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mariana.fernandez@eluniversal.com.mx
A partir de octubre pasado, el dólar ha subido un día tras otro. Las noticias no dejan de hablar de “máximos históricos”, lo que sólo significa que esta moneda está cada más cara de lo que nunca había estado antes. Tradicionalmente, los mexicanos estamos acostumbrados a que nuestra divisa pierda valor ante el dólar. Hasta diciembre de 1994 hablábamos de devaluaciones, porque este término se utiliza cuando el gobierno fija el tipo de cambio; hoy se habla de depreciación, porque nuestra moneda hoy está en un contexto de libre mercado. Así, la situación actual genera toda clase de expectativas.
Pero, ¿qué es lo que ha pasado con el peso frente al dólar? Desde octubre hasta ayer, la divisa estadounidense ha subido 22% su valor, de acuerdo con cifras de Banamex.
Popularmente se suele pensar que el gobierno es el responsable, pero en esta ocasión el movimiento no tiene que ver tanto con su desempeño, sino con el entorno global.
En esto coinciden especialistas e incluso el Banco de México, el cual sostuvo en un comunicado el 30 de julio pasado que “si bien las reducciones recientes en el precio del petróleo jugaron un papel en la depreciación de la moneda nacional, se puede decir que el factor más importa que explica dicha depreciación es la expectativa de incrementos inminentes en la tasa de interés de Estados Unidos”.
Hay que explicar esto de las tasas de interés de una manera más sencilla. Estados Unidos, para salir de la crisis en 2008, hizo que las tasas de interés se fueran casi a 0%. Eso hizo que fuera muy barato pedir préstamos en ese país. Esto permitió que las empresas consiguieran dinero barato, la gente empezara a comprar productos y a obtener créditos, lo que permitió, entre otras cosas, que la economía de ese país se recuperara, explica un economista de un reconocido banco de inversión y corredor de bolsa.
Desde 2008, las tasas de interés en Estados Unidos bajaron a mínimos históricos y poco a poco esto permitió que la economía se recuperara durante estos últimos años.
“Pero así como era barato pedir préstamos en ese país, para la gente que presta es muy mal negocio. Entonces toda la gente salió a invertir a mercados emergentes, como México. Nuestro país y las economías emergentes empezaron a recibir mucho dinero a partir de 2009, porque tenían una tasa de interés mucho más atractiva. México daba entre 7% y 8% por Cetes y el peso estaba muy estable. Era muy atractivo llevar dinero a México a renta fija y que te generara buenos intereses”, explica el especialista.
A finales de septiembre y principios de octubre del año pasado, inició el debate de si la Reserva Federal de Estados Unidos debía cambiar la orientación de las tasas de interés, es decir, si debía iniciar un proceso de alza. Esto como signo de recuperación de la economía estadounidense. Se espera que sea en septiembre cuando la FED diga si va o no a subir las tasas, pero mientras, la expectativa continúa y la depreciación del peso también.
“Todo el mundo está esperando el anuncio de la Reserva Federal de Estados Unidos de cuándo va a subir sus tasas; una vez que se dé a conocer, va a venir una tranquilidad”, asegura Siegfried Seedorf, especialista en finanzas de la Facultad de Negocios de la Universidad La Salle.
Los inversionistas están volviendo a confiar en la economía más grande del mundo –esto debido a varios factores, como su crecimiento económico– y están poco a poco regresando sus capitales a ésta. Así, no sólo el peso, sino el resto de monedas en el mundo se ha depreciado frente al billete verde.
“La gente ya empezó a sacar su dinero de los países emergentes y está regresando su capital a Estados Unidos. La excesiva compra de dólares es lo que está llevando al tipo de cambio a los niveles que está hoy”, explica el analista de la casa de bolsa.
Si bien esta situación es la principal, también existen otros factores que le afectan a la depreciación del peso, tales como la caída en los precios del petróleo y el débil crecimiento económico de México. “El petróleo sigue bajando y, mientras pase esto, será difícil que el dólar baje con respecto a nuestro peso”, explica Seedorf.
