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cartera@eluniversal.com.mx
La tecnología es un habilitador para cometer un crimen para 24% de los defraudadores investigados por KPMG, reveló la encuesta Perfiles Globales del Defraudador 2016.
“La tecnología en temas de fraude se vuelve un arma de doble filo y las organizaciones deben estar mejor preparadas para anticiparse a este desafío”, dijo Shelley Hayes, socia líder de Forensic de KPMG en México.
La encuesta indica que 65% de los defraudadores son empleados de las empresas, 35% pueden ser ejecutivos o encontrarse en niveles directivos, 38% han laborado al menos por seis años en la compañía y 44% tienen autoridad ilimitada.
En un comunicado, KPMG explicó que mientras la tecnología se vuelve más sofisticada los esquemas para usarla de forma malintencionada evolucionan y las empresas no toman acciones suficientes para prevenir y detectar fraudes.
“Los sistemas de monitoreo de amenazas y procesamiento analítico de datos son imprescindibles para las organizaciones que buscan comportamientos anómalos o sospechosos”, mencionó Hayes.
Entre los fraudes cometidos con el uso de tecnología 24% la utilizó para crear información falsa o engañosa en registros contables, 20% proporcionó información falsa o engañosa a través de correo electrónico u otra plataforma de mensajería y 13% abusó del acceso que tenía permitido a los sistemas informáticos de la empresa.
KPMG destacó que entre las nuevas amenazas que enfrentan las empresas destaca el ciberfraude y, aunque las compañías conocen este tipo de fraude y su impacto, “no creen realmente que puedan ser víctima de ella, lo que puede revelar una falta de preparación para enfrentar este tipo de delitos”.
Aunque los ejecutivos saben que los hackers y el crimen organizado causan afectaciones a las empresas, no creen que pueda pasarles a ellos.
“Al menos 31 de los 750 defraudadores investigados en esta encuesta cometieron un ciberataque. Aunque esto puede parecer un número bajo, apenas es la punta de un “iceberg” aún no identificado”, subrayó.
Para 61% de quienes comenten fraudes, la debilidad en los controles internos es un factor decisivo en su actuar. En 2013 la encuesta encontró que 18% tomaba ventaja de la vulnerabilidad de los programas internos de prevención, cifra que se incrementó a 27% en el último análisis de la firma.
Asimismo, 16% de quien cometió fraudes pudieron eludir los controles y 20% realizó fraudes sin considerar los controles internos que existen en las empresas.
Por otra parte, la encuesta encontró que los defraudadores prefieren trabajar coludidos con otros, destacando el caso de América Latina donde en 76% de los casos los actores hicieron fraudes acompañados.
“Esto se da porque los defraudadores necesitan asociarse para evadir los controles internos, lo que resulta particularmente amenazante para las empresas”, explicó KPMG.