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De 2003 a 2006, la Bolsa Mexicana de Valores promedió rendimientos extraordinarios de 40%, así que muchos no quisieron dejar pasar la oportunidad y decidieron meter su dinero en esta alternativa de inversión, ya que pagaba cinco veces más que una tasa de interés, así que mucha gente decidió invertir con la idea de que el mercado accionario continuaría con ese gran ritmo.
Hubo alertas de analistas y asesores sobre los ciclos del mercado (éste no puede subir de manera permanente), de que lo mejor era mantener la inversión un periodo mayor a tres años, pero aún así muchos le entraron.
¿Y qué pasó después? Vino la crisis de 2008 y los rendimientos empezaron a bajar. Y ellos se dieron cuenta que no tenían el perfil para hacerlo. Esto lo narra Carlos Ponce —un especialista bursátil que ha trabajado en varias instituciones como Ixe, Santander y GBM— en su libro El riesgo es no invertir en Bolsa, en donde presenta 20 lecciones sobre la crisis de 2008 en el mercado accionario de México.
“Aquellos participantes que unos meses antes habían decidido apostar en Bolsa motivados por la evidencia de fuertes rendimientos descubrieron de pronto que en realidad no tenían el perfil para invertir en el mercado accionario”, explica. Esto significaba que no estaban dispuestos a permanecer por un plazo de más de tres años, no habían destinado proporciones de las cuales pudieran no disponer y no entendían el por qué de los movimientos, “y no dormían pensando en que podían perder algo, es decir, eran muy poco adversos al riesgo”.
¿Qué es lo que sucedió? Que los diagnósticos de perfil de inversionista, los cuales están diseñados a partir de objetivos y horizontes de inversión y aversión al riesgo, y deben hacerse con anticipación a la inversión, estuvieron de más, explica el especialista.
Para invertir en el mercado accionario, forzosamente es necesario acercarse a una casa de bolsa. En esas instituciones, van a ofrecerte que contestes un cuestionario con el objetivo de tener claro tu perfil de inversionista.
“Lo más importante al desarrollar una estrategia patrimonial de largo plazo es conocer tu propio perfil”, explica Ricardo Gómez, director de Finamex Inversiones.
No lo dejes de largo ni lo tomes como un mero trámite, ya que éste puede salvarte de movimientos desafortunados y que no se ajustan a tus objetivos de inversión.
“Se requiere ser muy honesto y reflexivo en este proceso y no tomarlo como un simple trámite burocrático”, asegura Ponce.
Este cuestionario arrojará cuáles son tus objetivos de inversión, cuál es el plazo al que estás dispuesto a invertir y qué tanto conocimiento tienes de este tipo de inversiones. Con base en estas variables será mucho más fácil construir tu portafolio de inversión.
“No hay alternativa de inversión mala, lo que hay es una decisión mala de inversión”, explica Gómez. Los instrumentos de inversión no son malos sino lo es el adquirirlos si no corresponden con lo que tú quieres.
El perfil de inversión y cada una de sus
variables es muy importante porque de éste va a depender los instrumentos que compondrán el portafolio y por ende, sus rendimientos
y desempeño.
“Tengo 30 años, he juntado 200 mil pesos, me gustan los mercados, no los voy a gastar y voy a 35 años. Es muy diferente a que digas soy muy conservador, tengo 30 años también pero voy a usar el dinero en tres meses”, ejemplifica el especialista. Entonces el tipo de instrumento tiene que ser completamente diferente uno de otro.
¿Qué hay de la tolerancia al riesgo?
El riesgo está relacionado con este tipo de inversiones. Carlos Ponce asegura que “el riesgo es lo primero, lo segundo y lo tercero”, en referencia a que siempre es necesario priorizar el riesgo sobre el rendimiento, dos variables conviven permanentemente en el proceso de toma de decisiones.
El simple hecho de invertir en Bolsa no
hace que todos asuman el mismo riesgo, ya que la forma de invertir influye en qué tanto se toma al decidir.
El peligro al participar en bolsa se asume en tres partes, explica Ponce: Al seleccionar los valores (acciones) a la hora de hacer un portafolio; al distribuir — llamado también diversificar— los instrumentos en el portafolio y al hacerlo en cierto tiempo determinado.
“El riesgo por supuesto que existe. Pero el verdadero riesgo que existe en cualquier inversión de tu vida es cuando tú no diversificas”, coincide el especialista de Finamex y explica que si todo lo tienes en un solo activo, ya sean acciones (la empresa quebró); centenarios (te los robaron) o cualquier otro, hay un alto riesgo.
“Si tú compras una empresa que se dedica a hacer autos y otra de energía, reduces a 50% el riesgo. Si compras una tercera que produce alimentos, tu riesgo bajó a 33%. Si a parte compras un bono del tesoro norteamericano tu riesgo baja a 25%. Si además compras un Cete del gobierno mexicano, ya vas a un 20%. Para que pierdas el 100% tienen que quebrar dos gobiernos y tres empresas”, explica Gómez.
Hoy existen instrumentos como los ETFs, (Exchange Traded Funds, traducido como fondos cotizados, los cuales te permiten comprar a las empresas (índices) de un país completo. Son fondos de inversión que cotizan en bolsa y que replican el comportamiento de un índice. Por ejemplo, si compras Naftrac, estás comprando una pequeña parte de cada una de las 35 empresas más grandes del Índice de Precios y Cotizaciones (IPC), el principal en la Bolsa Mexicana de Valores. Este tipo de instrumentos te permiten mitigar el riesgo.
Lo que el especialista explica es que si se diversifica bien el portafolio, si bien el riesgo está implícito, lo que se mueve diario es la valuación, pero no tiene que ver con perder todo el patrimonio. “Todo tiene vida, las empresas, los inmuebles, todo tiene vida y se valúa diario, pero se malentiende con el riesgo de perder tu dinero”, asegura Gómez.