No se trata de que a alguien le guste comprar; sino que hacerlo se vuelve una compulsión, una actividad que se sale de las manos y que luego trae profundos sentimientos de culpa y de ansiedad. En un día se pueden comprar 15 perfumes diferentes y dar el tarjetazo para pagarlo. O quizá siete pares de zapatos de un mismo color pero de distinto modelo. Son compras que no suenan coherentes y que son difíciles de entender para alguien que no sufre este padecimiento.

Ser un comprador compulsivo es parecido a ser adicto a las drogas, al alcohol o a otras sustancias: se busca cierta gratificación y tranquilidad con la acción, pero la persona se queda esperando porque o ésta no llega, o se convierte en un alivio que es apenas pasajero y que deriva en más ansiedad.

Puedes preguntarte por qué la persona se compró la misma bolsa en 10 colores y se gastó 10 mil pesos en ello, por ejemplo y cuando le preguntas por qué lo hizo contesta que porque quizá no volvía encontrar el modelo. Cualquier respuesta de este tipo se convierte en una forma de explicar el por qué de esta compulsión.

“Son mecanismos que buscan tranquilizar a las personas pero no cumplen ni esa función para la persona ni en la vida real. Porque comprar artículos iguales no le ayuda a nadie”, explica Eugenia Vega, sicoanalista de la Fundación APTA, una organización que ofrece tratamiento sicoanalítico para varios trastornos.

Las primeras menciones de este desorden las hacen Emil Kraepelin y Bleuler Eugen, contemporáneos de Freud, en sendos libros de psiquiatría. En el libro de Bleuler, éste lo describe como un ejemplo de un “impulso reactivo” o “enfermedad impulsiva”, según explica una revisión histórica de este desorden, publicada en World Psychiatry, la publicación de la World Psychiatric Association (WPA).

Parecida a otras adicciones

La oniomanía o la adicción a las compras tiene que ver con un patrón de compras excesivo y que se suele salir de control.

“Un comprador compulsivo es aquel que no puede para de comprar pensando que le va a hacer un bien, que lo va a calmar pero no, es al revés, esta conducta le sigue causando angustia”, explica Eugenia.

En ese sentido, se parece a otras adicciones, ya que se unen en la angustia que provoca el mismo acto y que al mismo tiempo hace que se reincida en éste.

“Aunque tú quieras, no es que no tengas voluntad, es que no puedes parar, por eso es compulsivo”, explica la especialista.

Quizá durante los 15 minutos siguientes al tarjetazo los compradores compulsivos sienten alivio, pero después de esto la angustia seguirá creciendo hasta que tengan que volver a salir de compras.

“Cuando un comprador compulsivo hace adquisiciones, se liberan endorfinas y hay una ráfaga de adrenalina. ¡Comprar es emocionante! Pero esta ráfaga se ve seguida de una sensación de vergüenza, desilusión y culpa. Naturalmente, quieres sentir esa fuerza otra vez”, explica Mark Banschick, siquiatra y doctor en medicina, en un texto al respecto en la revista Psychology Today.

El estudio El estado de ánimo al comprar: las diferencias en los estados de ánimo experimentado por los compradores compulsivos y otros consumidores, de la Universidad de Minnesota, encontró que los compradores compulsivos utilizan las compras para manejar estados de ánimo indeseados.

Es decir, que los que eran realmente compradores compulsivos fueron los que pasaron de sentimientos más negativos a los más positivos antes y después de la compra. Ellos buscan contrarrestar sentimientos de depresión, enojo, soledad o baja autoestima, explica Banschick.

Los artículos más comunes que compran estos individuos son ropa, zapatos, joyería, cosméticos y artículos del hogar. Los artículos no tienden a ser en realidad muy costosos, pero lo que ellos hacen es comprar en una cantidad que al final se sale de control.

“Los pacientes reportan comprar un producto basado en su atractivo o porque era una ganga”, explica Donald W. Black, un profesor de siquiatría de la University of Iowa Carver College of Medicine y experto en el tema.

Estas personas suelen comprar solas o con amigos que compartan los mismos intereses por comprar, de lo contrario, pueden sentirse apenados ante los demás.

Según la experiencia de Black, ellos suelen estar dispuestos a reconocer su problema. 85% reportó estar preocupado por sus deudas y 74% se sentía fuera de control, de acuerdo con investigaciones consultadas por el especialista.

“Empiezas a generar mucho conflicto en tu trabajo, amigos, familia, y en lo personal no te sientes bien. Antepones el comprar. Para seguir firmando tienes que pagar el mínimo, pero para pagar éste ya no te alcanza, así que así que empiezas a pedir y a pedir prestado”, explica la especialista de Fundación APTA.

Deudas

Pero el problema para los compradores compulsivos no se queda en la necesidad de compra y en su satisfacción, y claro, en la angustia que no pudo ser mitigada con la compra, sino que también los conflictos se presentan para ellos cuando hay que pagar esas compras.

Las personas que sufren este padecimiento suelen verse inmersas en una espiral de problemas con el dinero que hacen que su vida se salga de control.

“Un día volteas y miras tu clóset y está lleno de cosas que no necesitas, tienes muchas deudas o incluso has robado dinero para satisfacer tu hábito”, explica Banschick.

¿Qué diferencia a alguien que le gusta comprar y a un comprador compulsivo? Este especialista enlista varios aspectos: Una preocupación excesiva por comprar, a cualquier hora, en donde sea, ya sea en línea, en tiendas o a través de la televisión y sentimientos de culpa o lástima como un resultado de esta actividad, sobre todo cuando comprar se sale de las manos y esta persona empieza a mantener en secreto que lo hace porque tiene miedo de ser juzgado. Además de esta búsqueda de gratificación —y que no es encontrada— y de la contracción de deudas, los compradores compulsivos también son propensos a sufrir otros desórdenes.

Al menos esto encontró un estudio publicado en el Journal of Consumer Research, el cual sostiene que las mujeres diagnosticadas con desórdenes alimenticios de atracones tienen más tendencias de comprar y que los compradores compulsivos a su vez tienen más propensión a volverse comedores compulsivos.

No hay una edad exacta a la cual se empiece a manifestar este trastorno, pero los estudios recopilados por Black apuntan a que se suele hacer presente a los 30 años, una edad que coincide con la emancipación de casa y una edad a la que se empieza a tener cuentas de crédito.

No se puede decir de manera concluyente pero aquellos que sufren de este desorden suelen tener familiares de primer grado con padecimientos como depresión, abuso de alcohol y drogas, de ansiedad, o con el mismo desorden, apunta Black.

Detectarlo

Olivia Mellan y Sherry Christie, unas compradoras compulsivas recuperadas y autoras de Superar el exceso de gastos: un plan ganador para los gastadores y sus parejas, proponen tres preguntas para analizar si se tiene un problema con las compras: ¿Adquieres cosas que quieres, puedas o no pagarlas? ¿Te sueles recompensar comprando o haces compras para ponerte feliz? ¿Cuándo pospones comprar algo que realmente quieres, te sientes enojado y frustrado? La contestación positiva a estas preguntas puede dar una idea de si se sufre o no este problema.

Las compras también pueden funcionar como un “marcador de amenaza”, explica el estudio Peligros del consumo compensatorio:
La compensación socava la autorregulación
posterior
”.

Es decir, que cuando se tiene un evento desagradable en la vida y se recurre a las compras para tratar de superarlo, funciona al contrario; esto mantiene más presente el mal trago y piense más en ello.

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