La acelerada evolución de la tecnología es bien conocida por todos. Como individuos y como organizaciones, disfrutamos de soluciones innovadoras (como la banca electrónica o el uso de programas para manejar operaciones empresariales) que ayudan a simplificar procesos y representan un significativo ahorro de tiempo y energía para usuarios y consumidores. Sin embargo, esta aparente simplicidad esconde detrás sofisticadas tecnologías que soportan importantes estrategias corporativas.
Lo anterior es particularmente cierto en el sistema financiero. En el estudio más reciente Retos y oportunidades del CIO bancario en México de KPMG, encontramos que un sorprendente 90% de los bancos del país se encuentran inmersos en grandes proyectos de renovación tecnológica. Una de las principales razones por la que esta costosa, incierta y disruptiva operación resulta impostergable para muchas instituciones es la incompatibilidad de la plataforma tecnológica con los niveles de servicio que las áreas de negocio desean ofrecer a sus clientes.
Pero ¿cuáles son las características actuales de una plataforma tecnológica moderna? Sin importar si es para un banco, una aseguradora, una sociedad financiera de objeto múltiple (sofom) o casa de bolsa, curiosamente, la respuesta no varía dependiendo del tipo de institución, más bien cambia constantemente en el tiempo para todas. Lo que es útil para un banco grande resulta, en gran medida, útil para una aseguradora mediana; sin embargo, lo que era moderno en 2011 es obsoleto hoy en relación con la funcionalidad y características de los sistemas más recientes.
Para KPMG, lo que representa una plataforma tecnológica moderna actualmente es un sistema de aplicativos con una arquitectura robusta y escalable bajo principios orientados a servicios (Service Oriented Architecture o SOA), que es configurable tanto por el área de Tecnología como por las áreas de negocio, y que utiliza interfaces de programación de aplicaciones conocidas como Application Program Interface (API) estandarizadas para facilitar su integración a nuevas tecnologías.
En un mundo en donde el volumen y la velocidad de las transacciones crecen incesantemente, las instituciones financieras requieren de sistemas escalables, lo cual se logra con arquitectura de sistemas basada en SOA. De esta forma, la institución cuenta con un sistema moderno que responde a un creciente número de transacciones y con una vida más larga, al hacerlo expandible. Cuando hay una escalada súbita en la demanda por algún evento u oportunidad de negocio, la plataforma está preparada. La configuración en la nube es también un elemento de escalabilidad para manejar picos, tanto anticipados como inesperados.
La capacidad de configuración es importante porque permite acelerar la introducción de nuevos productos y servicios. La habilidad de un banco, una sofom o una casa de bolsa para reaccionar a los cambios del mercado y aprovechar breves ventanas de oportunidad de negocio, está limitada por el tiempo que le toma internamente crear nuevos productos o modificar los existentes. Las herramientas robustas facilitan la configuración y la habilitan a un número mayor de participantes, reduciendo los cuellos de botella. En un mercado que demanda impacientemente productos y servicios cada vez más personalizados, la configuración es esencial.
Finalmente, es crítico que una plataforma tecnológica evite quedar encerrada en sí misma, con límites rígidos que dificulten o imposibiliten la integración de aplicativos y soluciones de terceros. Las plataformas tecnológicas se integran hoy a sistemas internos y externos, así como a nuevas fuentes de datos y, de manera creciente, en tiempo real.
Hay ejemplos muy claros en todos los segmentos de la industria de servicios financieros en México, en los que las instituciones utilizan soluciones de terceros para sistemas auxiliares de inteligencia de negocios, portales, de procesamiento y análisis, entre otros. También es un hecho que el número de fuentes de datos continúa creciendo significativamente, lo cual habilita soluciones más sofisticadas en temas tan variados como la calificación de riesgo, la personalización de un servicio o el lanzamiento de un producto en una zona específica.
Estas soluciones dependen de su integración con la plataforma tecnológica de la institución. La manera de reducir el tiempo, esfuerzo, costo y riesgo de dicha integración está directamente relacionada con el grado de estandarización de sus interfaces de programación.
Por ello, estos tres componentes: arquitectura SOA, sistema configurable y API estandarizadas, describen lo que hoy representa un sistema moderno. Transitar del estado actual de la plataforma tecnológica a un estado que se aproxima a esta condición es una tarea estratégica, delicada, que requiere visión, compromiso e inversión a largo plazo.
Socio Líder de Asesoría en el Sector Financiero de KPMG en México
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