Recibir retroalimentación en la oficina no es de las situaciones más sencillas, sobre todo cuando se trata de alguna situación en la que algún compañero o superior está tocando un tema de nuestro desempeño o de plano alguna situación en la que no lo hicimos lo mejor del todo.

Éste un momento complejo porque se mezclan muchas variables: tanto la manera en la que te lo dice el otro, tu propia personalidad (si eres impulsivo o no), el mensaje mismo, el lugar y las personas que estén alrededor, sólo por mencionar algunas. Todas juntas, generan sentimientos y emociones que si no se controlan de una buena manera pueden desembocar en una reacción no muy positiva al respecto.

¿Qué se necesita primero? De manera general, madurez para recibir la información, sobre todo cuando es adversa. “Es necesario tomar con madurez y profesionalismo la retroalimentación”, explica Margarita Chico, directora de Trabajando.com. Y es que tienes que tomar en cuenta que tu jefe al hacerte esta retroalimentación también estará midiendo, tanto la manera en la que trabajas como en sí la que reaccionas.

En sí la retroalimentación para nada es negativa. De hecho y para poner un ejemplo, en Estados Unidos la ley marca que la empresa debe ofrecerle retroalimentación al empleado tres veces antes de tomar la decisión de despedirlo. Ésta incluso puede servir para motivar al empleado y para redireccionar sus acciones.

“Por eso los directores se denominan así, porque te dirigen y luego te retroalimentan. Esto puede ayudar a que la relación con tu jefe sea cercana y buena”, explica Margarita. Recibirla te ayudará a conocer cómo lo estás haciendo y en el caso de que tú creyeras que lo hacías bien y si fuera el caso, a saber que puedes mejorar y hacer las cosas de una mejor manera. Incluso, si es dada de una manera efectiva, puede generar compromiso con la empresa.

No saques la espada

Antes de ponerte a la defensiva cuando tu jefe está hablando contigo de la manera en la que haces tu trabajo o de algún proyecto en el que no cumpliste con los objetivos –sí, la retroalimentación en algunas ocasiones no es tan positiva como siempre se quisiera–, tienes que escuchar con atención

Dick Grote, un consultor y autor del libro publicado por Harvard How to be good at performance appraisals (Cómo ser bueno en las evaluaciones de desempeño), asegura que hay tres aspectos fundamentales que deben considerarse al recibir retroalimentación, y el primero es justamente éste: escuchar atentamente.

“Primero, no hay duda de que no interrumpir y escuchar atentamente es lo correcto que se debe hacer cuando estás recibiendo retroalimentación negativa”, sostiene. Primero necesitas entender cuál es la crítica para responder, explica. Y aquí es donde es necesario controlar las emociones para actuar de buena manera.

El experto explica que para contestar correctamente es necesario separar lo que es un hecho de lo que es una opinión: “Que no incluiste algunos componentes en el proyecto es un hecho. Que diriges una junta de manera pobre es una opinión. Separarlos te ayudará a responder más efectivamente”, asegura.

Pero no sólo te tienes que quedar ahí. Sino que también debes analizar qué tan precisa es la retroalimentación. Esto debido a que son muy pocas personas las que están capacitadas para hacer crítica en una forma en la que el criticado se sienta cómodo, explica el experto.

Escucha primero

Así, es común escuchar a personas molestas y quejándose, no de la observación que les hicieron, sino de la manera en la que la hicieron. Lo que Grote recomienda es que califiques la observación y tengas en cuenta la persona de la que viene (si es racional y razonable o si es egocéntrica y egoísta) pero de todas formas lo que tienes que hacer es escuchar atentamente.

“Tienes que saber escuchar y no es fácil porque te sientes vulnerable, pero recuerda que no es un ataque, debes poner atención a lo que te están diciendo”, sostiene Margarita.

Y al respecto, es esencial que no te pongas a la defensiva. Es muy complicado cuando están hablando de ti pero lo importante en esta situación es no tomarlo personal. Es decir, están hablando de tu trabajo y no de tu persona.

No se vale ponerse a la defensiva porque si lo haces es seguro que este intercambio no llegará a buen puerto. ”Incluso aunque tu crítico esté mal en los hechos, el contestar ‘estás equivocado’ nunca va a ser útil, ni siquiera aunque puedas probarlo”, asegura Grote.

Lo que sucede es que te vuelves vulnerable y es fácil irritarse por ello. Pero la recomendación es que termines de escuchar al otro sin pensar en tu respuesta y que hagas preguntas para conocer más detalles, según el especialista en la Revista de Negocios de Harvard.

Las frases “Quiero estar seguro de estar entendiendo bien lo que estás diciendo…” o “Tengo la razón al decir que tú sientes que yo…” pueden ayudarte a que la otra persona afine el mensaje y deje claro lo que quiere decir. Pedir ejemplos es otro recurso útil para entender bien el mensaje que la otra persona te está dando.

Para hacer todo esto es necesario que utilices tu inteligencia emocional, es decir, esa habilidad para percibir y regular tus emociones. “Ésta hace que tomes este tipo de retroalimentación sin tener acciones de defensa viscerales o que creas que te están atacando. La inteligencia emocional te ayuda a controlar tus emociones e impulsos, a no enojarte y de tomarlo con madurez”, explica la especialista.

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