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Cinco días bastaron para que a Martin Winterkorn no le prorrogaran su contrato como presidente ejecutivo de Volkswagen e incluso renunciara al cargo, tras la denuncia de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) de que la automotriz había cometido fraude, al falsear los sistemas de medición de gases contaminantes que afectaron a 482 mil autos vendidos en este país.

En 2013, la Universidad de Virginia Occidental realizó un estudio sobre energías alternativas en tres tipos de vehículos diferentes, dos pertenecían a Volkswagen, las cifras obtenidas no tenían nada que ver con lo que publicaba el grupo alemán. El estudio pretendía demostrar que el diesel es una alternativa limpia, pero comprobaron que los autos de la automotriz excedían los límites.

La EPA dio a conocer el 18 de septiembre en un comunicado que Volkswagen había violado dos disposiciones de la Ley de Aire Limpio, al detectar que cuatro cilindros de los coches Audi que usan diesel, modelo 2009-20015, incluían un software que elude las normas de emisiones de la agencia para ciertos contaminantes.

La EPA acusó a Volkswagen de instalar en 482 mil coches un software que aparentaba reducir las emisiones contaminantes cuando detectaba que era sometido a una prueba. Esta agencia calculó que los autos de la empresa alemana emiten en realidad hasta entre 10 y 40 veces más dióxido de carbono que lo permisible.

La Junta de Recursos del Aire de California (CARB, por sus siglas en inglés) inició una investigación. “Trabajando con la EPA estamos dando este paso importante para proteger la salud pública gracias a las investigaciones de nuestros científicos de laboratorio”, dijo Richard Corey, del Consejo de Recursos Atmosféricos.

La EPA y CARB descubrieron el software del dispositivo tras un análisis independiente realizado por investigadores de la Universidad de West Virgina, en colaboración con el Consejo Internacional de Transporte Limpio, una organización no gubernamental, quienes se plantearon preguntas acerca de los niveles de emisiones y exigieron una explicación porque la exposición a contaminantes como dióxido de nitrógeno, ozono troposférico y partículas finas está relacionada con una serie de efectos graves para la salud, como aumento de ataques de asma y otros males respiratorios.

Dos días después de que se ventilara el fraude, Volkswagen admitió la manipulación y pidió disculpas. El 21 de septiembre dejó de comercializar sus vehículos diesel en la Unión Americana y el gobierno de Alemania anunció una investigación para determinar si la compañía también manipuló su programa para evadir las normas ambientales en Europa.

El escándalo creció y el 22 de septiembre la empresa informó que podían ser 11 millones los vehículos afectados vendidos en todo el mundo, porque el motor diesel EA 189 lo utilizan, además de la matriz, sus filiales Audi, Skoda y Seat. También anunció que cubriría las pérdidas.

En su primera aparición en público después de que se supo del engaño, el jefe de Volkswagen en Estados Unidos, Michael Horn, declaró: “Pagaremos lo que tengamos que pagar y, seamos claros: nuestra compañía fue deshonesta”. Por su parte, la canciller alemana Angela Merkel reclamó a Volkswagen “transparencia total” y le pidió dar a conocer la información.

Con información de Bloomberg

jram

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