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Por: Juan Roberto Reyes Solís
Datos de 2017 de la Organización Mundial del Comercio, muestran que el valor del intercambio comercial entre Canadá, Estados Unidos y México estuvo arriba de los 942 mil millones de dólares. Este monto refleja la gran intensidad del comercio de la región y lleva a considerar que para 2018 y eventualmente en este 2019, los datos podrían mostrar altibajos. Esto es porque los Estados Unidos, como primer exportador e importador global, aplican unilateralmente políticas restrictivas frente a sus socios comerciales clave y tienen al mismo tiempo una disputa con China, lo cual podría erosionar el eslogan de: “Let´s make America Great Again.”
El país, cuyas importaciones provienen esencialmente de China (21.6%), México (13.4%) y Canadá (12.8%), concentra entre las naciones de América del norte una cuarta parte de sus compras internacionales. Los EU, con su gran alcance y cobertura en la economía global requieren permanentemente de suministros para el consumo de más de 329 millones de personas y también para sus industrias estratégicas. Gracias a dichas provisiones y según el CIA worldfactbook los EUA aseguran excelentes recursos para la economía y de paso son líderes mundiales en computadoras, productos médicos y farmacéuticos, equipo aeroespacial y militar.
Así las cosas, el 94% de las mercancías que importa la gran potencia son bienes industriales y de consumo los cuales son surtidos esencialmente por cinco países (China, México, Canadá, Alemania y Japón). Entre estos se han desarrollado amplias cadenas de producción y distribución que han integrado poderosamente a América del Norte.
Sin embargo, la esfera de la economía y el comercio internacional ha sido -varias veces- espacio de la rivalidad política entre republicanos y demócratas. China, Canadá y México han sido objeto de planteamientos proteccionistas por parte de la administración Trump generando respuestas inmediatas que también afectan a los productores de ese país. El forcejeo impulsado por el presidente Trump hacia sus competidores lleva a usar cualquier medio de presión que constantemente conduce a escenarios impredecibles junto con sus efectos colaterales.
Dado que esta lucha de fuerzas podría tener otros frentes en las próximas semanas, el renegociado Acuerdo Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) estaría en alguno de los rincones de la confrontación entre ambos bandos políticos. El objetivo y trasfondo del presidente Trump es avanzar en la formación de un escenario que garantice al 2020 su continuidad en la Casa Blanca por cuatro años más. Para lograrlo es fundamental, junto a sus actuales ventajas, discutir sobre todo tipo de temas.
Así las cosas, el nuevo acuerdo de América del Norte que ha atraído un espíritu de modernización y nuevas perspectivas de operación comercial para el próximo decenio podría ser objeto de tensiones y eventuales condicionamientos. Para Trump, la meta es presionar a los demócratas para alentar la controversia y la posible negociación de posiciones políticas en Washington a su complacencia.
Con el inevitable “estira y afloja” que continuaremos presenciando entre ambas fuerzas políticas y a partir de esta suposición, el T-MEC podría estar en la mira de Washington entrampándolo con la retórica y recursos mediáticos que conocemos para atraer la reacción diplomática y política de México y Canadá, y desde luego, usarla a conveniencia.
Imperativo es para Canadá mantener con firmeza el 51% de su comercio exterior que realiza con los EUA, así como para México, garantizar en el corto plazo la continuidad del 80% de sus compromisos de intercambio internacional. Apostar al TMEC y otras estrategias requerirá de un esfuerzo especial de áreas clave de Relaciones Exteriores, Comercio y Economía.
A pesar del acuerdo logrado en su momento entre Trump, Peña y Trudeau, el T-MEC deberá pasar en los próximos meses a la faceta de ratificación en el Congreso. Antes de ello, además de la posible flexibilización en el intercambio entre China y EUA que podría darse a fines de marzo e influir en el entorno económico, la instancia clave en este proceso, la Comisión de Comercio Internacional, requerirá hacer una revisión que se llevaría al menos de 60 días antes de los pasos finales. Por el momento, la competencia política será un factor que podría conducir a dicho acuerdo hacia nuevas y polarizadas discusiones en Washington.
*Académico de la Universidad del Valle de México, Campus Querétaro