Un aumento futuro
El elevado precio del dólar hará que los precios suban en México. Como ejemplo, en el caso de los automóviles, la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) ya dijo que los precios de los coches subirán. ¿Por qué ahora y no antes? Porque hasta el momento los fabricantes habían absorbido la depreciación del peso. Es decir que, por ejemplo, si tenían que comprar insumos y éstos eran más caros porque los tenían que pagar en dólares, lo habían hecho sin aumentar el precio al consumidor. Este principio es aplicable a todas las industrias. Conforme pasan los días y el dólar sigue alto, las empresas comienzan a “ahorcarse” porque los seguros que tienen contratados para enfrentar las fluctuaciones del tipo de cambio y los inventarios llegan lentamente a su fin.
El 28 de julio pasado, Juan Casados, el director general de la Confederación de Cámaras Industriales —organismo que defiende los intereses del sector productivo del país— anunció que si el tipo de cambio se sigue manteniendo en 16 pesos por dólar, seguramente en los próximos dos meses tendrían que hacer un ajuste en los precios. “No va a ser posible seguir absorbiendo este tipo de impactos”, aclaró.
El aumento de precios es como una cadena: si suben los precios de los productos, sube la inflación, que es “el aumento sostenido y generalizado de los precios de los bienes y servicios de una economía a lo largo del tiempo”, según lo define el propio Banco de México.
Esto, según la misma institución, tiene varias implicaciones negativas para la economía. Entre éstas, el que se tenga que comprar menos con la misma cantidad de dinero.
“Las empresas tienen un margen con el que pueden jugar para no afectar el precio del consumidor pero va a llegar un momento en el que no lo van a poder soportar y van a tener que subir los precios, lo que va a repercutir en el mexicano”, explica Ángel Méndez, especialista en finanzas de la Facultad de Negocios de la Universidad La Salle.
Históricamente en el país, asegura el especialista, cuando ha habido una depreciación del peso nos ha afectado directamente, y esta ocasión seguramente no será la excepción.
Para paliar esta situación, la Comisión de Cambios anunció en marzo una subasta diaria de 52 millones de dólares para frenar la caída del peso. Esta medida apela a la ley de la oferta y la demanda: entre más dólares en el mercado, baja su precio. El 30 de julio anunció que la subasta diaria sube a 300 millones de dólares.
¿Debo comprar dólares?
“Lo peor que se puede hacer es comprar dólares, a menos de que se tenga que cumplir una obligación. Pero si lo estamos haciendo con una intención de especular y obtener una ganancia, lo que estamos haciendo es pegarle al peso”, explica Méndez.
Por su parte, Seedorf coincide y asegura que no es momento de comprar dólares, porque esto favorece a la especulación. “Cuando uno entra a un mercado especulativo, siempre va a perder. Nuestra moneda es el peso, si en un futuro necesitamos pesos, vamos a vender los dólares caros que compramos, y vamos a perder”, asegura. Compra si es necesario por algún viaje o alguna otra situación, pero sólo en esos casos.
Distintos precios
Hay distintos tipos de cambio del billete verde. Está el dólar interbancario y el que se vende en las casas de cambio.
El primero se refiere al tipo de cambio con el que se realizan las transacciones entre bancos y lo fija el Banco de México. En tanto, el precio del dólar que se vende en las casas de cambio es fijado por la ley de oferta y demanda. Por eso, cuando vas al aeropuerto, por ejemplo, tienes que fijarte muy bien en qué casa de cambio compras, porque hay diferencias entre éstas, debido a la oferta y la demanda de la divisa.
Para saber con certeza hasta dónde va a subir el tipo de cambio peso-dólar, se necesita una bolita mágica. Hasta este punto, los analistas sólo pueden hacer más que prever con base en el contexto económico.
“Va a llegar a cerca de 17 pesos, y a fin de año va a tener una regresión como a 16.30, una vez que se conozcan las tasas de EU. Para fin de año no podríamos llegar a un tope de 17, ya tendría que bajar”, asegura Seedorf. Por supuesto, éste es sólo uno de los pronósticos.