El pan de cada día de Daniel Servitje es la responsabilidad. Como presidente y director general de Grupo Bimbo comparte cuáles hábitos y disciplinas le han permitido mantenerse en el maratón de la vida empresarial. Además brinda consejos a emprendedores de cómo entender a los mercados y dar propuesta de valor.
El directivo hizo un autoanálisis de sus fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas, así como su percepción de las características que tienen a su compañía a la vanguardia de la industria de la panificación.
Tras llegar a la dirección de Grupo Bimbo en 1997 y a la presidencia del consejo de administración en 2013, ¿quién es Daniel Servitje?
—En principio diría que soy el responsable de la empresa pero comparto la aventura con los otros 127 mil colaboradores y es una aventura de 70 años de antigüedad, que empezó en 1945 por jóvenes, cuatro jóvenes con mucha hambre e ilusión de servir y transformar una industria.
A lo largo de los años he crecido siempre, me ha tocado estar en estos casi 19 años dirigiendo a la empresa más hacia la internacionalización.
Siendo el presidente del consejo de administración de Grupo Bimbo, ¿cómo reparte sus actividades diarias? ¿Cómo no claudicar?
—Es como los maratonistas, hay que ver que este trabajo es de muchos kilómetros, de muchos viajes y requiere tener un entendimiento de hacer las cosas compaginándolas con nuestra vida personal, balance, así como un equipo de colaboradores con capacidad para asumir sus propias responsabilidades y trabajar en equipo.
Es típico en estas empresas que uno tiene que viajar mucho, probablemente paso la mitad de mi tiempo fuera de la oficina. Operamos en 22 países, más de 162 plantas, pero hay que estar donde pasan las cosas.
¿Cuáles serían tres consejos que daría a emprendedores?
—Primero, tratar de entender los mercados y saber cuál es la propuesta para servir mejor o satisfacer mejor las necesidades de clientes en comparación con las otras empresas. Esto no es fácil porque en cada mercado hay decenas o centenas de oferentes, uno tiene que innovar y ofrecerle un valor agregado a los clientes.
La segunda es tener la capacidad para conjuntar equipos, no hay obras solitarias. Creo que los líderes, los emprendedores deben tener esta capacidad para formar equipo.
Y tercero: la resiliencia, saber aguantar golpes, rebotar de las crisis, perseverar, insistir en su proyecto, porque frente a las primeras crisis muchos deciden abortar y a veces el éxito está a la vuelta de la esquina.
En cuanto a sus hábitos, en un libro su padre menciona que usted toma tiempo para pensar, ¿cuáles son sus principales disciplinas?
—(Se ríe) Bueno, ya no me da mucho tiempo para pensar porque me la vivo teniendo que contestar mails y WhatsApp, pero diría que trato de hacer ejercicio diario y es una manera de sacar la tensión, también activarme y mantenerme en buena condición.
El otro hábito es tratar de que no se me acumulen los mails.
Ahora el pensamiento se da en espacios más cortos que los que teníamos antes, pero darse espacios sobre todo en la empresa para reflexionar sobre lo que está pasando, el mundo va muy rápido, si no tenemos esta capacidad de hacer altos en el camino y reflexionar sobre lo que está funcionando o no, podemos irnos con modelos mentales que ya no se ajustan a la nueva realidad.
Agregaría otro: tocar base con la realidad. Me parece que un líder tiene que estar dónde suceden las cosas, visitar a clientes, platicar con consumidores, escucharlos y conocer los problemas de la operación de nuestros colaboradores, de tal manera que la dirección esté tocando base con lo que pasa en la realidad. Eso ha sido un hábito, tener esta preocupación por no elevarme y perder piso.
En un breve análisis FODA, ¿cuál será su principal fortaleza, oportunidad, debilidad y amenaza?
—¿Como persona?
Sí, como persona.
—Ahora sí me la están poniendo difícil. Tal vez como fortaleza, si se pudiera decir así, es la capacidad de trabajo y de decidir rápidamente. Como oportunidad, dar más reconocimiento y escuchar más a mis colaboradores cercanos. Debilidad y oportunidad serían para mí casi lo mismo.
Y la amenaza en la vida de trabajo es que ya estamos en la parte final, tengo 57 años, creo que lo que nos corresponde es formar buenos o mejores sucesores que uno, diría que el reto es que no se me vaya el tiempo.
¿Cuál es el principal consejo de su padre que marcó su carrera?
—La relación con él siempre ha sido, no de jefe-colaborador, sino de padre a hijo, aprecio mucho su integridad, su claridad de ideas, su amplitud y profundidad de pensamiento.
Ha sido un hombre muy educado, muy leído y yo diría que esta capacidad de vivir en distintos mundos, el mundo empresarial, el mundo de las ideas, el mundo de la espiritualidad; también es una persona que siempre ha sido muy cercano a su familia, fue muy cercano a su mujer; en la parte de trabajo es una persona muy austera, con una ética de trabajo y de orientación al mercado muy clara.
¿Qué ha hecho en la última década para acelerar su crecimiento?
—La empresa ha tenido una vocación y está volcada a crecimiento, para crecer y sustentarlo se necesita dedicarle una alta proporción de las utilidades, reinvertir y reinvertir.
Hemos pasado de ser una empresa líder en México, a convertirnos en el líder mundial de la panificación, esto se hizo porque en el tiempo fuimos ganando la batalla a otros jugadores por la constancia en nuestras decisiones de inversión o nuestras decisiones de adquisición de empresas.