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Nadie dijo que emprender era fácil. Eso lo aprendió Rodrigo Vargas Mier y Terán, quien inició hace dos años una aventura llamada Mero Mole. Su empresa brinda consultoría estratégica a restauranteros y ha desarrollado una metodología para alcanzar el éxito en este tipo de negocios.
Rodrigo es el segundo de seis hijos del empresario mexicano Joaquín Vargas Guajardo, presidente del consejo de administración de MVS Comunicaciones, conglomerado con estaciones de radio y televisión, y dueño de Corporación Mexicana de Restaurantes (CMR), operadora de Wings, Olive Garden y Chili’s. Su madre es Lourdes Mier y Terán.
Con 32 años de edad, el espíritu empresario de su abuelo Joaquín Vargas Gómez, fundador de MVS, renació en este joven.
Con estudios de mercadotecnia en el Tecnológico de Monterrey y una maestría en administración de empresas en Australia, Rodrigo Vargas hoy lucha por un sueño.
Inicios en la industria. En la década de los 60, la familia Vargas se introdujo en la industria de restaurantes. Don Joaquín Vargas Gómez comenzó el negocio de Wings en un avión-cafetería ubicado al frente del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, esa fue la base de CMR que después tomó otra dimensión con el sucesor Joaquín Vargas Guajardo.
Como parte de la familia Vargas, Rodrigo comenzó a trabajar desde los 13 años en CMR. Todos los veranos laboraba como lavaloza, personal de intendencia, reparador, cocinero, almacenista y otros puestos similares en la empresa de su padre. Su hermano Joaquín Vargas Mier y Terán, ahora director general de CMR, también pasó por un proceso similar.
El gusto por la industria restaurantera de Rodrigo Vargas provocó que la mitad de sus vacaciones escolares fueran ocupadas para estar en CMR cada año.
Fueron años de conocer el negocio desde abajo y a su vez cumplía con un protocolo familiar que establece ciertas condiciones para trabajar en las empresas de los Vargas .
El protocolo familiar de los Vargas incluye trabajar dos años en otra empresa externa y eso provocó que Rodrigo fuera becario dos años en Grupo Modelo.
Combinó su carrera en el Tecnológico de Monterrey con esta experiencia e incluso llegó a vivir en Buenos Aires, Argentina.
Desde siempre tuvo en su interior el deseo de emprender. Al terminar sus dos años en Grupo Modelo, Rodrigo inició un negocio de producción de eventos, comenzó a organizar cocteles, fiestas y ofrecer paquetes entre sus conocidos. El dinero que obtenía lo utilizó durante sus estudios universitarios y la empresa tuvo una vida de tres años.
Después de esta experiencia, Rodrigo entró de nuevo a CMR, donde laboró en total ocho años. Su primer año y medio fue de entrenamiento operativo, recorrió todos los departamentos y áreas del corporativo como cuentas por cobrar, contabilidad, finanzas, administración o recursos humanos. El segundo hijo de Joaquín Vargas fue gerente de mercadotecnia y tuvo el liderazgo de la Fundación CMR. Entre sus labores estuvo la reestructura de marcas propias y su conceptualización, por ejemplo, Fonda Mexicana y Destilería. Su último cargo en la empresa familiar fue como vicepresidente de operaciones.
Los temores de emprender. Con una esposa y dos hijos, Rodrigo Vargas tiene una responsabilidad que excede el ámbito empresarial.
Su mejor ejemplo ha sido su abuelo, quien por su tenacidad al estudiar en una escuela militar por la falta de dinero para financiar sus estudios en una escuela privada, así como la apertura de una tlapalería, gasolineras, restaurantes, la radio y la televisión, son parte de los motivadores diarios de Rodrigo.
En su sangre corren los genes de un emprendedor y su padre Joaquín también ha sabido darle ánimos: “no te vayas a quedar con las ganas de hacerlo”, le decía cuando platicaban sobre sus intenciones de iniciar un negocio.
La decisión por iniciar Mero Mole llegó con una simple reflexión. Rodrigo pensó en el último día de su vida y entonces supo que no quería perderse la experiencia por emprender su propia empresa. Quiso morir sabiendo cuál es el sabor de esta vivencia.
A partir de su decisión por emprender, el camino ha sido complicado en Mero Mole. Tuvo que vender sus dos automóviles para salir de apuros financieros, sin contar los esfuerzos físicos por las largas jornadas de trabajo.
De un momento a otro pasó del mundo corporativo e institucional a ser director general, gerente de recursos humanos, finanzas, capacitación, contratación, producción y operación de una compañía.
Y Mero Mole atraviesa por uno de los mejores momentos desde su creación, aunque ahoraRodrigo viaja en bicicleta, invierte todas las ganancias del negocio en hacer crecer la empresa y, acompañado de su socio Eduardo Méndez, han logrado salir adelante en este proyecto.
La ventaja de ser un Vargas. Ser hijo de Joaquín Vargas Guajardo no es ningún problema. No existe un punto negativo para Rodrigo. La integridad de su padre y su reputación han sido intangibles heredados de manera evidente a su empresa, por lo que parte de su responsabilidad es mantener este herencia.
Como todo emprendedor, Rodrigo prefiere la independencia, aunque reconoce que ha recibido el apoyo financiero de su padre en momentos complicados al arranque de Mero Mole. Fue una bocanada de oxígeno.
Rodrigo admira la estrategia de sus padres y sus tíos para mantener los negocios de la familia tras la segunda y tercera generación.
El protocolo familiar, donde sus parientes han gastado horas de tiempo y esfuerzo para diseñar herramientas de mejora, son parte del éxito de sus negocios.
Cada tres meses, los integrantes de la familia Vargas se reúnen para recibir información sobre sus negocios. Debates y conversaciones son la constante en estas reuniones y el protocolo se actualiza con los acuerdos a los que se llega.
Actualmente sólo dos de los 35 primos trabajan en CMR.
Para dar una idea acerca del contenido del protocolo familiar, los Vargas consideran las calificaciones escolares, además de que para recibir un puesto de la empresa un tercero debe de evaluar a dos candidatos adicionales y decidir de forma independiente por alguno de los prospectos sin tomar en consideración los vínculos los familiares.