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Después de un largo análisis sobre invertir en China o en cualquier otro lugar del mundo para aumentar la capacidad de producción de bióxido de titanio, la empresa The Chemours Company decidió invertir en México, ya que resultó más competitivo.

El director general de The Chemours Company, Luis Rebollar, explicó en entrevista con EL UNIVERSAL que la empresa quiso instalar una planta de bióxido de titanio en China, pero ante lo complicado de conseguir permisos en ese país, la empresa optó por invertir 580 millones de dólares de 2011 a 2015, en la ampliación de la planta de Altamira, Tamaulipas.

“Al final, la compañía decidió invertir en esta planta porque es una de las mejores en desempeño, seguridad, calidad, productividad y costos”, dijo.

“Habíamos comprado un terreno muy grande en China porque queríamos construir una planta ahí porque el crecimiento más importante en la demanda de bióxido de titanio lo vemos en Asia en los siguientes 15 o 20 años. Pero, no nos dieron los permisos hubo muchas dudas respecto a la cuestión de propiedad intelectual y teníamos esta planta que es extraordinaria en resultados y al final concluimos que era mejor traer la inversión a México”, detalló Rebollar.

La planta de Altamira tiene 56 años de operar en México, pero en 2011 se anunciaron los planes de expansión para este complejo, con lo que se convertirá en la fábrica más grande de bióxido de titanio en América.

El bióxido de titanio se utiliza para darle una coloración blanca a prácticamente cualquier objeto, se utiliza en la industria de las pinturas y recubrimientos y ha sustituido a cualquier otro pigmento blanco en el mercado.

La inversión en Altamira le permitirá a Chemours incrementar la producción de este químico de 150 mil toneladas anuales a 350 mil toneladas.

Para la ampliación de la planta se contrataron a 2 mil personas y la nueva línea de producción generará 200 nuevos empleos para sumar un total de 750 directos y 1 mil indirectos.

Mercado. El año pasado, Chemours reportó ventas por 6 mil 400 millones de dólares a nivel mundial, de las cuales, 46% correspondieron a tecnologías de titanio.

El 60% del bióxido de titanio se vende a la industria de recubrimientos, pinturas y laminados; 35% se destina a la industria plástica; 5% a la industria del papel; y el resto a otros negocios.

En el segmento de pinturas se incluyen las ventas a la industria automotriz y a la de electrodomésticos, pues con el bióxido de titanio se fabrica pintura en polvo para pintar refrigeradores, lavadoras y línea blanca.

EXPORTACIÓN

La mayoría de la producción de bióxido de titanio en la planta de Altamira se exporta, principalmente a Europa, Alemania, España, Rusia y Brasil, para aprovechar los acuerdos comerciales de nuestro país.

Mientras que la demanda de este químico en el país se surte con producto importado de Estados Unidos.

“México tiene acuerdos de libre comercio con 42 países y en casi todos tenemos cero impuestos, en algunos se pagan aranceles, pero se irán eliminando en 15 o 20 años”.

“Esto es beneficioso porque entre las dos plantas en Estados Unidos, la de México y la de Taiwan, vemos la demanda global y decidimos desde dónde surtir y dónde producir para optimizar el costo y la utilidad. En Brasil las importaciones de bióxido de titanio pagan un impuesto de 12%, pero las de México pagan 6%. Buscamos que los clientes paguen menos impuestos de importación”, indicó Rebollar.

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