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Si eres enojón o muy sociable, tienes una mayor probabilidad de tomar malas decisiones financieras, de endeudarte o de no ahorrar para tu retiro. Si hay alguna frase que pudiera explicar la manera en la que cultura financiera y personalidad se relacionan, sería la de: “Dime cómo eres y te diré cómo te relacionas con el dinero”.
Varios estudios han demostrado que la personalidad de los individuos está relacionada con la manera en la que éstos se relacionan con el dinero y en la que toman decisiones financieras. Es decir, que la personalidad influye en cómo las personas perciben a las instituciones financieras, comparan productos financieros o en qué tan pacientes o impulsivos son cuando van a comprar.
“Las actitudes, las percepciones y las capacidades relevantes para la toma de decisiones financieras no son independientes de la personalidad”, sostiene Pablo Peña, economista y colaborador del Instituto de Investigación para el Desarrollo con Equidad (Equide) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, en el trabajo Personalidad y cultura financiera: Un estudio de jóvenes mexicanos.
La tesis del investigador mexicano es que hay características de la personalidad que determinan nuestro comportamiento financiero.
Uno de los objetivos de su análisis es el establecer la evidencia de que la información financiera por sí sola —distribuida en panfletos, desplegados de periódico, cursos, etcétera— no se traduce necesariamente en una mayor cultura financiera y que es necesario establecer políticas públicas que consideren otros aspectos como la personalidad. Es mucho menos probable que alguien que es muy ansioso o vulnerable, por ejemplo, se acerque a un curso de finanzas personales o lea un libro al respecto.
“La lección más importante es que si nos fijáramos en la personalidad de los jóvenes, aquellos que son definidos como más neuróticos —la tendencia a experimentar fácilmente sentimientos como enojo, ansiedad, depresión y vulnerabilidad, su opuesto es la estabilidad emocional— o más extrovertidos (aquellos que muestran energía, emociones positivas, asertividad y sociabilidad), tienen en promedio una menor cultura financiera”, explica el especialista. Ellos tienen una probabilidad más grande de tener errores financieros o de tomar decisiones financieras equivocadas o que les pueden hacer daño, explica el especialista.
La cultura financiera se entiende como las actitudes, percepciones, conocimientos, normas sociales y opiniones subjetivas que afectan directamente las decisiones financieras.
Una variedad de errores
Las decisiones financieras que pueden hacer daño son distintas. Desde no leer la letra pequeña de un contrato, retirar de un cajero de distinto banco y no saber cuánto va a costar, no darse cuenta de las cláusulas de un contrato en una hipoteca o no ahorrar para el retiro.
“Para una persona con disciplina y autocontrol es más fácil ir al gimnasio que para una persona que no las tiene. Algo similar puede ocurrir con la cultura financiera. Una persona organizada y detallista está en una mejor posición para tener una vida financiera saludable que una persona que no”, explica el estudio realizado entre jóvenes de 15 y 29 años.
Las personas neuróticas tienen una mayor impulsividad en el consumo y las extrovertidas una menor paciencia intertemporal (no les gusta esperar y prefieren tener recompensas aunque sean menores pero a corto plazo), lo que las hace propensas a tomar malas decisiones.
Los que tienen una mayor apertura a nuevas experiencias, mayor conciencia o agradabilidad —qué tanto uno confía y ayuda a los demás— están en la situación opuesta: Suelen tener una mayor cultura financiera y están menos propensos a cometer errores financieros.
Se partió de una encuesta a nivel nacional en la cual se clasificó la personalidad de acuerdo con cinco rasgos: Apertura a nuevas experiencias, conciencia, extroversión, agradabilidad (aquellos que buscan estar de acuerdo con otros y que confían en la gente) y neurosis. Luego se midió la cultura financiera a través de una batería de 41 preguntas en las que se reunieron ocho capacidades financieras, entre ellas la planeación, previsión y paciencia intertemporal, entre otras. De la combinación de estos cinco rasgos con estas ocho capacidades resultó un índice de cultura financiera.
Otras evidencias
Éste no es el único estudio que arroja que la personalidad y la cultura financiera están relacionados de manera muy cercana.
Un estudio realizado por el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Cemla) y por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) encontró que las características de personalidad y cognitivas afectan el comportamiento de repago de los individuos y su nivel de endeudamiento.
Lo que encontró este estudio es que las personas más responsables, diligentes y con más determinación son más proclives a tener sus finanzas en orden y los individuos que valoran más el presente o son menos pacientes desean deshacerse de sus deudas a tiempo.
En cuanto a mantener una deuda en el tiempo, las personas que tienen una mayor preferencia por el futuro, suelen tener un monto menor de endeudamiento.
Nada está completamente dicho
Ambos estudios coinciden en que nada está grabado en piedra, sino que es posible que todo pueda modificarse. Es decir, tanto la personalidad, los rasgos cognitivos (aquellos relacionados con la manera de entender ideas complejas y de procesar información) como la forma de tomar decisiones financieras puede cambiar.
No se trata de que aquellos que son neuróticos y extrovertidos no sean capaces de tomar
decisiones financieras, sino que más bien
hay que reconocer que hay distintas personalidades y que de acuerdo con éstas es necesario adecuar la forma en la que se aprende a administrar el dinero.
“Por ejemplo, intentar instruir a alguien con baja consciencia y alto neuroticismo para que lleve registros detallados de sus gastos e ingresos puede ser inefectivo y hasta contraproducente. Para esa persona puede ser más efectivo contar con reglas de dedo simples que no requieran llevar registros de las finanzas personales o familiares”, explica el estudio.
En cuanto a las habilidades cognitivas y de personalidad que inciden en la manera de pagar (o no) de los individuos, también pueden modificarse. “Ambas características no están grabadas en piedra y pueden cambiar a lo largo del ciclo de vida”, detalla el estudio del CIDE.
No se trata sólo de información
El investigador de la Ibero realizó una muestra de 25 doctores en economía y encontró que no conocían datos básicos de los productos financieros que utilizaban, lo cual tampoco quería decir que tomaran malas decisiones.
40% no supo cuál es la tasa de interés que cobraba su plástico; 64% cuánto pagó aproximadamente de comisiones el año pasado por la administración de su ahorro para el retiro; 68% normalmente no lee la letra pequeña en los contratos que firma en los bancos.
El objetivo de este sondeo fue el demostrar que la cultura financiera no se adquiere simplemente por tener información disponible. “Lo más probable es que estos doctores no se metan en problemas financieros”, sostiene Peña.
Así como detrás de un estilo de vida saludable hay más que sólo información sobre colesterol y calorías, detrás de una vida financieramente saludable hay más que sólo información, reporta el estudio.