A finales de abril el CEO de Fiat Chrysler Automotive (FCA), Sergio Marchionne, sorprendió con una presentación sobre la insostenibilidad del modelo actual que rige a la industria automotriz, en donde, a diferencia de otros sectores industriales, se invierte mucho dinero en investigación y desarrollo de nuevos productos, creando menor valor para clientes y accionistas.

El futuro demanda cumplir con nuevas regulaciones de emisiones a la atmósfera y de seguridad, tecnologías más eficientes que se traducen en un incremento en el capital invertido por parte de los fabricantes de equipo original. Ante este gran reto, Marchionne propone la integración de compañías, especialmente en aquellos fabricantes de equipo original con una producción inferior a cinco millones de unidades al año, con el fin de compartir los altos costos de investigación y desarrollo de nuevos productos y tecnologías. Este tipo de fusiones, menciona, ahorrarían más de seis mil millones de dólares, tan sólo en los primeros cuatro años.

Últimamente, se ha incrementado la colaboración entre fabricantes de equipo original, como ejemplo está el acuerdo de 2013 entre Daimler, Ford y Nissan, el cual contempla el desarrollo de la tecnología de celdas de combustible para 2017. Toyota y Mazda acordaron en mayo desarrollar la misma tecnología.

En la manufactura también hay alianzas. Por ejemplo, para aprovechar la utilización de la capacidad instalada, Nissan y Daimler invierten en Aguascalientes, en donde Nissan estará ensamblando para Mercedes Benz, mientras que ésta última estará suministrando plataformas para el Infiniti. Otro ejemplo será la producción de 50 mil autos Toyota por Mazda en su planta ubicada en Salamanca, México.

El interés de Marchionne en una alianza es públicamente conocido. Una posibilidad sería con Grupo Volkswagen, la cual podría proporcionarle la escalabilidad necesaria para desarrollar nuevos productos y tecnologías. Esta fusión le permitiría a VW fortalecer su presencia en Estados Unidos, uno de los mercados más importantes del mundo, a través de la red de distribuidores Chrysler en Norteamérica y así ubicarse como el líder de ventas en unidades, que ostenta Toyota.

Los tres líderes productores del sector son General Motors, Toyota y Volkswagen, los cuales producen entre nueve y 10 millones de unidades al año cada uno. Entre los que producen menos de nueve y más de cinco millones se encuentran KIA-Hyundai y Renault-Nissan, con capacidad de producción entre seis y ocho millones de unidades.
A pesar del volumen, los resultados financieros dejan qué desear. Según las cifras en 2014 publicadas por Fortune global 500, General Motors logró ventas de 156 mil millones de dólares, con utilidades sobre ventas de 2% y utilidades sobre activos totales de 2%. Toyota, con ventas de 248 mil millones de dólares, utilidades sobre ventas de 8% y utilidades sobre activos totales de 5%. Volkswagen con ventas de 267 mil millones de dólares, utilidades sobre ventas de 5% y utilidades sobre activos totales de 3%.

La que tiene los mejores indicadores es Toyota, no obstante su rentabilidad es baja comparada con otros sectores, dada la necesidad que tienen en invertir en investigación y desarrollo y mantener los costos de producción competitivos en un sector maduro como el automotriz.

A la luz de lo anterior, vendrá una recomposición en el sector, sobre todo para los que tienen volúmenes bajos de producción. Dentro de las posibles alianzas, habría que considerar a FCA, a PSA Peugeot Citroën y Ford.

Profesor decano del área de Dirección de Operaciones de IPADE Business School

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