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noe.cruz@eluniversal.com.mx
En el medio del debate que existe por los precios de las gasolinas y la fuerte dependencia de las importaciones de combustibles, esta administración no descarta la construcción de una nueva refinería, financiada por privados, si así es de su interés, o en sociedad con Petróleos Mexicanos (Pemex).
Desde 2015, el proyecto de ampliación de nueva capacidad fue incluido en las prospectivas del gobierno federal y se espera que la nueva infraestructura empiece a operar en 2023.
De acuerdo con información obtenida por EL UNIVERSAL, el gobierno federal analiza diferentes esquemas para construir en la región sur-sureste (en una o varias ubicaciones) el nuevo proyecto con capacidad de procesamiento de 275 mil barriles diarios de petróleo crudo y “que puede llevarse a cabo mediante adiciones de trenes de refinación en una única refinería o en varias de las existentes”.
Esto explica por qué el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, dijo que la nueva refinería iba a ser construida en esta entidad.
La ampliación de las refinerías o el nuevo complejo pueden aportar una producción diaria de gasolinas de 84 mil barriles a partir de 2023; otros 86.5 mil barriles más de diesel, y 13 mil barriles más de turbosina. Ello equivale a 15% de la producción actual.
La Secretaría de Energía (Sener) confirmó en la Prospectiva de Petróleo Crudo y Petrolíferos 2016-2030 la intención de ampliar la capacidad de refinación del país. Hasta ahora, el Ejecutivo federal considera que lo más viable es optar por una ampliación.
Del costo del proyecto, los estudios aún no determinan cantidades, pero advierten que “la competitividad de la capacidad adicional dependerá de la relación costo-beneficio respecto de las importaciones en un entorno de libre mercado”, es decir, que su operación y lo que produzca ofrezca precios competitivos frente al producto que importarán sus competidores.
Considerando que construir una refinería lleva entre tres y cinco años, es posible que en 2018 el gobierno federal anuncie la licitación y que ésta opere partir de 2023. Otra opción es invitar a empresarios, nacionales o extranjeros, a participar en la construcción.
Según la información recabada, la iniciativa privada definirá el futuro de tener una nueva refinería en el país.
Demanda creciente. Con base en los estudios, se considera factible que la producción de destilados derivada de esta nueva capacidad se justifique al contar con demanda creciente.
En la prospectiva de la Sener, se plantean una serie de escenarios que pueden ayudar a mejorar la frágil situación de la refinación en México.
En el apartado relacionado con las perspectivas de la refinación de petróleo crudo, las autoridades reconocen que el subsector de la refinación de petróleo crudo está en un proceso de reorganización, adaptación y transformación combinado con problemas operativos que en 2016 generaron afectaciones considerables en los niveles de producción de petrolíferos. En 2015, esta variable se encontraba en un nivel bajo, al cerrar el año con un volumen procesado de un millón 615 mil barriles por día, comparado con un promedio de la década anterior de un millón 232 mil barriles. Para el cierre de 2016 estimó una baja para ubicarse en 954 mil barriles.
Pemex trabaja en el diseño de los esquemas de alianzas y nuevos casos de negocio que permitan relanzar su sistema de refinación a mediano plazo.
Uno de estos esquemas es construir nueva capacidad de refinación que empezaría a aportar producción a partir de 2023 en la región sur-sureste, en una o varias ubicaciones.
Con la nueva refinería o ampliación de las existentes, el gobierno espera reducir las importaciones de combustibles a 230.9 mil barriles diarios en 2023, cuando en 2016 llegaron a 505.1 mil barriles.