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Pasar de una corporación grande a una empresa mediana o pequeña es un cambio drástico para un profesional. No es que una sea mejor que otra, es que cada una de estas organizaciones tiene su propio funcionamiento el cual entraña diferencias tanto por su tamaño como por el propio giro de la empresa. Lo mismo sucede si estabas en una pyme y ahora buscas la experiencia de una grande.
Cada una va a ofrecerte experiencias diferentes que van a hacer mucho más completo tu perfil profesional y que va a permitirte prepararte en distintas áreas.
No sería raro pasar de una grande a una pequeña, porque éstas representan 99% de las compañías en México, según datos del Inegi citados en el estudio Empresas familiares en México: El desafío de crecer, madurar y permanecer, realizado por la consultoría KPMG.
Las empresas más grandes del país —las cuales constituyen apenas 0.03% de las organizaciones— generan 16.8% de todos los empleos; sin embargo, son las pequeñas y medianas las que tienen un mayor peso en la economía: “Las empresas de gran tamaño son escasas y la responsabilidad de mantener en marcha a la economía recae sobre los hombros de las compañías de menor tamaño”, explica el estudio elaborado por KPMG.
Así es cambiar
En primer lugar, una empresa pequeña tiene una gran ventaja: te va a hacer sentir parte del cambio y del progreso.
“Ahí puedes observar muchos procesos que en una firma grande no vas a ver. En una grande eres parte de una pequeña partecita de todo un monstruo. No sólo vas a ver cobranza sino también facturación, entonces existe una posibilidad de desarrollarte en distintas áreas”, explica Arturo Chávez, coach de la Business Coaching Firm, una aceleradora de proyectos reconocida por la Secretaría de Economía.
Esto te va a ofrecer la posibilidad de aplicar una gama más variada de conocimientos; trabajar en una empresa grande en muchas ocasiones se puede volver rutinario debido a que la asignación de puestos suele estar muy bien delimitada, además de que existen mucho más barreras para desempeñar otras funciones o para incidir en otras áreas que no sea para la que originalmente fuiste contratado.
Diana Guerrero es comunicóloga y después de varios años de experiencia en un par de empresas trasnacionales, decidió probar y empezó a trabajar en una pyme.
El propósito de hacerlo fue el colaborar de una manera más dinámica —de recibir un sueldo fijo ella hoy gana sueldo base más comisiones— y las ganas de crecer más rápido. Y asegura que hoy, ocho meses después, no se arrepiente porque hacerlo le permite tener más injerencia en las decisiones que se toman.
“Tienes trato directo con los dueños, tienes más injerencia, no sólo haces tus funciones sino que puedes meterte más en los procesos”, asegura Diana.
E incluso, trabajar en una pyme te da más responsabilidades porque tú tendrás que tener las habilidades para solucionar problemas y además porque eres la cara directa al cliente y tendrás que responder por otras áreas que quizá no te correspondan.
“En la grande si no lo puedes solucionar lo canalizas al superior. Pero en la pequeña tú eres responsable de todo. En una pyme es tan pequeña que tienes tú la responsabilidad, yo soy la cara con el cliente, y si algo sale mal es ‘Diana me lo vendió y a ella no le salió bien’”, cuenta. Estar en este tipo de organizaciones también te permitirá ver la manera en la que impacta la toma de decisiones —buenas y malas— de una manera más rápida.
Crece y tú creces, cae y tú caes
“En las pymes tú eres MacGyver y creces laboralmente con la empresa. Pero si la firma se cae, tú también, y la probabilidad de que una pyme caiga o bajen sus ventas y por lo tanto haya un recorte de personal, o simplemente no llegue el bono que esperabas es más alto”, explica Xavier R. un consultor que pasó de trabajar en una de las big four —así se les llama a las consultorías más grandes a escala global, Deloitte, KPMG, PwC y EY— a una cadena de restaurantes que vende pollos rostizados en Estados Unidos. “Trabajar en una empesa pequeña era vivir con un nivel más alto de adrenalina y eso me gusta”, cuenta el consultor.
En contraste, Diana y Xavier coinciden en que en las grandes organizaciones puedes ir creciendo de una forma “lenta pero segura” y en muchas ocasiones con alcance internacional.
En una organización más pequeña, quizá el ascender de puesto como tal no se dé de manera tan clara, pero lo que sí será muy observable es el crecimiento profesional debido a las habilidades que exige el trabajar en un sitio en el que se requiere una capacidad de reacción muy rápida, en donde hay que actuar en distintas áreas y que exige tanta responsabilidad.
“Si tu sueño es ser un alto ejecutivo, el camino es la grande. Pero si tu camino sea estar enfrente en una organización o emprender, quédate en la chica, porque es en la pyme dónde vas a crecer más en el conocimiento de distintas áreas”, explica Arturo Chávez.
Las áreas de oportunidad
Es una realidad: es muy probable que si trabajas en una pyme, el sueldo, las prestaciones y las amenidades con las que vas a contar serán mucho menores. Esto, entre otras cosas, debido a que por desgracia la mayoría de empresas de este tipo no son formales.
Un estudio de la Organización Mundial del Trabajo señala que 60% de las empresas operan en la informalidad en México.
“La quincena hasta ahora caído bien pero nada está automatizado como en las grandes empresas y las prestaciones son de ley, nada más”, cuenta Diana.
Es es muy probable también que quien entre a una pyme se encuentre con una ausencia de protocolos. Por ejemplo, mientras en la grande a Xavier le tocaron varias llamadas de atención a través del correo electrónico de la empresa, con un lenguaje neutro y directo, en la pyme recibió llamadas de atención en persona y más subidas de tono: “Me regañaban enfrente de la gente”, cuenta.
Esta ausencia también puede presentarse en cuanto al escalamiento de puestos: “Lo peor que podía pasar motivacionalmente era que contrataran a un externo para el puesto que tú querías y por el cual habías estado trabajando arduamente”, explica el consultor.
