tristemente, los excluye de poder escalar socialmente.
Esta aclaración no tiene el objetivo de desanimarte, sino más bien es para sacar nuevos bríos para cambiar tu realidad. Si estás leyendo esto, es porque sabes leer —poco más de 4 millones 700 mil mexicanos no lo saben—, porque tienes conexión a internet o porque tuviste cierta cantidad que pudiste destinar para comprar el periódico por la mañana, lo que te convierte en un privilegiado que muy probablemente está en posibilidades —en la medida que sea— de cambiar sus hábitos y acercarse más a la prosperidad.
Los más ricos amasaron sus fortunas al fundar empresas y hacerlas crecer. Así que si tienes en mente la idea de fundar una empresa —66% de los jóvenes preuniversitarios tiene esa idea, según una investigación de Young Business Talents— es importante que pienses en grande, y que, en mayor medida, esté orientada a la innovación tecnológica.
En general, no sólo han emprendido sino que ellos han sabido gestionar su dinero y, por lo tanto, lo han hecho crecer. De aquí que sea verdaderamente importante iniciar por cambiar nuestros hábitos respecto al dinero. ¿Estás acostumbrado a ahorrar? ¿A invertir? ¿A ahorrar para tu retiro? Éste puede ser un buen comienzo. Por desgracia, los mexicanos no estamos muy acostumbrados a hacer ninguna de estas tres cosas, ni a ahorrar para las cosas más inmediatas como una emergencia; mucho menos a invertir el dinero o a ahorrar a largo plazo, como para el retiro, por ejemplo.
A pequeña escala
Los ricos están acostumbrados a hacer una lista de cosas que hacer; se levantan tres o más horas antes de trabajar; escuchan audiolibros mientras se transportan; hacen networking durante cinco horas o más al mes; leen más de 30 minutos al día y, en general, aman leer, de acuerdo con la investigación de los hábitos diarios de la gente rica realizada por Thomas C. Corley, un hombre que ha pasado varios años estudiando estos hábitos y que es autor de varios libros al respecto, entre ellos Change your habits, change your life.
Estos hábitos incluso tienen que ver con la alimentación y con cuánto ven la televisión e incluso qué ven en ese aparato. Mientras que la dieta de los ricos está compuesta por hasta 50% de comida chatarra, la de los pobres alcanza mucho mayor porcentaje. No sólo eso, sino que los ricos se ejercitan al menos 30 minutos o más cada día, según lo que encontró Corley. Más de la mitad de los ricos ve una hora o menos de televisión al día, mientras que entre los pobres, sólo menos de 25% la ve por tan poco tiempo.
“Lo mismo que cualquier fuerza natural, la atracción de la gravedad puede operar con nosotros o contra nosotros. La atracción gravitatoria de algunos de nuestros hábitos puede normalmente impedirnos que vayamos a donde queremos ir”, explica Stephen R. Covey en el best seller Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Sin embargo, también explica que la atracción gravitatoria es una fuerza poderosa que puede generar el orden que se necesita para cambiar la propia vida si se hace con efectividad.
Covey, un académico que se dedicó a predicar estas enseñanzas a lo largo de su vida, define a los hábitos como una intersección de conocimiento, capacidad y deseo. Es decir, que para lograr que algo se convierta en un hábito es necesario conocer el qué hacer, por qué hacerlo, cómo hacerlo y el querer hacerlo.
El sistema en contra
Se pueden dar muchos consejos sobre cómo buscar la acumulación de riqueza. Pero no hay que perder de vista que el sistema está diseñado justamente para que los ricos se vuelvan más ricos y los pobres más pobres.
Noam Chomsky, un afamado activista social y lingüista estadounidense, se dio a la tarea de responder el por qué en el documental Requiem for the american dream, en el que explica la manera en la que el sistema político-económico facilita a los más poderosos —a través de distintas vías, como la condonación y reducción de impuestos, por ejemplo— la posibilidad de concentrar cada vez más riqueza.
Lo que el emblemático académico asegura es que la acumulación de riqueza y la de poder son dos circunstancias que van de la mano y coadyuvan para que la desigualdad aumente. Las legis-
laciones se hacen a modo, se manipulan las elecciones, se moldean las ideologías, se reduce la democracia, se margina a la población, entre otros. Chomsky delinea 10 principios de la concentración de la riqueza y el poder. No queda más que trabajar para romper el sistema.