Muchos especialistas en finanzas personales a escala global han tocado el tema: La pobreza es una cuestión de mentalidad. Por supuesto, en México ésta no es una afirmación que pueda hacerse ni a la ligera ni de manera general. En el país, la pobreza es una realidad que deja a más de 50 millones de personas durmiéndose y despertándose sin tener nada que llevarse a la boca.

Esta realidad es compleja de explicar, pero uno de los aspectos que tienen más peso en el porqué deja a más de la mitad de la población sin la posibilidad de cubrir sus necesidades más básicas es lo bajo que es el salario mínimo mexicano.

No por nada la UNAM ha denominado que México es una “fábrica de pobres”. Y por desgracia, una parte de esta población no tiene posibilidades de mejorar.

Sin embargo, ¿qué pasa con aquellos que sí tienen el ingreso que les permite cubrir no sólo sus necesidades básicas sino más allá, pero siguen sin ahorrar y sin lograr sus metas financieras? Probablemente tengan lo que los especialistas han denominado “mentalidad pobre”.

En ciertas personas que pertenecen a esta parte de la población, vivir entre deudas y no crecer económicamente, es una cuestión de cómo piensan respecto al dinero y qué hábitos y actitudes tienen en torno a él.

Thomas C. Corley, un hombre que ha pasado varios años estudiando los hábitos de ricos y pobres, y que es autor de varios libros al respecto, entre ellos Change your habits, change your life, habla de varias creencias erróneas que impulsan a la gente más bien a quejarse que a tomar las riendas de su situación financiera.

Por ejemplo, el tener lo que él llama una “ideología de víctima”, la cual se refiere a pensar que la pobreza está fuera de su control y que su suerte estará en manos de la lotería, o en general, de factores externos.

“La ideología de víctima es realmente una mentalidad que actúa como un virus, creando un ciclo de pobreza que puede durar muchas generaciones”, sostiene.

Corley se ha dedicado a hacer una extensa investigación sobre qué hace ricos a los ricos, y él sostiene que tiene que ver con la manera en la que hacen las cosas. “Después de entrevistar a 177 millonarios hechos por sí mismos y a 128 personas pobres en un periodo de cinco años, he aprendido que la riqueza y la pobreza se construyen. Las herramientas que nosotros usamos para crear la prosperidad o la pobreza son nuestros hábitos y las decisiones que tomamos en la vida”, asegura. Esta mentalidad pobre tiene más que ver en cómo escoges ver tu vida y en la decisiones que tomas al respecto.

En este sentido, Dani Johnson, emprendedora y experta en negocios y finanzas, que es autora de varios libros y que ha sido entrevista por Oprah y por varios otros medios por la manera en la que ha logrado amasar su fortuna y pasar de ser mesera a millonaria en poco tiempo, asegura que la diferencia entre 98% de aquellos que a la edad de 65 años van a estar en bancarrota y dependientes de su familia y ese 2% que lo está haciendo financieramente bien es “la manera en la que piensan”.

Pone su propio ejemplo. “Pasé muchos años siendo adicta a las cosas. Hice muchos millones de dólares, pero todavía tenía una mentalidad de pobre porque gastaba todo lo que ganaba. ¿Y para qué? Para probarme a mí misma y a los demás, que ya no era el fracaso que todos decían que iba a ser”, cuenta.

Ese 98% lo está haciendo mal porque se gasta todo el dinero que gana mientras que los que lo hacen bien —ese otro 2%— lo hacen porque saben que la riqueza “no depende de cuánto dinero haces sino de cuánto te quedas”. Ella define como riqueza la acumulación de dinero sin sacrificar tu matrimonio, niños, salud o diversión.

Es “pasar de ser un esclavo del dinero, a hacer al dinero tu esclavo”. Entonces, ¿cómo pasar de ese 98% a ese 2%? Cambiando de mentalidad, asegura.

Dani coincide con Corley, al señalar a la mentalidad de víctima como una de las culpables de que las personas no tomen las riendas de su destino financiero y se sientan a merced de las circunstancias externas. La especialista recomienda: “Deja de hablar el lenguaje de la pobreza”. Ella asegura que en su entorno familiar las frases como “no podemos pagarlo”, “no tenemos el dinero” o “eso es para personas ricas, no para nosotros” eran parte de la cotidianeidad cuando era niña. Frases que son de “victimización y de pobreza”. ¿La recomendación? “Cambia tu lenguaje y con ello tu futuro financiero”.

Ser pobre o sólo no tener dinero

Al respecto, Kim Kiyosaki, la esposa del experto en finanzas personales y bestseller, Robert Kiyosaki, la cual también es emprendedora y ofrece pláticas sobre riqueza, explica la diferencia entre ser pobre y estar sin dinero, y asegura, no es lo mismo. “Mientras que las dos involucran falta de dinero, ser pobre es una mentalidad. Estar sin dinero es sólo una condición temporal”, sostiene.

Coincide con que las personas que son pobres sostienen un “no puedo pagarlo”, mientras que otra persona, al preguntar “¿Cómo puedo pagarlo?”, está pensando como una persona rica porque está buscando cómo alcanzarlo.

“Tus pensamientos son los que conducen tus acciones, y éstas son las que van a crear tu futuro. Aun cuando te enfrentes a circunstancias que están fuera de tu control, puedes controlar cómo respondes a esta situación. Una persona con una mentalidad de rico ve oportunidades. Tu mentalidad es la clave”, asegura.

Así, hay una coincidencia entre todos los expertos que hablan sobre prosperidad y pobreza: La mentalidad determina tus actitudes hacia el dinero y cambiarla puede significar mejorar tu situación financiera y tomar las riendas de tus finanzas o seguir pensando que todos pueden convertirse en ricos menos tú, a menos de que ganes la lotería o de que se suceda alguna otra situación digna de cuento de hadas.

La clave: los hábitos

En su investigación, Corley encontró que la diferencia entre los que son ricos y quienes no lo son tiene que ver no con su suerte, ni con la familia en la que nacieron, ni porque se ganaron la lotería, sino porque hacían las cosas diferente. Pensaban, actuaban y tenían distintos hábitos que los llevaron a acumular la riqueza que acumularon.

Por ejemplo, fundaron una empresa y la supieron hacer crecer. Observar la lista de los hombres más multimillonarios a escala mundial implica ver una lista de nombres de empresarios que no heredaron sus fortunas, sino que tuvieron una idea (o varias) buenas y las supieron implementar: Bill Gates (Microsoft); Warren Buffet (compró acciones y luego fundó Berkshire Hathaway); Amancio Ortega (Inditex, dueña de Zara, Bershka, y un largo etcétera); Larry Elison (Oracle) o Jeff Bezos (Amazon).

Otros aspectos que hacen únicos a los ricos está que hacen una lista de pendientes, se levantan tres o más horas antes de ir a trabajar; escuchan audiolibros mientras se transportan, hacen networking más de cinco horas al mes, leen más de 30 minutos al día y casi no ven televisión.

De esta manera, los hábitos son importantes a la hora de querer volverse rico o de cambiar esta mentalidad pobre.

Stephen Covey, el autor del bestseller, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, asegura que éstos pueden fungir como una “fuerza gravitatoria” que nos impida llegar a donde desearíamos ir. O sea, la fuerza de la costumbre puede jugarnos en contra cuando fuimos educados o estamos acostumbrados a tener malos hábitos. Así que, ¿cómo cambiarlos? Corley asegura que para lograr que una práctica se convierta en un hábito se necesita conocer qué, por qué y cómo hacerlo, además de, por supuesto, querer hacerlo.

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